La Fórmula 1 no suele dar segundas oportunidades. Para conseguirlas, hay que trabajar duramente y no cometer más errores. La presión es máxima para alguien que está en ese contexto. Si a la segunda vuelves a fallar, te quedas fuera. Ese pensamiento debió inundar la mente de Pierre Gasly en su regreso al entonces equipo Toro Rosso (ahora AlphaTauri) tras fracasar en su primer y único curso con Red Bull y vivir, sin duda, el año más complicado de su carrera. En 2019, con 23 años y con solo una campaña de experiencia en la F1, Red Bull se arriesgaba a quemar uno de sus mayores talentos y uno de los últimos a su disposición tras la marcha de Carlos Sainz a Renault. Red Bull, desde que escoge a los chavales con 13, 14 o 15 años para apoyarles en su carrera los somete a una enorme presión en su programa de jóvenes talentos. En él solo hay una regla: Si no ganas, te marchas. Pierre Gasly superó esas exigencias desde que en 2014 se unió al conjunto júnior de las bebidas energéticas con 14 años y siempre asumió esa presión por no haber nacido en una familia con la billetera que tienen otros. Pero en Red Bull, sus jefes, Chris Horner y Helmut Marko, minaron su moral e hicieron que el Gasly que tanto había brillado ganando las GP2 Series en 2016 (ahora Fórmula 2) desapareciera.
Como en todo trabajo, hay dos perfiles de empleados. Los que rinden bajo mucha presión y los que sacan su mejor versión cuando están liberados. Pierre claramente es de los segundos. Solo había que ver su cara en aquellas carreras, llena de tensión, en las que cada vez estaba más hundido. O sus respuestas a la prensa, que no cesaban de preguntarle por su futuro. Debía adaptarse a un nuevo coche, muy nervioso y difícil de conducir, sin espacio para equivocarse y teniendo que lidiar con la comparación directa con su compañero Max Verstappen, uno de los mejores pilotos de la parrilla, al que le exigían que secundara desde cerca.
La cosa empezó mal, con un accidente en los test de invierno que en Red Bull jamás le perdonaron. Los nervios le superaron en un ambiente muy complejo que debido a su juventud y falta de experiencia, le vino grande. Max le superó en un contundente 11 a 1 en clasificaciones y el francés jamás estuvo cerca del neerlandés. A Red Bull se le acabó la paciencia pronto y tras el verano, en Spa, era degradado a AlphaTauri, el ‘equipo B’. Su tren había pasado demasiado rápido.
Degradado
Muchos pensaron entonces que su carrera había terminado. Pero lo infravaloraron, un error demasiado común entre aficionados y cada vez más periodistas. Desde el sofá de casa es muy fácil criticar a un piloto. Mientras éste se juega el pellejo a 300 km/h, lo más sencillo es desechar sus aptitudes si no logra brillar con un coche. Pero si no se analiza el contexto, generalmente se cae en un enorme error como el del piloto galo. Pierre no estuvo a la altura, pero no había que olvidar el talento mostrado anteriormente y su potencial de futuro. Aquella oportunidad le llegó cuando estaba ‘demasiado verde’.
Tenía la calidad necesaria y debía demostrarlo. Si no, era imposible que René Rosin, responsable de Prema, recordara con los ojos llenos de brillo la enorme capacidad camaleónica de Gasly de adaptarse a cualquier circunstancia en las GP2.
René nos dijo que era un piloto distinto, como también lo era Leclerc. Tras ver tener a tantas perlas en sus manos, no podía estar equivocado.
El resurgir de Pierre
Debía resarcirse volviendo al lugar donde en su primer año en la F1 ya exhibió parte de lo que es capaz. Lo hizo a la perfección. Y es que al hablar con personal del equipo, suelen destacar el enorme nivel que mostró desde el inicio en su regreso a Faenza. Allí se sentía en el lugar adecuado para seguir progresando. Y pudo gritarlo bien alto logrando una magnífica segunda posición en Brasil aquel mismo año, en el que tanto había sufrido. En 2020 continuó con su ascenso.
Parecía otro, un piloto muy rápido, constante y con las cosas claras, como demostró aguantando la presión de Sainz en Monza 2019 para ganar su primera carrera en la F1. Pierre aniquiló a su compañero Kvyat y esperaba una segunda oportunidad en Red Bull, pero vio la puerta cerrada en sus narices. Ficharon a Pérez.
“
Es una broma. Algunas veces la F1 no es justa. Así es como son las cosas desafortunadamente. Pero si me golpean, vuelvo a intentarlo con más fuerza. Uso la energía de las cosas que me molestan para ser más fuerte”, decía justo al leer la noticia ante las cámaras de ‘Netflix’. Y eso está haciendo. En 2021 sigue a un nivel enorme y en Bakú lo confirmó con su primer podio del curso.
Desde pequeño, compitiendo sin dinero
Pierre lo seguirá intentando fruto del espíritu de sacrificio que siempre tuvo que sacar a relucir para seguir compitiendo sin el dinero suficiente para equivocarse dos veces.
“Desde que empecé en el karting cada vez que iniciaba una temporada era consciente de que necesitaba resultados para seguir compitiendo por falta de dinero. Es la misma presión que se vive en la F1”, comentaba para MD en 2018, donde explicaba los sacrificios que tuvo que hacer desde que era un chaval para cumplir su sueño.
Me tuve que ir de mi casa cuando tenía 13 años
“Me tuve que ir de mi casa cuando tenía 13 años para ir a la escuela de la Federación Francesa. Vivía allí y estudiaba y entrenábamos por la tarde. Eso, además de lo que implica la vida de un piloto que llega a la F1, como no ver a tu familia, amigos, seguir una dieta estricta y no puedes hacer las cosas normales como el resto de chicos de 20 años”, recalcaba un piloto que daba las gracias al apoyo que le dio en su día la Federación de Automovilismo Francesa: “Me encontraron con 13 años y empezaron a respaldarme con su equipo francés, con el colegio, me supervisaban, me establecían un entrenamiento físico y mental y trataron de darme lo mejor en cada momento.
Además, lo tuvo más difícil que otros pilotos Red Bull. Lo normal es que hubiera dado el salto tras ganar las GP2, pero no había hueco. Tuvo que irse a la Súper Fórmula Japonesa, donde terminó segundo, para lograr su ansiada meta de llegar al Gran Circo. Por aquel entonces, en MD aseguraba que solo tenía un deseo: “Tener un coche competitivo, sin duda”. En 2019 lo tuvo pero no lo aprovechó. Se dio en cuenta entonces que necesitaba algo más que un monoplaza rápido. Crecer como lo está haciendo. A todo gas. O mejor dicho, ‘a todo Gasly’.
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