La pelea en el Movimiento 5 Estrellas acaba en tablas


Las discusiones de tráfico en Roma suelen ser un espectáculo. Los conductores se bajan del coche, se encaran, se gritan a un centímetro el uno del otro y se amenazan con la violencia más extrema. Ahí termina. Luego se suben al coche y, como si no hubiese sucedido nada, siguen su camino. Beppe Grillo, fundador del Movimiento 5 Estrellas, y Giuseppe Conte, ex primer ministro y futuro líder del partido populista, han hecho algo parecido en las últimas dos semanas. Después de insultos y de poner a la formación al borde del cisma, ambos han echado cuentas y han entendido que a nadie le convenía tensar más la cuerda. Conte será el presidente de la nueva formación -después de la correspondiente votación- y Grillo seguirá siendo el garante, una figura borrosa de supervisión general.

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Hace dos semanas explotó la guerra entre ambos cuando Conte presentó el estatuto que llevaba meses redactando para refundar el M5S. Ese día, cansado de las injerencias del cómico, se dirigió directamente a Grillo para pedirle libertad y marcar el territorio que a partir de entonces consideraba suyo. “Tiene que elegir ser un padre generoso, o un padre patrón”, dijo el ex primer ministro. El cómico genovés, fuera de sí y en un claro error de cálculo, le respondió asegurando que “no tiene visión política ni capacidad de gestión”. Unas palabras que desataron uno de los mayores conflictos desde que se fundó el M5S.

La ruptura fue total. Los equipos de ambos frentes sacaron la calculadora para ver cuánto apoyo serían capaces de recabar entre los parlamentarios que tiene el M5S en el Senado y la Cámara de Diputado. Conte dejó que su entorno alimentase la idea de que lo mejor sería crear un partido propio. Los sondeos le favorecían al principio, pero también advertían de la volatilidad que entraña siempre una nueva formación y del peligro de terminar siendo una fuerza residual, como le ha sucedido a Matteo Renzi con Italia Viva. “A ninguno le conviene la ruptura. Conte es fundamental para nuestra supervivencia. Pero en solitario no está claro qué podría hacer”, apunta un diputado grillino.

Las negociaciones se produjeron con la mediación de pesos pesados del M5S como el ministro de Exteriores, Luigi Di Maio, y el presidente de la Cámara de Diputados, Roberto Fico. Tampoco a ellos convenía ahora un cisma, justo cuando sus carreras cogen mayor vuelo y podrían seguir creciendo (Di Maio se encuentra cada día más cómodo en la cartera de Exteriores y Fico tiene un gran espacio para crecer en el ala más progresista M5S).

La paz, sin embargo, será temporal. Conte tratará de blindar su independencia en el estatuto que se votará en los próximos días. Pero el humor de Grillo, un personaje en horas bajas política y personalmente, es imprevisible y puede provocar nuevas tormentas, temen en el partido. En el Palacio Chigi también lo saben y hacen equilibrismos para que un terremoto en el M5S -el partido mayoritario en el parlamento- no tenga consecuencias en el Ejecutivo de unidad que encabeza Mario Draghi.

La semana pasada, en plena negociación, otro episodio volvió a remover las aguas. El presidente del Consejo de Ministros, Mario Draghi, llamó a Beppe Grillo para asegurarse el apoyo en la crucial reforma de la justicia. Un movimiento que provocó el malestar en el entorno de Conte, que se sintió ninguneado, y que algunos vieron como una manera de deslegitimarle por su oposición reciente a dicha reforma. Se da la circunstancia de que Grillo, además, tiene un importante conflicto de intereses en el avance de dicha reforma, ya que su hijo está pendiente de un juicio por una presunta violación en grupo a una chica. Un caso que se vería afectado por la modificación que prepara el Ejecutivo de la justicia penal. “Es como [Silvio] Berlusconi”, no tardaron en criticar desde dentro del M5S cuando supieron que el cómico había dado luz verde a Draghi. Probablemente, la peor comparación que podía escuchar el fundador de un partido que nació para combatir a figuras como el dueño de Mediaset.


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