La OTAN busca elegir en la cumbre de Madrid a la primera secretaria general de su historia

El presidente español, Pedro Sánchez, a la izquierda, con el  secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al término de la cumbre de la OTAN en junio pasado en Bruselas.
El presidente español, Pedro Sánchez, a la izquierda, con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, al término de la cumbre de la OTAN en junio pasado en Bruselas.HorstWagner.eu / EFE

Cherchez la femme! La OTAN busca a una mujer como secretaria general. No se sabe aún quién sustituirá al noruego Jens Stoltenberg, que el 30 de septiembre de 2022 concluye su mandato y no puede ser reelegido. Pero hay un amplio consenso en que su sustituto, que debe ser elegido en la cumbre prevista la próxima primavera en Madrid, sea una mujer. Por primera vez en sus 73 años de historia, una mujer ocuparía así el máximo cargo político de la principal alianza militar del mundo.

Las negociaciones para buscar sustituto a Stoltenberg empezarán en otoño y la elección formal se producirá en Madrid, pero ya han empezado a circular nombres por las capitales aliadas y todos tienen una característica en común: además de ser europeos (la tradición indica que el secretario general sea europeo y el mando militar, estadounidense), son mujeres. “Hay la convicción general de que ha llegado el momento de que al frente de la OTAN haya una mujer”, señalan fuentes diplomáticas.

El nombre que más está sonando en círculos aliados es el de la exprimera ministra británica Theresa May. May, conservadora de 63 años, sucedió en el 10 de Downing Street a David Cameron tras la victoria del Brexit en el referéndum de 2016 y se vio obligada a dimitir casi tres años después al no lograr que su partido aprobara el principio de acuerdo con la UE para una salida ordenada del Reino Unido.

La candidatura oficiosa de May tiene la ventaja de haber sido primera ministra (como Stoltenberg) y el inconveniente, para algunos socios, de que su país no pertenece a la UE, lo que podría generar roces en un momento en que los 27 quieren desarrollar una política de seguridad y defensa común.

No es el único nombre que se maneja: también están sobre la mesa los de la italiana Federica Mogherini, de 48 años, Alta Representante de la UE para la Política Exterior y de Seguridad de 2014 a 2019; y la alemana Annegret Kramp-Karrenbauer, de 59, más conocida como AKK, ministra de Defensa desde 2019 y expresidenta de la CDU. En contra de Mogherini juegan las críticas que recibió su gestión al frente de la política exterior de la UE; y en contra de AKK el hecho de que otra alemana, Ursula von der Layen, presida la Comisión Europea. Ninguna de las dos ha sido primera ministra.

Los países del Este, que nunca han tenido a un secretario general de la OTAN, también juegan sus bazas y ya circulan nombres de candidatas, siempre mujeres, como Dalia Grybauskaite, de 65 años, presidenta de Lituania entre 2009 y 2019 y comisaria europea de 2004 a 2009; la presidenta estonia, Kersti Kaljulai, de 51 años; o Kolinda Grabar-Kitarovic, de 53, presidenta de Croacia entre 2015 y 2020. Si al final no saliera una mujer no sería porque no hay dónde elegir.

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Aunque el secretario general pueda parecer secundario en una organización en la que las decisiones se toman por consenso de los gobiernos y EE UU ejerce una hegemonía indiscutible, su figura es clave a la hora de ordenar y encauzar los debates, por lo que su peso no es desdeñable, según fuentes aliadas. Precisamente por ello, la colaboración con Stoltenberg será imprescindible para garantizar el éxito de la cumbre de Madrid, que será la de su despedida.

España no tiene candidata propia y aún no se ha decantado por ninguno de los nombres en liza, pero el Gobierno de Pedro Sánchez está encantado de que la cumbre de Madrid salga la primera mujer secretaria general de la OTAN, ya que eso refuerza el carácter feminista que ha imprimido a su política exterior.

Además del relevo de Stoltenberg, la cumbre de Madrid debe dar luz verde al nuevo Concepto Estratégico, la hoja de ruta de la OTAN para la próxima década, que sustituirá al aprobado en Lisboa en 2010. La Alianza ya ha incorporado la llamada “visión 360°”, que sustituye una defensa enfocada casi exclusivamente a la amenaza del Este (Rusia) por otra que contempla una multiplicidad de riesgos (militares, terroristas, económicos, tecnológicos o ecológicos) procedentes de todas las direcciones (incluso del espacio y el ciberespacio).

El reto para España, según los expertos, es conseguir que en la cumbre de Madrid la OTAN vuelva su mirada hacia el sur, especialmente el Sahel, principal foco de inestabilidad para Europa con su cóctel de yihadismo, tráfico de armas y drogas e inmigración irregular. Tras haber sido derrotado en Siria e Irak, el Estado Islámico busca implantarse en la amplia franja que va de Mauritania a Somalia, donde ha cometido casi la mitad de sus ataques en el último año y compite con otros grupos como Al Qaeda, Boko Haram o Al Sabaa.

Hasta ahora, la OTAN se ha resistido a implicarse en el Sahel, más allá de asesorar a Mauritania, pero Francia, la ONU y la UE, en apoyo al G-5 (Mauritania, Malí, Niger, Burkina Faso y Chad), han sido incapaces de estabilizar la región, por lo que se abre paso una intervención aliada, no con tropas en el terreno pero sí con apoyo logístico, mando y control e inteligencia. En la cumbre de junio en Bruselas, la OTAN se mostró dispuesta, “previa solicitud, a considerar nuevos compromisos” en el Sahel.

Además de reunir a los 30 mandatarios de la OTAN, España podría organizar, como es frecuente en las cumbres aliadas, una reunión más amplia con países asociados. En coherencia con su aspiración de orientar la brújula de la OTAN hacia el sur, se baraja una cumbre con los socios del llamado Diálogo Mediterráneo, del que forman parte Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez, Egipto, Israel y Jordania.

Lo prioritario, sin embargo, es asegurar la presencia del presidente Joe Biden, en la que será su primera visita a España. Aunque lo previsto es que el presidente estadounidense asista la cercanía de las decisivas elecciones de medio mandato (noviembre de 2022) pueden exigir un esfuerzo añadido de la diplomacia española y de Stoltenberg para que esté en Madrid.


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