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La playa reservada para mayores de 65 años para luchar contra el coronavirus


La pandemia de coronavirus no solo ha golpeado en especial a las personas mayores, sino que ha dejado en segundo plano las necesidades de los más vulnerables. Los que, por sus condiciones psíquicas y físicas, más ayuda necesitan. Un grupo de expertos considera que estas circunstancias han intensificado el edadismo —la discriminación a personas o colectivos por motivos de edad— y llaman a combatirlo. Así lo recoge el informe Reflexiones sobre el buen trato a los mayores durante la covid-19 publicado por el Programa de Mayores de la Fundación La Caixa con motivo del Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez que se celebra cada 15 de junio.
Las faltas a la dignidad y el respeto hacia los mayores, agravadas por la situación de confinamiento y el aislamiento social impuesto, se han colocado en el eje central de este colectivo y han puesto de relevancia sus recursos y “fortalezas personales para hacer frente a esta coyuntura”, explican los expertos. Del informe se desprende que existe una urgencia real “de fomentar la igualdad de derechos entre las personas, independientemente de su edad; de promover la toma de conciencia sobre el maltrato y el abuso a los mayores, así como de incentivar el buen trato en las comunidades de personas interdependientes”. Y recuerda que los mayores son ciudadanos con los mismos derechos que el resto de la población, independientemente de sus necesidades. De este modo, los expertos reclaman a la ciudadanía “tomar conciencia de la condición vulnerable de la vida y de la necesidad intrínseca de los cuidados: no hay vida sin cuidados”.

Teresa Oliveras es granadina y tiene 78 años. Reconoce que ha pasado un confinamiento bastante bueno, a pesar de que en enero le diagnosticaron un cáncer de mama: “He estado un poco flojilla, me gusta estar activa y, como mi marido tiene una prótesis de rodilla, hemos estado haciendo bastante ejercicio. Hemos hecho muchas cosas”. Oliveras tiene diez nietos, y cinco han cumplido años durante el encierro: “Por eso también nos hemos puesto las pilas con la tecnología”. Además, reconoce que lo han vivido con mucha esperanza: “Miedo no, responsabilidad, sí. El miedo te paraliza, no te deja avanzar. Más que arropados durante la cuarentena, hemos estado mimados por todos mis hijos”.
A pesar de todo esto, a Oliveras le indigna la falta de respeto que existe en la sociedad, “sobre todo hacia los mayores”. Para ella, una persona merece dignidad por el mero hecho de serlo, “y es única e irrefutable hasta que te mueres”. Y continúa: “No hay que tratarlos como si fueran niños pequeños, hay que tener siempre en cuenta su autonomía, su capacidad para decidir. Y no nos olvidemos que están cargados de experiencia, que pueden, que podemos, ayudar mucho a otras generaciones”.
La pandemia ha mostrado su cara más amarga. “A muchos mayores se les ha escondido, se les ha dejado morir, se les ha hecho creer que no podían fallecer dignamente, que no merecían un respirador, los demás han decidido por ellos. Es horroroso”. Oliveras sostiene que a pesar de que un mayor tenga todas las capacidades para vivir con calidad, al final, todo este tipo de situaciones merma la autoestima: “Nos la baja hasta los talones y solo pensamos que somos un estorbo. Todos somos personas y merecemos un valor absoluto. Es como si la sociedad mandase un mensaje: si no eres productivo, no vales”, añade.
Y hace un llamamiento para que el respeto y la dignidad se enseñen desde la infancia, y que el Gobierno facilite medidas de conciliación, “para así evitar la sobrecarga que padecen muchos abuelos”: “He visto padres que dejan a sus hijos a las 7.30 de la mañana y no llegan hasta la noche; esto es una locura. ¿Quién va a mantener el sistema de pensiones? ¿Los jóvenes? ¿Cómo, si no existen medidas que les permitan tener hijos? El respeto, la dignidad es para todos”.
¿Hemos aprendido algo de esta pandemia? “Yo creo que, por lo menos, se ha llamado la atención sobre el maltrato o la falta de dignidad a los mayores, y que a lo mejor esto facilita que los que pueden cambiar las cosas, se pongan las pilas. Ojalá”, concluye.
La pandemia, efectivamente, ha mostrado que, más allá de los ancianos, todas las personas son  vulnerables, y que fragilidad no es sinónimo de falta de dignidad, según mantienen los expertos en el informe de la Fundación La Caixa: “Nuestro bienestar futuro depende del compromiso de la sociedad, porque el aislamiento social impuesto y la soledad no deseada no son inocuos”.
Además, inciden en que queda mucho por mejorar en el buen trato y respeto de los derechos de las personas mayores, y que “la crisis sanitaria ha puesto de manifiesto que en cualquier momento puede llegar la muerte, pero que no lo es lo mismo hacerlo bien que mal, aislados o acompañados”.
La Organización Mundial de la Salud estima que un 15,7% de las personas mayores de 60 años sufren este tipo de maltrato. Aún se trata de un problema muy invisibilizado y del que existen muy pocos datos e información. El organismo, no obstante, considera que esta cifra es muy inferior a la situación real, porque muchas personas mayores que son maltratadas no lo denuncian (se estima que solo el 4% de las personas que lo sufre lo hacen) o no tienen la posibilidad de denunciar.

Fortalezas que surgen de la adversidad

En otro informe, realizado también por la misma fundación en el contexto de la covid-19 y denominado Fortalezas que surgen de la adversidad, los expertos inciden en la importancia para los mayores de llevar una “vida con rutinas claramente establecidas; una actitud proactiva; tener una red social y posibilidades de mantener la comunicación, así como disponer de una fortaleza psicológica, sentido del humor, curiosidad y generosidad para lograr una vida con sentido y significado”. Para conseguir estas conclusiones hicieron un seguimiento de 43 personas mayores durante el confinamiento. Quienes soportaron mejor el encierro fueron aquellos que tuvieron cubiertas todas estas fortalezas. Este documento recalca que “para conseguir estas pautas es una obligación de todos, de la sociedad en su conjunto, que el acompañamiento de la personas mayores vuelva a ser el eje central, acompañando a las personas en la gestión de su vida poscovid-19”.


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