Vladímir Putin mantiene su plan para absorber Ucrania, un país que considera ficticio. Y el objetivo del presidente de Rusia de anexionarse a través de referendos ilegales los territorios invadidos y ocupados en el país vecino, unido a la amenaza de que empleará cualquier medio para “defender” Rusia, eleva el riesgo nuclear en Europa, alertan fuentes de la OTAN. Los miembros de la Alianza Atlántica han advertido de que no reconocerán la anexión de regiones ucranias a Rusia, pero el jefe del Kremlin, que trata de redibujar las fronteras a la fuerza, ha avisado de que cualquier ataque a lo que considera su territorio puede desencadenar esta respuesta. Un paso más en su amenaza que llega cuando varios países occidentales se plantean enviar armas de largo alcance a Ucrania. “Las amenazas de Putin hay que tomárselas en serio”, dicen fuentes comunitarias.
El jefe del Kremlin ha entrado en una “retórica peligrosa e imprudente”, ha incidido el secretario general de la Alianza Atlántica, Jens Stoltenberg, que ha remarcado que la organización “no participará” en esa dinámica. Rusia sabe que habrá “graves consecuencias” si emplea armas nucleares en Ucrania, advirtió Stoltenberg el jueves en una entrevista en CNN desde Nueva York, donde ha asistido a la Asamblea de la ONU. “No daré más detalles sobre cómo reaccionaremos, eso depende del tipo de armas de destrucción masiva que puedan usar”, dijo. “Estamos enviando mensajes [sobre esas consecuencias] y lo estamos dejando claro para evitar que suceda”, dijo el secretario general de la OTAN. “La probabilidad de cualquier uso de armas nucleares aún es baja, pero las consecuencias potenciales son tan grandes que tenemos que tomar esto en serio. Y las amenazas que el presidente Putin plantea, una y otra vez, aumentan las tensiones, son peligrosas y temerarias”, añadió.
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El jueves, un día después de la intervención televisada de Putin y de la convocatoria de los pseudoreferendos en cuatro regiones ucranias invadidas —que empezaron el viernes y acaban el martes—, el Consejo del Atlántico Norte emitió un comunicado en el que condena las votaciones y remarca que los aliados “no reconocen y nunca reconocerán” como parte de Rusia las regiones ocupadas de Ucrania, incluida Crimea, que Moscú se anexionó ilegalmente en 2014 con otro pseudoreferendo, celebrado con presencia militar. “Estas decisiones rusas, incluida una movilización militar parcial, son una nueva escalada en la guerra ilegal de Rusia contra Ucrania”, dice el texto que suscriben los 30 socios de la Alianza militar, fundada en 1949 y de la que forma parte España desde 1986.
La escalada en la amenaza de Putin llega en un momento de dilema para Occidente, cuando algunos países se plantean el envío de armas defensivas, de largo alcance y de última generación a Ucrania. El jefe del Kremlin, que ha asegurado que su amenaza no es “un farol”, intenta blindar así un territorio que considera parte de Rusia. El pasado julio, el secretario de Estado de Estados Unidos, que ha enviado armas punteras que están ayudando al ejército de Kiev en su exitosa contraofensiva contra las fuerzas del Kremlin, remarcó que el Gobierno del presidente ucranio, Volodímir Zelenski, se había comprometido a no utilizar esos sistemas contra territorio ruso. “La mejor manera de evitar una escalada es que Rusia detenga la agresión y la guerra que comenzó”, afirmó entonces Antony Blinken. Pero la Alianza Atlántica y la UE han dejado claro que no dejarán que el Kremlin imponga su rediseño de fronteras a la fuerza y que mantendrán su apoyo a Kiev.
Bruselas ve las amenazas, la movilización y la convocatoria de votaciones ilegales como un signo de debilidad de Putin; de que está perdiendo terreno. “El líder ruso quiere fracturar el apoyo occidental a Ucrania con su incesante retórica nuclear. Busca atemorizar y disuadir”, dice una fuente comunitaria. El alto representante para la política exterior de la UE, Josep Borrell, ha reclamado a los líderes mundiales una señal clara contra el uso de armas de destrucción masiva. “El presidente Putin continúa por el peligroso camino de la escalada”, dijo Borrell el jueves en la Asamblea de la ONU. “Está tratando de intimidar a Ucrania y a todos los países que la apoyan”, añadió el jefe de la diplomacia europea.
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Algunos líderes occidentales ya han mostrado su inquietud por la escalada de Putin y las acciones que pueda emprender en un momento clave en la guerra, con el Ejército ucranio recuperando terreno y cuando la decisión del jefe del Kremlin de movilizar decenas de miles de hombres para engrosar sus Fuerzas Armadas ha sacudido a los hogares rusos. El presidente español, Pedro Sánchez, ha admitido que hay preocupación. En Nueva York, el jefe del Gobierno español insistió en que hay que “apelar a la prudencia” y “no contribuir a la escalada verbal que pueda justificar a Putin cualquier acción unilateral”.
Sin embargo, tras la acometida de Putin, su aparato diplomático y de seguridad sigue agitando el temor a un escenario nuclear. El viernes, el viceministro de Exteriores ruso, Serguéi Ryabkov, aseguró que el uso de armas nucleares está bien recogido en la doctrina rusa, aunque Moscú no está lanzando amenazas con sus armas nucleares y que una confrontación con Estados Unidos y la OTAN no está en sus planes. “Esperamos que la Administración [del estadounidense Joe] Biden también sea consciente del peligro de una escalada descontrolada del conflicto en Ucrania”, dijo Ryabkov, que suele ser una de las voces moderadas del Ejecutivo ruso. Mientras, el expresidente Dmitri Medvedev insistió en que después de que las regiones ucranias se incorporen a Rusia, cualquier ataque contra ellas se consideraría un ataque contra Rusia. Bajo la doctrina rusa, dijo, esto podría permitirle el uso de armas nucleares si Moscú siente que enfrenta una “amenaza existencial”, ha insistido Medvedev, que también mencionó el modelo que se emplearía: “Armas nucleares estratégicas de largo alcance”.
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