Esta semana se ha escrito un nuevo capítulo de la tormentosa historia reciente de Abengoa, una empresa que fue modelo internacional de innovación y puntera en energía renovable, pero que desde hace cinco años se encuentra al borde del precipicio: un consejo de administración reprobado en junta general extraordinaria, pero cuyos componentes se mantienen en la filial Abenewco1, que es la que maneja el negocio; un grupo de accionistas minoritarios contestatarios que han salido victoriosos a medias, porque no han podido tomar el mando; una consecuente amenaza de impugnación; otra junta extraordinaria programada para los días 21 y 22 (en primera y segunda convocatoria) y, por medio, un plan de reestructuración que no acaba de arrancar por el rechazo de la Junta de Andalucía a aportar 20 millones de euros cerca ya de la fecha límite del 6 de diciembre para su aprobación.
El plan, acordado el 6 de agosto con los acreedores y el Gobierno a través del ICO y Cesce, encendió la rebelión de los minoritarios, que trazaron una estrategia bien urdida cuyo punto culminante fue el anuncio del fichaje de Marcos de Quinto para liderar el asalto final. El exejecutivo de Coca-Cola, que también había sido fichaje estrella de Ciudadanos en las pasadas elecciones, encabezó un grupo de siete con personas, algunas recomendadas por él.
El impacto fue tal que la actual dirección, que preside Gonzalo Urquijo, respondió con la convocatoria de otra junta extraordinaria y la propuesta de nombrar tres consejeros en la matriz en sustitución de los siete actuales, que se mantendrían en la citada filial. Pero, Abengoashares también tiene previsto presentar otros tres consejeros (y alternativamente otra de siete), con las mismas intenciones.
Hasta que se celebre esa junta y si De Quinto no logra alcanzar antes el acuerdo que asegura estar negociando (véase entrevista en EL PAÍS), hay un recorrido impredecible. Empieza este mismo lunes, que es cuando acaba el plazo para presentar la impugnación en los Juzgados de lo Mercantil de Sevilla y, asimismo, para hacer la propuesta de consejeros para la citada junta extraordinaria. También este lunes será la vista de la presentación de pruebas de la demanda interpuesta para anular el plan de rescate del 6 de agosto.
Abengoashares considera que el traspaso de deuda de Abengoa SA a Abenewco1 supone dejar vaciada la matriz y es una forma de llevar a la quiebra, sin descartar la comisión de un alzamiento de bienes. Este traspaso supone un cambio trascendental en la estructura accionarial, de manera que Abengoa SA pasará de tener el 72% a solo el 2,7% de Abenewco1 a través de otras sociedades intermedias (Abenewco2 y Abenewco2 Bis) en un entramado ideado para, en teoría, hacer más gobernable el grupo y, en la práctica, garantizar que los acreedores controlan la pieza. Abengoa informó el lunes pasado que no había logrado las adhesiones para que los proveedores con deuda acepten convertirla en préstamos participativos. De 153, solo ha logrado 28, lo que llevaría a concurso por 125 millones.
Los minoritarios, que creen que se puede salir del preconcurso sin tanta ingeniería financiera, no entienden que la matriz se quede con esa mínima participación. A su juicio, el consejo ha actuado como si la empresa fuera suya y no de los accionistas. Ahora, con el triunfo en la junta, les ha subido la moral y van a por todas. Se juegan la partida, en una apasionante pelea empresarial en la que se mezclan muchos matices. Las interpretaciones de la Ley de Sociedades de Capital está llena de recovecos que los abogados mercantilistas manejan con perfección.
Mientras tanto, han entablado contactos con los bancos y fondos de inversión, alguno de los cuales ya se ha negado a dar su aprobación para nuevos aplazamientos para negociar el rescate. En todo este mejunje, Urquijo, que era su persona de confianza, ha perdido credibilidad. No ha gustado su forma de proceder en la junta y no entienden que, cuando la mayoría de los accionistas asistentes a la asamblea habían decidido descabalgarle, se enrocara y encastillara en Abenewco1. Según observadores, ha actuado como juez y parte, haciendo caso omiso de los propietarios e impidiendo mediante una treta legal discutible el nombramiento de nuevos consejeros.
Ahora se especula sobre la próxima junta y cómo será el reparto de fuerzas. La votación desveló la atomización del accionariado. A la junta acudió el 28%, de los que apenas el 10% apoyaron a la dirección, principalmente acreedores. Del resto, está por ver si figura el 2,3% de Inversión Colectiva, la firma que agrupa al anterior presidente, Felipe Benjumea y otras familias, antiguas propietarias.
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