Ser de la Real es algo como para sentirse siempre muy orgulloso, pero no siempre es fácil. Después del confinamiento a los de Imanol les está costando recuperar su mejor nivel, pero sobretodo no estaban pudiendo ganar sus partidos, que es al fin y al cabo el objetivo en el fútbol. En el día de ayer por fin consiguieron volver a sumar de tres tras vencer al Espanyol por 2-1 y desde el club han querido mostrar cómo vivieron desde dentro todos los txuri urdin la sufrida victoria.
El protagonista que mejor refleja lo que siente un verdadero seguidor realista es Luca Sangalli. El donostiarra sufre una luxación rotuliana con rotura del retináculo medial y lesión cartilaginosa de la rótula de la rodilla izquierda, por la que tuvo que ser operado, y no podrá jugar más hasta 2021. En el día de ayer tuvo que vivir en las vacías gradas de Anoeta la victoria de sus compañeros junto al resto de los lesionados y los desconvocados, lugar que no acostumbra a ocupar.
El centrocampista no paró de animar como si de un miembro más de la Bultzada se tratase y tampoco pudo evitar volverse loco con los goles de Willian
José e Isak. Apenas pudo estar sentado en el tramo decisivo del encuentro, en los minutos finales, y explotó al escuchar el pitido final que confirmaba la victoria de los suyos.
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