La pelea mortal que nunca libró el oso ‘Cachou’

Cadáver del oso Cachou, de seis años.
Cadáver del oso Cachou, de seis años.Consejo General de Arán

La muerte del oso Cachou pareció un accidente, pero no lo fue. Así lo sospecha la juez de Vielha (Lleida) que se encarga de investigar el deceso del plantígrado, cuyo cadáver apareció al fondo de un despeñadero de 40 metros en el Valle de Arán, el pasado mes de abril. Fueron agentes de medioambiente del Consejo General de Arán quienes avisaron del hallazgo del animal, cerca del municipio de Les, al filo de la frontera con Francia. El veredicto inicial, avalado y divulgado por el Gobierno aranés, dictaminó que Cachou se había caído tras pelearse con otra fiera. Medio año después, la juez ha ordenado detener a uno de los guardas del cuerpo de medio ambiente por su presunta relación con el envenenamiento del oso.

Cachou era un macho de seis años de la población del Pirineo y se hizo conocido por dar muestras de un apetito voraz, que trataba de saciar embistiendo a dentelladas los rebaños que encontraba pastando por prados y laderas. En septiembre del año pasado, se le atribuyeron cinco ataques a yeguas y potros en tan solo 15 días. Su presencia en el Pirineo desencadenó muchas críticas del sector ganadero y el Gobierno del Valle de Arán llegó a reclamar su retirada. “Exigimos la extracción inmediata del oso Cachou después de estos cinco ataques en poco más de dos semanas”, manifestó el entonces síndico de Aran, Francesc Boya, tras una oleada de denuncias de propietarios de rebaños.

El Consejo General de Arán fue socio del programa Piros Life, un proyecto para consolidar la presencia del oso en el Pirineo, que contó con 2,4 millones de fondos de la Unión Europea. Pese a ello, el máximo responsable político del valle se hizo eco de las voces más críticas con la presencia del oso en el Pirineo. “Reclamamos a todas las administraciones que reaccionen de manera inmediata y que se tomen las medidas necesarias para gestionar este conflicto que afecta de forma directa a nuestros ganaderos”, dijo Boya. Semejante posicionamiento enardeció a entidades ecologistas y colectivos que trabajan por la reintroducción del oso en el Pirineo.

La Generalitat admitió el carácter “depredador” de Cachou y dijo iniciar un proceso de reflexión para estudiar cuál era el camino a seguir con el oso. Antes de expulsarlo, se probó a rociar con fungicidas restos de equinos muertos para provocarle una indigestión al comerlos, buscando que aborreciera la carne de potros y yeguas. Cuando Cachou apareció muerto, varios colectivos animalistas apuntaron la posibilidad de un envenenamiento con algún tóxico. Joan Vázquez, portavoz de la colectivo Ipcena, fue uno de ellos. Ahora, no esconde cierta sorpresa por el desenlace que ha encontrado el asunto: “Es como si un guardia civil atracase el Banco de España”.

”El Consejo General de Arán quiso cerrar el tema diciendo que el oso se había caído tras pelearse. Quién sabe si entonces ya sabían que un funcionario suyo estaba implicado y, con la versión de la pelea, buscaban la manera de quitarse de encima una acusación que afecta también a la propia institución”, abunda.

El Consejo General de Arán, presidido ahora por Maria Vergés, evita hacer valoraciones sobre la detención del agente de medio ambiente, que fue contratado inicialmente con el programa de la Unión Europea y formaba parte de la denominada Brigada Oso. Tampoco manifiesta nada en relación al dictamen que avaló y divulgó inicialmente. Se referían contusiones y heridas perforantes en la cabeza de Cachou. “Al tratarse de un macho adulto, se deduce que solo otro oso puede causarle estas lesiones”, dictaminaba.

La detención del agente de Medio Ambiente, realizada este jueves por los Mossos d’Esquadra, no ha servido para que la juez titular del caso levante el secreto de sumario, una reserva judicial que no se había aplicado nunca antes en España por la muerte de un oso.


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