“El pasado es un país extraño”, decía el jurista e historiador Bartolomé Clavero, recientemente fallecido. Es un lugar inexistente al que a veces se invoca su retorno. Algo de eso hay en las fotos y los vídeos de personas disfrazadas de viejos soldados de la Cruzada, reyes de la Edad Media y conquistadores con banderas de las 50 provincias de España captados el pasado fin de semana en un acto de casi tres horas del partido Vox llamado La Historia que hicimos juntos, celebrado en Madrid.
Más allá de las máscaras, la Reconquista y su supuesta relación con el nacimiento de la nación española es un fenómeno temático cultural de primer orden. En librerías y grandes superficies se multiplican libros de divulgación como La Reconquista y España, de Pío Moa (La Esfera de los Libros, 2018); Al Andalus y la Cruz, de Rafael Sánchez Suau (Tecnos, 2021); Reconquista. La construcción de España, de Iván Vélez (La Esfera de los Libros, 2022); ¡Santiago y cierra España!: El nacimiento de una nación, de José Javier Esparza (La Esfera de los Libros, 2021), o novelas como ¡Pelayo!, de José Ángel Mañas (La Esfera de los Libros, 2021), o los cinco volúmenes de Las novelas de la Reconquista, de Julio Merino (editorial SND, 2021).
Santiago Abascal, líder de Vox, en el inicio de campaña en Covadonga, el 14 de abril de 2019.EFE
¿De dónde procede esta invocación al pasado? Algunos analistas sostienen que son tergiversaciones de la historia para alimentar las narrativas políticas ultranacionalistas y radicales. Invocaciones que están ocurriendo en España, pero también en países como la Francia de Éric Zemmour y su partido Reconquista, en los Estados Unidos de Donald Trump y su Make America great again o el Reino Unido del Brexit, como sostiene Pippa Norris en su libro Cultural backlash (Cambridge University Press, 2019). Son reacciones culturales de rechazo a los cambios de valores y costumbres, percibidos como una amenaza.
Supuesto esplendor
“El manejo de la Historia es un elemento de gran peso en las guerras culturales para apropiarse del pasado al servicio de la política, un instrumento de proyección de su ideología y valores”, advierte Mateo Ballester, doctor en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid. La explosión de esta temática no es casual, afirma Ballester, porque “vivimos un momento de explosión del nacionalismo palingenésico”, un palabro que describe la secuencia de un supuesto esplendor pasado, un supuesto presente de decaimiento y una llamada a la recuperación de ese supuesto esplendor perdido.
El líder de Vox, Santiago Abascal, habla durante el acto de su partido, el pasado 8 de octubre, delante de gente ataviada de época.
Ballester, autor del estudio Vox y el uso de la historia: el relato del pasado remoto de España como instrumento político, afirma que la formación de Santiago Abascal dedica muchos esfuerzos para desarrollar una narrativa histórica que proviene “del relato nacional conservador historicista del siglo XIX, y también del franquismo”. Y que ese es un relato prácticamente descartado en la historiografía académica contemporánea. La tesis de Ballester es que en esta reivindicación Vox apela y refuerza una tendencia social de resentimiento cultural hacia cambios que se atribuyen a un progresismo culturalmente hegemónico.
Estrategia calculada
Para Alejandro García Sanjuan, catedrático de Historia Medieval de la universidad de Huelva, no hay duda de que estamos ante una “estrategia perfectamente pensada y calculada” de divulgación de libros “pseudohistoriográficos” y novelas que ponen el énfasis en gestas “patrioteras”, con una retórica de conflicto en el discurso político contemporáneo. La estrategia es “pontificar sobre complejos procesos históricos” reduciéndolos a esa vieja idea “tan victimista de la nación española, de fortaleza asediada y de conspiración contra sus esencias”, afirma. El problema deriva, según Sanjuán, en que la utilización de la imagen de una “supuesta España medieval” ―que no existía entonces como país― es “preocupante” porque transmite un mensaje “con muchísimos prejuicios”.
El pasado árabe, la clave
En broma o en serio, la irradiación cultural de esta lectura específica de la Reconquista no es menor, y la cuestión de la herencia árabe en España es clave en el asunto. Hace unos días, la periodista y escritora Isabel San Sebastián, autora de La Dueña (Plaza & Janés 2022), novela ambientada en la Reconquista, participó en un coloquio organizado por el Archivo Histórico Nacional con una conferencia titulada El derecho a ser europeos ganado tras ocho siglos de lucha. Y José Javier Esparza, autor de Visigodos. La verdadera primera historia de España (La Esfera de los Libros, 2022) estuvo en mayo en un congreso organizado por Vox y el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), llamado Frontera sur: inmigración ilegal e islamismo, donde dijo: “En Europa nuestros poderes quieren que dejemos de existir como pueblo, pero aquí hay un espacio de resistencia”.
Estatua ecuestre del Cid Campeador en Burgos, obra de Juan Ávalos.
Este relato de la España como patria cristiana y pura frente al infiel moro invasor es el que utiliza Vox en su imaginario nacional, no porque lo considere cierto, sino porque se ajusta a los valores que quiere transmitir: hace unos años, en un debate sobre si el islam en la Edad Media fue un factor de cultura, opción parcialmente defendida por Fernando Sánchez Dragó, o culturalmente ‘destructor’, según Kiko Méndez-Monasterio, asesor del partido, Abascal le explicó a Dragó: “Me pongo del lado de Kiko, no porque tenga razón o no, cosa que ignoro, sino porque su versión me gusta más que la tuya y coincide con lo que yo pienso”. Y en 2012, en los actos conmemorativos del VIII Centenario de la batalla de las Navas de Tolosa, Abascal ―entonces cabecilla de la Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES)― dijo: “Afirmamos como tesis fuerte que la existencia de España es incompatible históricamente con la existencia de Al-Ándalus”.
Algunos se toman a risa este tipo de declaraciones, pero no es el caso de Emilio Manzano, doctor en Historia Medieval de la Universidad Complutense de Madrid. Manzano alerta de que estas nuevas corrientes de la reconquista “españolista” que hablan del invasor, la heroicidad y la resistencia de la pureza patria son “un relato viejo, pero por disparatado que nos parezca hay que tomárselo en serio, porque es un relato potente”, advierte.
En esta tesitura, Manzano, experto en Al-Ándalus, reparte responsabilidades al advertir que “la izquierda tradicionalmente nunca ha sabido muy bien qué hacer con el pasado árabe”, y que los abusos de “la épica esencialista” también se dan en los relatos más exacerbados de los nacionalismos catalanes, vascos, valencianos o andaluces. “La historia no hace las identidades, sino que son las identidades las que intentan hacer la historia”, subraya. Y concluye haciendo autocrítica en el ámbito académico: “La visión crítica del pasado está siempre en construcción, y los historiadores tenemos que hacer el esfuerzo de ser más divulgativos. Cuánto más conocimiento riguroso y crítico del pasado tengamos, más capacidad crítica tendremos como sociedad”.
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