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La que pudo liar Isak

Era un partido perfecto para Isak. Se intuía desde el pitido inicial y la sensación se corroboró con el desarrollo del encuentro. El sueco fue el autor del gol del triunfo y pudo haber completado una actuación estelar de haber estado algo más lúcido a la hora de definir. Perdonó demasiado, mantuvo con vida a su rival y la línea entre ser el héroe del partido o el villano fue demasiado fina, aunque no llegó a romperse.

La forma de enfrentar los partidos del Eibar, con la defensa adelantada; la lentitud de sus centrales; las urgencias y la ansiedad derivadas de su delicada situación clasificatoria y los errores que colecciona en cada partido dibujaban un escenario ideal para un punta potente y veloz como el sueco que, eso sí, tardó algo en aparecer.

Fue a los 24 minutos cuando salió por primera vez en estampida tras un balón en largo de Guevara. Ganó el área y cuando podía dejarle un gol en bandeja a Oyarzabal, optó por resolver, permitiendo a Oliveira desviar a córner su disparo. La suerte quiso que de ese saque de esquina llegara el gol porque a Isak le cayó un balón al borde del área pequeña y totalmente solo, resolviendo con su zurda con un disparo entre las piernas de Dmitrovic. Tanta soledad era sospechosa, pero el VAR dejó en evidencia a Kike
García, que habilitó a Isak y validó el tanto txuri urdin.

10 goles en la segunda vuelta

Es el decimocuarto gol en Liga del sueco, que sólo tiene por delante a Messi (25), Benzema (21), Gerard
Moreno (20), Luis
Suárez (19) y En-Nesyri (17).

Diez de esos tantos han llegado en la segunda vuelta, lo que convierten a Isak en el tercer punta más realizador de la segunda mitad del campeonato junto a Gerard
Moreno y sólo por detrás de Benzema y Messi, que totalizan 12.

Su gol elevó la urgencia y disparó la ansiedad del Eibar y sólo tres minutos después, en otra contra y tras un servicio de Barrenetxea y un estupendo control orientado, disparó flojo dentro del área, deteniendo Dmitrovic.

El Eibar estaba tocado y, un minuto después, provocó la amarilla a Oliveira, que se vio obligado a agarrarle para evitar que saliera disparado hacia la portería del meta de Subotica.

Lo hizo de nuevo al filo del descanso, pero se lió con el esférico cuando sólo tenía al portugués ante él. Aunque para ocasión clara la que tuvo en el 53, en un mano a mano ante Dmitrovic en el que disfrutó de todo el tiempo del mundo para decidir y lo hizo fatal.

Por eso cuando fue sustituido en el 72 su cara no era precisamente de felicidad. No por el cambio, sino porque sabía que podía haberse ido con el encuentro resuelto y sin embargo dejaba el campo con todo por decidir. Afortunadamente pudo dormir bien.


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