La recaudación por el impuesto de matriculación sufre la mayor caída en 12 años por la pandemia


La automoción ha vivido un año negro. La pandemia golpeó al sector, que en 2020 registró las peores cifras de venta de turismos en siete años. Esta contracción de la demanda se ha reflejado en los ingresos por el impuesto de matriculación, que descendieron un 39,5% hasta los 372,9 millones. Es la cifra más baja desde 2016, y la mayor caída en 12 años, según publicó este martes la Agencia Tributaria. La recesión y los confinamientos son los principales responsables de esta caída, en la que también ha influido la venta de coches más eficientes.

El plan de ayudas al sector anunciado a bombo y platillo por el Gobierno el pasado verano tampoco ha logrado revitalizar una industria que, además, prevé nuevos nubarrones que torpedeen la recuperación en 2021. Uno de los grandes obstáculos que detectan para la reactivación del sector, y que se suma a la incertidumbre que sigue rodeando la situación sanitaria, es la entrada en vigor del nuevo método europeo para medir las emisiones. Este sistema, conocido como WLTP y más exigente que el actual, entró en vigor a finales de 2018, pero el Gobierno decidió aplicar un periodo transitorio hasta el 1 de enero de este año. Las asociaciones de fabricantes y concesionarios lamentan que, en la práctica, el WLTP supondrá un encarecimiento en el coste final del vehículo, que cifran en un 5%.

Esto porque el impuesto de matriculación es un tributo que se abona una sola vez al comprar un vehículo y se calcula en función de las emisiones de CO₂. La normativa prevé cuatro horquillas de emisiones a las que se asignan distintos tipos impositivos. Antes de la pandemia, en 2019, los ingresos brindados por este gravamen crecieron un 20% con respecto al año anterior y alcanzaron su cifra más alta desde 2010, pese a que las ventas de coches retrocedieran un 4%.

Una de las principales razones de ese desenlace fue el aumento de los automóviles de gasolina —cuyas ventas empezaron a crecer tras el estallido del dieselgate y en 2018 superaron a los de gasóleo— y de coches de más peso, que consumen más y en consecuencia producen más emisiones. En 2020 se mantuvo la tendencia: de los 967.326 automóviles matriculados —en 2019 fueron 1.301.986—, casi el 60% fueron de gasolina, frente al 37% de gasóleo, según la Agencia Tributaria. La cifra es similar a la de 2019, cuando el 64,4% de los nuevos vehículos fue de gasolina y el 35,6%, de diésel.

La gran diferencia con el año anterior es la pandemia, que obligó a los concesionarios a un cierre forzoso durante los meses más duros del confinamiento y contrajo la demanda por la fuerte recesión por el parón de la actividad. Pero el año pasado también creció el porcentaje de vehículos más eficientes, que están exentos de pagar el impuesto de matriculación. Este privilegio se concede a los automóviles que emiten menos de 120 gramos de CO₂ por kilómetro: el año pasado se libró del tributo el 71% de los coches matriculados, frente al 59% del año anterior. La mayoría de ellos, 410.815 coches, fueron de gasolina.

También se redujo el porcentaje de coches menos eficientes sobre el total: los vehículos que emiten más de 160 gramos de CO₂ por kilómetro supusieron el 7% de los nuevos automóviles matriculados en 2020, frente al 8% del año anterior. El resultado de este cambio en los patrones es un descenso en la emisión media por vehículo, que pasó de los 121 gramos de CO₂ por kilómetro de 2019 a los 113 en 2020.

Esta tendencia coincide con los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac) sobre la venta de vehículos electrificados, híbridos y de gas: en 2020 crecieron un 24%, con un repunte espectacular en diciembre del 146,5% sobre el mes anterior. La asociación lleva tiempo pidiendo que se grave el uso de los vehículos en lugar de su compra, para favorecer la renovación del parque.


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