Como estar en un recinto distinto, incluso parecía más pequeño. Una sensación extraña. La pandemia ha logrado silenciar el infierno. El Bilbao Arena se estrenó oficialmente en la dichosa nueva normalidad recibiendo al Iberostar Tenerife el pasado miércoles por la noche. Un equipo aún en construcción, otro lanzado y con las ideas muy claras y ausencia de gasolina externa. El cóctel dio como resultado un triunfo visitante.
Todo fue extraño. Hasta la posición de los medios escritos, ubicados en el anillo intermedio para que fuera más sencillo guardar las distancias. Pero sentados en un asiento que le correspondería a la afición. Nadie rugió en una presentación que mantuvo el guion. Oscuridad y decibelios por la megafonía para caldear un ambiente que no era tal. “Arriba Miribilla”, lanzó el speaker. Había varios viejos conocidos en las filas canarias y desde el banquillo del RETAbet se aplaudió cuando se pronunciaron los nombres de Sergio Rodríguez y Sulejmanovic. Hasta hace unas semanas estaban en el otro lado.
Los de Vidorreta estuvieron más intensos, dentro y fuera de la pista. Su banquillo golpeaba la publicidad en cada triple anotado en el primer cuarto. Intimidación para tratar de ganar la batalla psicológica. Todos los ataques locales estuvieron acompañados de un soniquete en forma de “va, va, va”. Se supone que con el objetivo de animar a los suyos en tareas defensivas e intentando molestar en lo posible al Bilbao Basket cuando se acercaba al aro. Era como una fastidiosa sirena.
Incluso se llegaron a escuchar algunas palabras sueltas en la pista. Por ejemplo, un diálogo de Mumbrú con los árbitros. También entre los propios colegiados. “Balón para Bilbao Basket, hazme caso”, le dijo uno de los jueces a su compañero tras una acción dudosa en la que otorgaron la posesión al Tenerife en un primer momento. “Vaya viaje”, se escuchó de forma repetida desde el banquillo canario después de una falta local. Curiosidades debido a lo desierto que estaba el graderío.
Igual de peculiar que limpiar los balones con los que se disputó el encuentro cada vez que salían por línea de fondo. Luego se colocaban en una peana para que lo recogieran los árbitros. Cosas del protocolo sanitario
El chirriar de las zapatillas sobre el parqué ganó presencia gracias a la resonancia del pabellón. Pero cuando de verdad se echó en falta el aliento de Miribilla fue en los instantes finales. Justo en el momento en el que los hombres de negro, que se vieron 19 abajo en el último cuarto, se pusieron a siete (70-77) faltando algo menos de dos minutos. Hasta entonces el banquillo del Tenerife había estado alborotado por la influencia del marcador. Ahí despertó la esquina del Bilbao Basket. Se puso de pie con los triples de Jaylon Brown, sin embargo no bastó. Estaban solos.
La nueva normalidad era esto. Al evidente perjuicio económico en las arcas del club habrá que añadir un lastre deportivo. No es cuantificable, pero lo cierto es que el Bilbao Arena empuja como nadie en los momentos calientes. Es una caldera. “Sin vuestra energía va a ser una temporada muy difícil. Os echamos de menos, marea negra”, publicó Ondrej Balvin en sus redes sociales. Les tocará defender el fuerte a los hombres de negro en la pista hasta que lleguen los refuerzos.
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