El debate que se vive estos días en Valencia muestra cómo ha cambiado la visión sobre el papel que los centros educativos juegan en la pandemia. Dentro de poco se cumplirá un año de la decisión de cerrarlos todos para frenar la propagación del virus, una medida que se prolongó tres meses. Un año después, en cambio, las autoridades valencianas han propuesto que los colegios e institutos cancelen las vacaciones de Fallas (no las de Semana Santa), previstas para mediados de marzo, asegurando que los alumnos están más seguros en ellos. Y que la rutina escolar es el mejor antídoto contra la “atmósfera festiva” que, pese a la cancelación de las celebraciones oficiales, temen que inunde la ciudad “produciendo más contagios”.
Los epidemiólogos comparten la propuesta realizada por el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, la consejera de Sanidad, Ana Barceló, y el alcalde de Valencia, Joan Ribó. Los docentes, por su parte, se oponen. Está previsto que el asunto se vote este jueves en el consejo escolar municipal. Las asociaciones de padres, divididas al respecto, decantarán la balanza, probablemente a favor de mantener los festivos.
Abuelos sin vacunar
“Las medidas puestas en marcha en los centros facilitan la contención de la transmisión”, afirma el pediatra y epidemiólogo Quique Bassat, investigador del Isglobal de Barcelona. “Estando de vacaciones, los niños tendrán más conductas de riesgo. Y se tenderá a tirar de los abuelos, porque muchos adultos tienen que trabajar, cuando la mayoría no están protegidos porque solo se ha vacunado a los de 80 años para arriba”.
La semana festiva (del 16 al 21 de marzo; si se aceptara la propuesta del Gobierno autonómico se reduciría al viernes 19 y al fin de semana) está demasiado cerca de los coletazos de la tercera ola, que fue alimentada por las vacaciones de Navidad y resultó especialmente devastadora en la Comunidad Valenciana. “Me parece razonable que haya clases”, secunda Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública de la Universidad Miguel Hernández. “Aunque la incidencia está baja, todavía hay que esperar a la evolución de las próximas semanas para ver si se consolida. En los últimos días ya se ha empezado a notar un aumento de la movilidad y la actividad, lo cual es normal, y las señales que hay que enviar es que seguimos en una situación de riesgo y tenemos que trabajar lentamente con el objetivo de todo el año”.
“No me hago una idea del impacto que puede tener [declarar lectivos los días de Fallas]”, afirma Salvador Peiró, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública, “y desde luego no está relacionado con que los niños contagien, sino con la movilidad general y el aumento de las reuniones familiares, porque una paella en Fallas es casi inevitable”.
Sobresfuerzo
Los sindicatos de enseñanza, que en algún caso han organizado concentraciones para protestar contra la propuesta de Puig, están completamente en contra. “Tanto el profesorado como el alumnado necesitamos descansar. Los signos de agotamiento, en un curso tan extraño como el que estamos viviendo, son evidentes”, afirma Marc Candela, portavoz del sindicato STEPV. “El profesorado está duplicando sus jornadas laborales para atender a los que están en clase y los que están confinados, y para ir rehaciendo la programación. Y aparte también tenemos las oposiciones que se han convocado en secundaria y que esos días vienen muy bien para que los interinos puedan prepararse en condiciones”, añade.
Dado el equilibrio que existe en el consejo escolar de Valencia entre los miembros de la comunidad educativa, la decisión quedará probablemente en manos de las Asociaciones de Madres y Padres (Ampas), que en enero, cuando ya se votó el asunto (aunque sin una recomendación expresa de la Generalitat), se dividieron al respecto. Rubén Pacheco, presidente de Fapa Valencia, mayoritaria en la red pública, parece inclinado a mantener las vacaciones. “Los críos necesitan descansos, porque forman parte de su formación. Por desgracia, en nuestro país no sucede como en otros países europeos donde, después de tres o cuatro semanas de clase, hay fijada de manera estable una semana de descanso”, dice.
Pacheco añade que si de verdad lo considera necesario, la Generalitat podría imponer las clases. “Si la Consejería de Sanidad emite una orden diciendo que esos días deben ser lectivos, lo serán y no diremos nada al respecto”.
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