La reencarnación digital de Girauta

Pablo Casado, junto al exportavoz de Ciudadanos Juan Carlos Girauta y el expresidente del PP catalán Alejo Vidal-Quadras, en la convención del PP el pasado miércoles.
Pablo Casado, junto al exportavoz de Ciudadanos Juan Carlos Girauta y el expresidente del PP catalán Alejo Vidal-Quadras, en la convención del PP el pasado miércoles.TAREK (PP) (Europa Press)

El 22 de octubre de 1941, el escritor Julio Cortázar confiesa, en una carta a Marcela Duprat, lo arrepentido que está de su último encuentro: “Imposible definir qué me ocurría esa mañana. Cuando usted se fue (¡y apenas habíamos cambiado 20 frases, atado y desatado un paquete!), yo busqué mentalmente un martillo para descargarlo sobre mi cráneo”.

¿A quién no le ha pasado? Todos hemos sido Cortázar alguna vez. En la vida real no puedes volver atrás. Existe el arrepentimiento y algunos errores pueden reconducirse mostrando propósito de enmienda, pero lo dicho, dicho queda. En Twitter sí se puede borrar el pasado, eliminar los tuits escritos en un momento de rabia o debilidad. La gente evoluciona, cambia de opinión o de partido y determinados comentarios pueden ser contraproducentes para iniciar una nueva vida, abrazar nuevos amigos. La red social permite a los conversos eliminar lo que ya no les conviene. Y eso es exactamente lo que ha hecho Juan Carlos Girauta, exportavoz de Ciudadanos e invitado estelar del PP en su convención itinerante de la pasada semana.

Según la herramienta Socialblade, Girauta ha borrado más de 39.000 tuits en los últimos 30 días. De todos los que publicó desde que abrió la cuenta en 2013 solo ha salvado 699 de sus pensamientos. Se ha quitado años de encima sin pasar por quirófano. Curiosamente, los tuits indultados, más recientes, son pro-PP.

Si Toni Cantó, antiguo compañero con el que ahora vuelve a compartir filias y fobias, hubiera hecho lo mismo, se habría ahorrado muchos disgustos. El día que se anunció que sería el director de la Oficina del Español, creada expresamente para él, probablemente no le habrían echado en cara su catarata de tuits criticando los chiringuitos políticos — “Estamos cansados de ver cómo hemos tenido que pelear para retirar enchufados del PP y del PSOE y queremos que a partir de ahora lo que valga sea la meritocracia” etc.—. Y cada vez que cambió de equipo no le habrían enfrentado a sus afilados comentarios sobre el enemigo anterior: cuando atacaba a Ciudadanos desde UPyD; cuando criticaba al PP desde Ciudadanos; cuando criticaba a Ciudadanos ya vinculado al PP…

La única pega de este sistema de borrado masivo o reencarnación tecnológica es que queda registro. Dificulta que, como en el caso de Cantó, alguien pueda reenviarte tu tuit, como un recado de la conciencia, pero no lo impide del todo. Hay herramientas para recuperar ese pasado borrado y además, lo que aún no ha conseguido Twitter, es anular la memoria humana o la hemeroteca de los periódicos.

Borró Girauta antes de acudir a su convención a piropear a Pablo Casado, tuits contra el PP, como este de marzo de 2018: “Estáis de corrupción hasta las cejas. Mancháis”. Pero siguen visibles las respuestas de los populares: “¡Te confundes! La moqueta se la pusisteis al PSOE en Andalucía. En Madrid votáis en 7 de cada 10 ocasiones con Podemos y PSOE. Tranquilo, entendemos tu jaleo con las siglas”.

Algunos tuits, además, son difíciles de olvidar. “Vosotros, traidores, me vais a comer la polla por tiempos”, escribió Girauta una noche de junio de 2020 enfadado porque Ciudadanos apoyase la prórroga del estado de alarma. Es uno de los borrados, pero sigue visible la respuesta de Francisco Igea, vicepresidente de Castilla y León: “Esto hasta fase 3 [de la desescalada] no es posible”.

La tecnología nos ayuda, pero no hace milagros. Ni en la vida real ni en Twitter podemos empezar una relación sin la mochila que nos dejó la anterior. Otra cosa es que nuestra nueva pareja sea comprensiva y tenga memoria selectiva, como el PP. Les deseamos lo mejor.




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