El rabino Yisroel Goldstein, herido en la mano en el atentado, este domingo. DENIS POROY (AP) / VÍDEO: EPV-REUTERS
Era el último día de la Pascua Judía y en la sinagoga Chabad de Poway, cerca de San Diego, acababa de comenzar la ceremonia del sábado a las 11 de la mañana. Un hombre de 19 años llamado John Earnest, vecino de la zona, entró en el templo en pleno rezo y empezó a disparar con un fusil de asalto AR-15. Una mujer murió y otras tres personas resultaron heridas, entre ellas el rabino y una niña de ocho años. Este domingo, Estados Unidos se preguntaba por qué, y la respuesta apuntaba a un submundo de redes sociales y discurso de odio obsesivo, el mismo que alimentó una matanza en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda.
“Estaba cara a cara frente al asesino terrorista, que tenía un rifle y me miraba directamente”, relató el rabino Yisroel Goldstein herido en la mano, en la televisión NBC. “En cuanto me vio empezó a disparar. Me destrozó los dedos”. La mujer fallecida se llamaba Lori Kaye, tenía 60 años y había sido una de las fundadoras de la congregación Chabad en el pueblo hace tres décadas. Según los testigos, Kaye fue tiroteada cuando se abalanzó sobre el asesino para proteger al rabino. Los otros dos heridos son una niña de ocho años y su tío, ciudadanos israelíes. Los tres se encuentran fuera de peligro.
“Lori recibió el balazo por todos nosotros”, dijo el rabino Goldstein en una rueda de prensa este domingo. Goldstein recordó la escena y cómo se quedó “paralizado” ante el hombre que le apuntaba con un fusil. Aseguró que el arma se encasquilló. “Pudo haber sido un baño de sangre”. Goldstein hizo un emocionado discurso contra el odio religioso y el antisemitismo. “Id a vuestras sinagogas, llenadlas. Tenemos que demostrarles que el odio no prevalecerá”.
Earnest fue detenido en el lugar de los hechos. Trató de huir en coche, pero un policía de la Patrulla Fronteriza fuera de servicio lo vio y disparó contra él. El sospechoso detuvo el coche y bajó con los brazos en alto. Una pareja de la policía local que estaba acudiendo a la llamada de emergencia lo detuvo en ese momento. El fusil de asalto estaba en el asiento del copiloto. El sheriff del condado de San Diego, Bill Gore, dijo que el asesino actuó solo. Earnest ingresó en prisión este domingo con un cargo de asesinato y tres de intento de asesinato. No tiene antecedentes.
El sheriff afirmó también que estaban investigando la actividad en redes sociales del sospechoso e hizo referencia a una “carta abierta”. En la web Pastebin hay una copia de un mensaje supuestamente publicado en la red 8chan y que se atribuye un tal John Earnest, que se autodefine como “un hombre de ascendencia europea”. La carta es un largo texto disperso e inconexo en el que el autor justifica los ataques contra judíos y musulmanes para defender “la raza europea”.
El autor del texto parece declararse también autor del incendio de una mezquita en Escondido, también en San Diego el pasado 24 de marzo. En aquella ocasión no hubo víctimas. En un pasaje se hace una especie de autoentrevista donde se pregunta: “¿Eres partidario de Trump?”. Y se contesta: “¿Quieres decir ese sionista, amante de los judíos, antiblanco, chupapollas traidor? No me hagas reír”.
En la carta también alaba “el sacrificio” de Brenton Tarrant, el supremacista blanco que asesinó a sangre fría a 50 personas e hirió al menos a otras 30 en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, el pasado 15 de marzo. Tarrant retransmitió el primer ataque en directo por Facebook. Las autoridades de San Diego no habían confirmado el sábado por la noche si John Earnest tenía cuenta en Facebook ni si era el autor del manifiesto supremacista.
Jonathan Greenblat, director de la Liga Anti Difamación, el lobby contra el antisemitismo más influyente de Estados Unidos, advirtió en televisión contra la propagación del discurso de odio en las redes sociales e hizo directamente responsables a las compañías de Internet de este fenómeno. “No hay duda de que este atacante se socializaba con estas ideas y montó el ataque para que tuviera máximo impacto en redes sociales”, dijo Greenblat. “Las compañías tecnológicas y Silicon Valley tienen que desempeñar un papel para asegurarse de que esta clase de retórica, que antes apenas veía la luz del día, deja de expandirse por sus plataformas. Han sido literalmente utilizadas por los extremistas. Es hora de acabar con eso ya. Esa es literalmente la línea del frente hoy en la lucha contra el odio”.
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