La recaudación fiscal cerrará 2021 con récord tras superar en un 4% las cifras previas a la pandemia

Una sede de la Agencia Tributaria
Una sede de la Agencia Tributaria

Los ingresos fiscales van camino de cerrar el año creciendo el doble que la economía. Mientras que el PIB nominal, que incluye la inflación, avanza un 6,3% hasta septiembre, la recaudación ha aumentado un 14% hasta noviembre. Se trata de una brecha que nunca se había dado sin cambios tributarios, explicó el director de la Agencia Tributaria, Jesús Gascón, en una comparecencia en el Senado hace unos días. Habría que remontarse en la estadística al año 2012, cuando hubo una diferencia casi igual. Solo que entonces el Gobierno de Mariano Rajoy tuvo que subir una larga batería de impuestos para hacer frente a la crisis de ingresos. Y en 2010 la brecha fue incluso algo superior al subir el Ejecutivo de Zapatero el IVA y suprimir los 400 euros. Desde que comienza la serie allá por 1995, solo en 2005 se llega a dar una divergencia casi similar sin que se haya tocado la tributación, un hecho que se debe fundamentalmente a las grandes recaudaciones que brindaba a la sazón la burbuja inmobiliaria.

Si se comparan las bases tributarias con la demanda interna, que sería una correlación algo más ajustada porque se están quitando las exportaciones que no tributan, la diferencia también es parecida. La demanda interna se expande un 6,1% frente a un crecimiento de las bases impositivas del 13,2%.

La evolución es tan positiva que a fecha de hoy la recaudación tributaria supera ya la de antes de la pandemia en un 4,6%, alcanzando máximos históricos. Y ello a pesar de que el PIB se encuentra todavía un 5,8% por debajo del de finales de 2019.

Las ventas diarias, un 20% superiores a 2019

Otro dato que apunta en este mismo sentido son las ventas diarias de empresas que brinda la Agencia Tributaria, una estadística que se confecciona a partir de las declaraciones de IVA de las sociedades a través del Suministro Inmediato de Información. Aunque probablemente tenga ligeramente infrarrepresentada la restauración, supone una muestra bastante representativa de los sectores con un 70% de las operaciones totales, y entre octubre y mediados de diciembre arroja que las ventas diarias han sido un 20% superiores a las de antes de la pandemia. No han recobrado los niveles precovid ni la hostelería, todavía afectada por el coronavirus, ni la fabricación de automóviles, lastrada por la falta de suministros. Cabe recordar que este dato no está corregido por la inflación y que recoge empresas con más infraestructura informática, más robustas y que probablemente están saliendo mejor de la pandemia ganando cuota de mercado. Pero en cualquier caso la cifra es tan elevada que indica una brecha muy significativa entre los datos que maneja la Agencia Tributaria y los que tiene el INE de consumo.

La brecha también se aprecia en la comparativa europea. España es el país de la UE tras Lituania en el que hay una mayor diferencia entre la evolución de la economía y de los ingresos, según datos de Eurostat hasta la mitad de 2021. En consecuencia, al hundirse el PIB pero aguantar la recaudación, España es la economía de la Unión que más ha aumentado su presión fiscal solo por detrás de Lituania.

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Sorprende además que la recaudación del impuesto de sociedades, una vez restado el efecto de la operación entre Caixabank y Bankia que lleva los ingresos por esta figura a cotas récord, se encuentra cerca de los niveles de 2019. Según explican fuentes ministeriales, ha influido que las empresas se apuntaran muchas provisiones en 2020 y que ahora las estén deshaciendo, empujando hacia arriba los resultados. De todas formas, se trata de unos datos que hay que tomar con cautela porque las compañías tienen que adelantar el pago según su resultado contable sin tener en cuenta las bases negativas que se deducen y que pueden provocar que en la liquidación haya devoluciones.

Sin subidas de impuestos significativas

Semejante incremento de la recaudación total no obedece en ningún caso a las subidas de impuestos. De hecho, este año entraron en vigor la subida del IRPF a rentas altas, el alza del IVA a las bebidas azucaradas, la limitación a la exención de los dividendos del exterior, la tasa Google y los impuestos sobre transacciones financieras y primas de seguro. Sin embargo, la recaudación por todas estas medidas está quedando muy lejos de las previsiones del Ejecutivo: unos 1.500 millones frente a los casi 7.000 que había vaticinado. Y además su impacto se está viendo neutralizado por completo por las bajadas de impuestos en la electricidad y la rebaja del IVA de las mascarillas. Es lo comido por lo servido.

El comportamiento tan positivo de los ingresos puede explicarse por un buen número de razones: el fuerte despliegue de los ERTE y las ayudas a autónomos, que fueron determinantes para conseguir que las rentas de las familias no se hundiesen tanto como lo hizo el PIB; el buen comportamiento del empleo; una inflación que se está disparando desde mediados de año y que eleva los ingresos del Estado, si bien una parte se está desactivando con las rebajas de impuestos en la electricidad; el aumento de las plantillas públicas, que tienen sueldos más altos y rentas completamente declaradas; la pérdida de empleo en trabajos con menores salarios y, por tanto, menor tributación; la protección de rentas que han brindado las pensiones; la generalización del gasto con tarjetas en vez de efectivo, algo que es más fácilmente controlable por la Agencia Tributaria, o la mayor preferencia tras la covid por el trabajo en la economía formal en lugar de la sumergida debido a las importantes ayudas públicas y la existencia de restricciones que impedían su movimiento.

Además, el colectivo más perjudicado por esta crisis probablemente hayan sido los autónomos, que suelen generar pocos ingresos para el fisco. Lo cual provoca que su pérdida de ventas se haya notado menos en las cifras de recaudación.

Francisco de la Torre, inspector de Hacienda, destaca la importancia de que haya habido liquidez, no se haya producido un estrangulamiento crediticio y, por lo tanto, las empresas hayan podido pagar puntualmente a diferencia de lo ocurrido en la anterior crisis financiera.

La presidenta de la Autoridad Fiscal (Airef), Cristina Herrero, ha apuntado que España suele exhibir un comportamiento muy bueno de los ingresos en las recuperaciones. Como explicó en una intervención en el Senado, en periodos normales suele haber incrementos de uno a uno, es decir, por cada punto de subida del PIB aumenta un punto la recaudación. En cambio, en las recuperaciones esta elasticidad de la recaudación respecto al producto puede llegar al 1,8.

La gran divergencia

Todos estos factores explican en parte que la recaudación vaya mejor que el PIB. Pero en su conjunto no pueden justificar que haya una diferencia tan grande. “Imposible que haya tan buenos datos de recaudación y que el PIB esté tan bajo”, señala un alto cargo de la Administración. Y así se lo han trasladado técnicos de la Agencia Tributaria al INE en las reuniones que han mantenido en fechas recientes para estudiar la divergencia entre estos datos. De hecho, la incorporación de los últimas cifras de ventas de la Agencia pueden haber explicado buena parte de la última revisión al alza del INE en unas seis décimas.

El Gobierno está defendiendo que con la pandemia las encuestas que está utilizando el INE han podido quedar desfasadas frente a registros como la recaudación y la afiliación. Y que estas encuestas pueden estar fallando a la hora de captar cambios en la economía como la mayor presencia de actividad digital en el comercio. Es la llamada recuperación en K que no se estaría midiendo en su verdadera dimensión.

Por su parte, el INE ha alegado que con los turistas comprando un 75% menos, sin ventas de coches y con la inflación restando poder de compra es lógico que el PIB se resienta.


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