Que Ja Morant necesita ayuda profesional para reconducir su carrera está fuera de discusión. A pesar de que parecía que ya estaba todo bien tras su suspensión y visita a la oficina de Adam Silver, volvió a sacar las pistolas de paseo y eso fue la gota que colmó el vaso.
Su carrera pende de un hilo y muchos se asustaron hace muy pocos días, cuando subió unas misteriosas historias en las que se despedía de sus seres queridos. La policia tuvo que intervenir para asegurarse de que Morant no había cometido ni cometería ninguna locura, pero ese fue tan solo un caso más en el que la salud mental de un jugador de la NBA ha sido la protagonista.
La mejor liga de baloncesto del mundo acostumbra a ser un fiel reflejo de la sociedad. Por mucho que sean más altos, fuertes y buenos en lo de meterla por un aro, los jugadores de élite siguen siendo personas y muchos de ellos son víctimas de uno de los grandes problemas a nivel mundial del siglo XXI.
En 2018, la Asociación Nacional de Jugadores de Baloncesto (NBPA) lanzó un programa de bienestar y salud mental para brindar a los jugadores un mayor acceso a consejeros de salud mental, una de las figuras presentes en todas las franquicias de la NBA. Ese año y justo antes del All-Star, DeMar DeRozan fue la primera gran estrella de la liga en hablar abiertamente de sus problemas de salud mental. Su pasado ligado a la violencia entre bandas callejeras tuvo su efecto en él y un testimonio así fue lo que necesitaba la liga para empezar sus programas sobre salud mental.
Poco tiempo después de la confesión de DeRozan, Kevin Love se unió a él. El ahora jugador de los Miami Heat describió en detalle un ataque de pánico que tuvo durante un tiempo muerto.
“Nunca había tenido uno antes. Ni siquiera sabía si eran reales. Pero era real, tan real como una mano rota o un tobillo torcido. Desde ese día, casi todo lo que pienso sobre mi salud mental ha cambiado” aseguró Love, uno de las caras más conocidas en el tema de la salud mental en la NBA: el interior fundó ‘The Kevin Love Fund’, una iniciativa que busca mejorar el bienestar físico y emocional de sus participantes y ha recibido varios premios y reconociemintos por su labor en pro de la concienciación sobre la importancia de la salud mental.
Aaron Gordon, Metta World Peace, Giannis Antetokounmpo, Andre Drummond… La lista de jugadores que han requerido ayuda profesional para tratar sus problemas mentales es larga, por lo que la NBA tuvo que actuar. Desde el comienzo de la temporada 2019-20, la NBA exige que todos los equipos tengan una relación formal con un profesional de la salud mental, ya sea terapeuta o psicólogo en su plantilla, así como con un psiquiatra autorizado para la medicación y problemas más graves.
Absolutamente todos los 30 equipos de la NBA están cumpliendo con esta obligación a rajatabla, una norma que ya lleva varios años activa y que fueron los cimientos de otra nueva obligación sobre el asunto de la salud mental. Desde esta presente temporada, en todos los pabellones se encuentra una sala con el nombre “Equipo visitante, sala de fitness y bienestar”. No es más que un vestuario, pero para muchos jugadores es un lugar en el que poder relajarse, esconderse de todo lo que los rodea y hablar sobre sus preocupaciones con un psicólogo.
Se estima que uno de cada cinco estadounidenses experimentará una enfermedad mental en algún momento de su vida. Pensar que ninguno de los más de 400 jugadores que tiene la NBA en la actualidad estará fuera de esta estadística es estar alejado de la realidad, por lo que la NBA -y en estas cosas acostumbra a tener un admirable buen ojo- ha hecho muy bien en intentar poner su granito de arena.