En las últimas 17 temporadas, nada más que Diego Simeone y ‘su’ Atlético de Madrid han sido campeones de LaLiga aparte del Barcelona y del Real Madrid, doblegados como en 2013-14 por el equipo rojiblanco y el técnico, que reinventó su estilo, apostó por momentos por cinco defensas y ganó su segunda Liga.
Son las dos excepciones que han discutido el duopolio ejercido por el conjunto azulgrana -campeón diez veces en ese periodo- y el blanco -ganador en cinco ocasiones-, hasta el punto de que el grupo dirigido por Simeone ha ganado las mismas Ligas que el Real
Madrid en los últimos nueve años, con dos cada uno por cinco del Barça.
“Si quieres ser campeón, no me duele nada”, gritaba hace meses durante un entrenamiento Simeone, enfocado en un logro que ha conseguido de nuevo; en este caso, además, como el líder inalcanzable de la clasificación durante las últimas 25 jornadas de forma consecutiva, con una puesta en escena en el curso imponente e impactante sobre la que construyó el título, el octavo en esta exitosa era del técnico, la de más títulos de la historia del club.
Siempre agarrado a unos trazos más defensivos, menos abiertos, menos basados en el control del balón, más verticales y más prioritarios en los espacios que en la pelota, ha habido un cambio visible en este Atlético 2020-21 desde el comienzo de la campaña, desde que empezó con aquel estreno perfecto por 6-1 ante el Granada.
Ya fue palpable desde la vuelta a la competición tras el parón de la Covid-19, en aquel periodo que también empleó el cuerpo técnico para ver y revisar de forma telemática junto a sus jugadores, de manera individual o por líneas, a través de los vídeos, conceptos tácticos, mecanismos e ideas de juego para retomar el regreso a la Liga con el objetivo aún pendiente, entonces, de la ‘Champions’.
“Cuando volvimos a jugar esos once partidos (tras el parón por la Covid-19 de marzo), el equipo mostró ya situaciones de mejoría, de una presión más alta, de tener mas situaciones de gol, hemos tenido mucho más penales a favor debido a que estábamos en las cercanías de área… Terminamos la temporada haciéndolo muy bien, más allá de aquel partido de ‘Champions’ (en los cuartos de final de la Liga de Campeones del pasado agosto ante el Leipzig) que no lo hicimos bien”, repasó.
LA PRESIÓN ALTA Y EL CAMBIO DE LA COVID-19
En aquel “año de transición” del que habló el pasado curso, al que siguió “el crecimiento constante” reflejado ahora “en algo concreto, que fue poder volver a salir campeón”, Simeone preparó a su equipo, a una plantilla con jugadores de otro perfil en muchos casos a propuestas precedentes, para un nuevo salto, que dio y consolidó cuando el curso 2020-21 dio sus primeros pasos.
Ya entonces recuperó unas señas de identidad que evolucionó y multiplicó para el comienzo de la Liga, cuando recuperó la presión más alta, la idea de jugar en campo contrario con constancia, que tan bien le sienta al fútbol del equipo, tanto en ataque como en defensa, y descubrió una pegada mucho más potente, entre otros asuntos cruciales por la presencia del incontestable Luis Suárez, por la determinación de Marcos Llorente o por el inicio de Joao Félix, que fue de más a menos, mermado luego por las lesiones.
“En la vuelta a la competición en Liga, el equipo mantuvo esa línea. Hubo un crecimiento de distintos futbolistas que nos dan y nos permiten opciones que la temporada pasada en el inicio no las teníamos y nosotros nos sumamos a lo que ellos nos están pidiendo y a buscar la mejora del equipo partido tras partido”, recalcó cuando la temporada ya mostraba un Atlético constantemente distinto.
Mucho más posesivo con el balón -es la temporada con más porcentaje en ese sentido de todas en la era Simeone, con un 51 por ciento de media global-, más ofensivo, más desbordante y más concluyente, que también, cuando empezó la campaña, era apenas inabordable en defensa, aunque el bajón posterior lo matizó todo, por los vaivenes propios cuando los resultados no eran tan firmes.
“La verdad es que no me detengo tanto a valorar si es evolución o cambio de formas del juego. Sí sigo lo que el equipo me pide”, decía ante de golear por 4-0 al Cádiz, el pasado 6 de noviembre.
CARRASCO, HERMOSO Y EL 5-3-2
A ese avance, evidente desde el principio, Simeone añadió un cambio de sistema. La derrota en Múnich en la Liga de Campeones (4-0), desbordado como lo fue por los laterales, por las deficiencias defensivas que desprendían tanto Kieran Trippier por el lado derecho como Renan Lodi por el izquierdo, invitó al técnico a una reinvención en su estructura: de su clásico 4-4-2 al 5-3-2, que luego también transformó, ya en el tramo final, en una especie de 5-4-1. También retomó en varios encuentros el 4-4-2.
En la octava cita frente al Osasuna, entonces con Vitolo como carrilero, implantó ese 5-3-2 que se alargó en el tiempo, en el que el conjunto rojiblanco se movió con soltura hasta el mes de enero, con las posiciones clave de Mario Hermoso como central zurdo, Yannick Carrasco como carrilero, el triángulo en el medio con dos indiscutibles como Koke y Marcos Llorente, a los que se sumó primero Héctor Herrera y a los que complementó después con Thomas Lemar…
Otra novedad del Atlético, que, entre los goles de Luis Suárez, la ruptura de Llorente, el fútbol de Koke, el talento de Joao Félix o la jerarquía de Stefan Savic, atravesó las primeras 19 jornadas con 16 victorias, divididas en dos rachas de siete y ocho triunfos, antes del bajón que puso todo en duda, que alimentó la presión.
“El que tengo que mejorar y crecer soy yo para que ellos (los jugadores) terminen respondiendo como lo vienen haciendo desde el inicio. Soy yo absolutamente. El primer paso importante para adelante es crecer yo primero”, hizo entonces autocrítica Simeone, reinventado de nuevo para recomponer su equipo, para resistir en el liderato, para rearmarse para ser de nuevo campeón de la Liga.
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