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La Roma frena a un Milan que se adelantó hasta tres veces (3-3)

El único que no estuvo a la altura fue el árbitro, un Piero Giacomelli que por el ánimo de querer compensar tras un error dejó descontento a unos y otros y fue la nota discordante de lo que este lunes aconteció como un verdadero espectáculo balompédico. Milan y Roma se batieron en duelo propiciando el que, si no es el mejor partido de lo que va de Serie A, muy cerca está de ello. Ibrahimovic y sus muchachos, aleccionados por Pioli, recibieron a los de Fonseca con el ánimo de prolongar su racha de contar los partidos como victorias, pero a la quinta fallaron en su cometida. Hasta tres veces se adelantaron en el marcador, pero las mismas igualó una Roma que se marchó de San Siro convertido en el primer equipo que le ha arañado algún punto este curso a un Milan que está más que convencido de que puede colarse en la lucha por el título.

Abrió la lata Ibrahimovic (¿quién si no?) en el 2’, aprovechando su elasticidad para rematar a la red un pase filtrado entre líneas por Leao. Pero sin cumplirse el primer cuarto de hora de juego, otro viejo rockero como Dzeko hizo para la Roma el 1-1 en una acción en la que el meta Tatarusanu, que debutaba con el Milan, no estuvo nada fino.

Ya en la segunda mitad, fue el imberbe Saelemaekers el que aprovechó una nueva asistencia de Leao para volver a poner a los suyos en ventaja. Pero en el 71’, Veretout hizo el 2-2 desde el punto de penalti tras una decisión arbitral que generó controversia. Se puso nervioso por ello el trencilla y poco después señaló a favor del Milan el punto de la pena máxima en otra de esas decisiones que, cuanto menos, son polémicas. No lo desaprovechó Ibra y logró el 3-2 con el que parecía que los tres puntos se quedarían en Milan, pero en el 84’ Kumbulla, a la salida de un córner, hizo el 3-3 y se desquito del hecho de haber podido hacer algo más en la acción del 1-0.

Ya en el añadido, Alessio Romagnoli, formado en una Roma de la que fue un mito, tuvo en su cabeza el 4-3, pero su remate se marchó fuera por poco poniendo fin a un auténtico partidazo en el que unos y otros bien merecían el premio de la victoria.


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