El invento de los cinco cambios ya es historia en la mejor Liga. La Premier League ha decidido en una reunión prescindir de este elemento adulterador de su competición porque beneficia a los clubes más poderosos, a quienes disponen de más y mejor fondo de armario para inclinar a su favor la balanza en los minutos decisivos de los partidos.
Mientras los profanos jerifaltes del negocio siguen pensando en perpetuarla, mientras la Liga con más positivos por COVID-19 y menos vergüenza ni se plantea erradicarla, el fútbol inglés ha tardado apenas dos meses en devolver la ecuanimidad que ya fomentaron con un reparto más justo de los derechos televisivos. Votando sin decretazos. Chapeau.
Al parecer, dicha adulteración en el final de las Ligas respondía a la estrechez del calendario, a la desesperada demanda de profesionales y especialistas de que volver era una burrada. Ahora, en puertas de otra temporada y con el mismo protocolo suicida, el engendro carece del remoto sentido que alguien le intuyó en su momento. La vuelta del negocio fue temeraria, injusta y sólo propia de burdos caciques. La justicia y el sentido común tienen entre manos un marrón perpetrado por quienes ahora se lavan las manos y tratan de victimizarse.
A
Bielsa
-fuente de inspiración y contenido de algunos compañeros- le quitan dos cambios, me pregunto cómo afectará en sus planes de dosificación de cada partido. Sospecho que más bien poco.
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