No me gusta cuando se dice que el portero salvó al Athletic o que gracias a él se sacó un punto en un encuentro concreto. Es verdad que hay partidos en los que los guardametas están muy bien y hay que agradecérselo, pero en realidad, se mire por donde se mire, ese es su trabajo. ¡Ojo, lo mismo que tampoco hay que matarlos cuando no están tan finos! Los porteros están para parar igual que los defensas tienen que defender y los delanteros atacar.
Estoy bastante harto de perder partidos por grandes actuaciones del portero rival de turno del Athletic y de que nadie diga que fue gracias a él por lo que se perdió. En ese caso siempre hablamos de mal partido propio y cosas así. Los guardametas viven en la soledad de ser el último hombre, pero nadie mejor que ellos saben de su importancia.
El Athletic tiene la meta muy bien cubierta con
Unai Simón
y
Iago Herrerín
y este trabajo con los guardametas de la cantera viene de años atrás. Lezama ha dado, da y seguirá dando grandes cancerberos. Es un seguro de vida contar con la posibilidad de incorporar permanentemente jóvenes talentos para defender el arco rojiblanco, siempre bajo la atenta mirada, cómo no, del más grande:
José Ángel Iribar.
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