“Las ambiciones declaradas de China y sus políticas coercitivas desafían nuestros intereses, seguridad y valores”. Con esta frase, el gigante asiático aparece por primera vez en la historia citado en un Concepto Estratégico de la OTAN. No se le llama “amenaza” como a Rusia, pero en la redacción se percibe claramente que su creciente influencia preocupa mucho a los aliados. Y, sobre todo, inquieta “la profundización en la asociación estratégica entre la República Popular de China y la Federación Rusa y sus intentos, que se refuerzan mutuamente, de socavar las normas en que se basa el orden internacional”. “Se esfuerza por subvertir el orden internacional basado en normas, incluso en los ámbitos espacial, cibernético y marítimo”, abunda.
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Aunque el documento aprobado por los 30 aliados afirme que la OTAN se mantiene abierta a un “compromiso constructivo” con Pekín, en él se recogen acusaciones duras contra la dictadura china. “Sus operaciones maliciosas cibernéticas e híbridas, y su retórica de confrontación y de desinformación perjudica la seguridad de la Alianza”. El texto no acaba aquí, también destaca que la dictadura asiática “mantiene la opacidad sobre su estrategia, sus intenciones y su acumulación militar” y que pretende utilizar su poder económico e industrial para “crear dependencias estratégicas y fortalecer su influencia”.
Para enfatizar la intencionalidad del cambio que suponen estas afirmaciones sobre la deliberada omisión de estrategias anteriores, el secretario general de la organización militar, Jens Stoltenberg, ha destacado en su comparecencia tras la aprobación del Concepto Estratégico de 2022: “No mencionamos a China con una sola palabra”.
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La OTAN no se queda solamente en la retórica sobre China. A la cumbre de Madrid, de nuevo por primera vez en la historia de la Alianza, han acudido países que, pese a encontrarse geográficamente en el área del Pacífico, se sitúan con claridad en la órbita geopolítica y democrática occidental: Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur. Los cuatro son estrechos aliados de Estados Unidos, lo que, en consecuencia, les aleja del gran gigante asiático.
“Ucrania hoy puede ser el este de Asia mañana”, ha señalado Hikariko Ono, secretaria de prensa del Ministerio de Asuntos Exteriores de Japón, resumiendo así las inquietudes de varios países democráticos de la región acerca de los riesgos que plantean los intentos cada vez más descarnados de China de proyectar su influencia.
Si algo se teme en esa zona del planeta es que se desarrolle un capítulo similar al que se vive en el este de Europa con Taiwán como escenario, una isla sobre la que China reclama la soberanía tras la guerra civil y posterior división que vivió, después la II Guerra Mundial. Quien más claramente lo ha dicho, en cambio, ha sido la titular de Exteriores británica, Liz Truss: “China está observando de cerca a Ucrania; están ampliando su capacidad militar y están extendiendo su influencia global”. “Hay un riesgo real de que saque la idea equivocada y que resulte en un error de cálculo catastrófico, como invadir Taiwán. Eso es exactamente lo que vemos en el caso de Ucrania, un error de cálculo estratégico de Putin”.
“Es ciertamente muy preocupante que China haga ahora declaraciones sobre la OTAN, que haga declaraciones sobre la soberanía de las islas Malvinas […] y por eso es tan importante que la OTAN responda con nuestro Concepto Estratégico, que hace referencia específica a China”, ha añadido la jefa de la diplomacia británica.
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