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Como en su infancia en la noche de Reyes, Ismael Fernández se desveló a las cinco de la mañana del pasado lunes. Málaga entraba entonces en la fase 1 y él sabía que, por fin, podría ir a su pueblo a visitar a la familia. Sin poder dormir, se levantó temprano y, nervioso y sin despedirse de su novio, recorrió en coche los 35 kilómetros que separan su piso en el centro de Málaga de la vivienda de sus padres en El Borge, en el este de la provincia. Pasó fugazmente por allí y fue rápidamente a ver a Baldomera, una burra de cinco años que lleva dos la familia. Sin saber muy bien por qué, sacó el móvil para grabar el reencuentro. La llamó y el animal apenas parecía hacerle caso. “Pensé que iba a pasar de mí”, recuerda. Pero la burra echó de repente a correr hacia él y, tras saludarse, ambos se emocionaron. A él se le entrecortó la voz y Baldomera emitió unos rebuznos en un tono que Ismael y sus familiares jamás habían escuchado. “Fue increíble y muy emocionante”, subraya este malagueño de 38 años.
El vídeo acumula miles de reproducciones en redes sociales, ha pasado a los medios de comunicación e Ismael ha hablado ya sobre Baldomera en distintas cadenas de televisión, incluso le ha entrevistado una británica. “Me vine al pueblo a descansar un poco y esto se ha convertido en una locura”, asegura este periodista en paro, que aún se emociona recordando su encuentro, que se asemeja al que vimos en Italia entre una joven y su perro tras acabar el confinamiento.

No me da vergüenza que me oigáis llorar, porque aquí está una de las demostraciones de amor más incondicionales que existen. La de la mi burra y amiga BALDOMEREEEEEEEERA al verme después de dos meses (aviso a sensiblones como yo: ella también llora) Y yo venía todo el camino a Él Borge preparándome por si no me reconocía…
Publicada por Ismael Fernández en Lunes, 18 de mayo de 2020

“No me da vergüenza que me oigáis llorar, porque aquí está una de las demostraciones de amor más incondicionales que existen”, subrayaba en Facebook Ismael, donde colgó inicialmente las imágenes. “Ahora, cada vez que las veo, se me vuelven a saltar las lágrimas”, afirma desde El Borge, donde se está quedando a dormir desde el lunes en una casa junto a la de sus padres para evitar riesgos innecesarios ante el coronavirus: el municipio no ha registrado ni un solo caso positivo desde el inicio de la crisis sanitaria. “Mi única intención con el vídeo era enseñar su reacción, demostrar sus sentimientos, la importancia de cuidar a los animales, eso es realmente lo importante de todo esto”, añade Ismael, enamorado del mundo rural, el senderismo y la horticultura.
Los especialistas que han visto las imágenes reconocen la reacción de Baldomera. “Los burros tienen muy buena memoria y es obvio que le reconoce”, dice Nicky Cohen, responsable de Bienestar Animal en la organización El Refugio del Burrito. “El tipo de rebuzno que hace expresa emoción”, añade la experta, que subraya que es un comportamiento aprendido durante su domesticación, ya que estos animales en estado salvaje apenas usaban ese sonido. “Aquí le sirve para expresar alegría, felicidad, para saber que su amigo está bien”, añade Cohen, que destaca que en los segundos finales, cuando Baldomera parece masticar -aunque no está comiendo- y relamerse es porque se está relajando después del momento de tensión que ha supuesto el reencuentro.
“Los equinos tienen cada uno su carácter y su manera de ser, como las personas, pero en general son muy sensibles”, insiste Aida Huertas, vocal de équidos en el Colegio de Veterinarios de Málaga. “Cuando te aceptan en su manada, se identifican contigo, te reconocen y te llegan a echar de menos, porque generan grandes vínculos”, dice quien también es ganadera de caballos de pura raza. “El animal se alegra de ver a esa persona, sabe que le cuida y le tiene cariño y, por eso, le resulta placentero el reencuentro”, añade Federico Vilaplana, presidente del Colegio de Veterinarios de Andalucía.
Baldomera lleva dos años con esta familia de El Borge. Fue un regalo de Ismael y su hermano Daniel a su padre, Antonio, cuando se jubiló en 2018. Vive en un terreno de 2.000 metros cuadrados donde cuenta con un bebedero que le surte de agua de manera automática, una zona techada, mucho campo para correr y alimento. Además de una mascota, su llegada supuso una forma de recuperar también la presencia de este tipo de animales en la localidad malagueña, cuyos habitantes han contado con su ayuda desde hace siglos, cuando los árabes plantaron las primeras viñas en la zona. La mayoría de ellas se dedican a la pasa -que en esta comarca tiene denominación de origen- y como los terrenos son tan escarpados que no hay maquinaria que pueda trasladar las uvas a los paseros, los burros han tenido siempre un papel básico en este trabajo que familias como la de Ismael quieren preservar. Eso sí, a Baldomera le toca trabajar menos y hasta tiene cuenta en Instagram para que cualquiera pueda seguir sus andanzas.
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