La razón por la que Carolina de Mónaco no se divorcia de Ernesto de Hannover


Se casaron en una ceremonia discreta el 23 de enero de 1999 en el palacio de Montecarlo y llevan separados una década aunque legalmente siguen unidos. Durante muchos años se ha especulado con los motivos de Carolina de Mónaco para no divorciarse de Ernesto de Hannover, de 66 años. Ahora la revista Bunte, generalmente muy bien informada sobre el aristócrata y su familia, ha desvelado que todo se debe a un pacto alcanzado entre los hijos de Hannover y la princesa de Mónaco para preservar el patrimonio familiar. El hijo mayor del príncipe mantiene un duro enfrentamiento con este por las propiedades familiares. El todavía marido de Carolina incluso ha llevado el asunto ante la Justicia ya que no está de acuerdo en cómo su primogénito gestiona el legado de la Casa Hannover. El príncipe, por otro lado, es un hombre con una complicada vida, problemas de salud y adicciones que ha amenazado con casarse y tener otro hijo para dinamitarlo todo. Posee, además, una personalidad conflictiva. El pasado mes de septiembre protagonizó el último incidente que provocó que la policía se presentara en la cabaña de montaña de Grünau im Almtal, en Austria, en la que vive estos últimos meses y le arrestara. El motivo: “amenazas peligrosas, daños materiales y coacción”. No era la primera detención de noble.

Cuando el príncipe Ernesto Augusto de Hannover Jr. anunció que había decidido vender el opulento castillo de Marienburg al estado de Baja Sajonia, la prensa se hizo eco del asunto, se especuló con la riqueza del príncipe y se echó de menos un comentario de su padre, Ernesto Augusto de Hannover, quien le había regalado el palacio a su hijo en 2004. La venta fue negociada durante siete largos años por el heredero de la casa Güelfa, pero cuando todo estaba preparado para la firma de compraventa por la simbólica suma de un euro, el gobierno regional de Baja Sajonia recibió una carta firmada por el príncipe Ernesto de Hannover senior que paralizó todo el proceso. El todavía esposo de Carolina de Monaco pedía en dicha carta la restitución del castillo, alegaba que su venta era “ilegal e indigna” y acusaba a su hijo de haber cometido un acto de “gran ingratitud”, al ceder la residencia oficial de la Casa Güelfa al estado de Baja Sajonia.

Según la revista Bunte, la batalla que libran padre e hijo, y por la que el gobierno regional de Baja Sajonia se vio obligado a detener le proceso legal de compra venta tiene una explicación simple; falta de liquidez. “Ya no podía seguir haciéndome cargo de los gastos”, dijo el príncipe casi con humildad al aceptar que la conservación de la gran residencia, que cuenta con 135 habitaciones, estaba acabando con su riqueza personal. Sus problemas financieros los heredó cuando su padre le transfirió el patrimonio familiar en 2004.

Ya en 2005 el joven se había visto obligado a subastar tesoros artísticos del palacio, una medida que le reportó 44 millones de euros. Con el dinero, el príncipe pagó viejas deudas y renovó una torre que estaba cayéndose a pedazos. También puso en marcha programas culturales con lo que logró atraer a más de 200.000 visitantes cada año, pero el éxito no impedió que el majestuoso palacio siguiera deteriorándose.

Carolina de Mónaco mantiene una estrecha relación con los dos hijos de Hannover que son medio hermanos de su hija Alexandra por lo que es habitual verles participar en reuniones familiares. Ambos ocuparon un lugar destacado junto a la princesa el día de la boda de Alberto y Charléne pese a que la separación ya era un hecho. Por eso no ha dudado en apoyarles y hacer de su particular matrimonio un muro de contención.


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