La revista que da voz a las reclusas


Hace unos años, la periodista Pilar Almenar tomó conciencia del impacto que podía tener su trabajo cuando trataba de temas sociales: “El periodismo como herramienta social puede ser muy poderoso, pero entonces no sabía cómo aplicarlo a los temas que me atraían”. Almenar conocía el trabajo que las fotógrafas Lola Barcia y Marinela Forcadell —conocidas como Fotolateras— habían desarrollado con reclusas del centro penitenciario de Picassent y se planteó cómo desarrollar la curiosidad que este había despertado en ella. Entonces descubrió la asociación Àmbit, que lleva 25 años trabajando con personas reclusas y exreclusas para ayudar a su reinserción, y conoció la situación de las mujeres en las prisiones, que en España está por debajo del 8% de la población total. Contactó con una serie de profesionales cuya trayectoria admiraba y en 2017 nació Impresas, un proyecto que busca crear un vehículo de expresión para las internas de Picassent. Un objetivo que un año más tarde se materializó con la aparición del primer número de la revista Expresas, realizada íntegramente por estas mujeres como únicas responsables de sus contenidos, portada y maquetación.

Expresas siempre comienza a fraguarse en unos talleres que en la prisión organiza el comité de profesionales que acompaña a las redactoras y editoras en cada número. Actualmente, dicho comité lo componen, además de Almenar, la periodista Laura Bellver, la fotoperiodista Estrella Jover y las psicólogas Laura Ruiz y Rus Martínez. Los talleres buscan propiciar el despertar creativo de las involucradas. “También les ayudamos a descubrir en qué terreno son valiosas”, apunta Almenar.

Si las consecuencias de la pandemia no lo impiden, el equipo de Expresas debería comenzar a elaborar el tercer número de la publicación en breve. Un proceso de recaudación de fondos por medio de crowdfunding para conseguir que la revista trascienda el ámbito de la prisión ha concluido recientemente. En un ámbito en el que los móviles e Internet están ausentes y las llamadas telefónicas restringidas, el mundo digital es inexistente para las reclusas.

La escritura es una de las vías de comunicación esenciales para unas mujeres que, al tener impresa su revista, también pueden comunicarse con el mundo exterior. Gracias a esto, una interna pudo mostrar a su familia sus deseos de reinserción y restablecer la relación con ellos. Otra de las implicadas retomó el camino de los estudios y comenzó a estudiar bachillerato y la asignatura de filosofía. Y una de las redactoras pasó semanas preguntando a sus compañeras en el patio para poder confeccionar un diccionario de caló. “Les hacemos ver que no hay conocimiento que sea pequeño, que las recetas o las costumbres populares de su pueblo también son cultura. No queremos que esto se quede únicamente en una actividad ocupacional, queremos que sume de cara a su camino a la reinserción”, matiza Almenar acerca de esta iniciativa a través de la cual las implicadas proyectan su voz con la esperanza de que el mundo las escuche. Y, sin juzgarlas, las conozca.


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