La sexta ola de covid comienza a frenar


La sexta ola está dando los primeros síntomas de frenar su crecimiento en España. Después de una subida explosiva durante las Navidades, los últimos datos muestran un ascenso más lento, que parecen augurar la llegada a un pico próximamente. Esto no es incompatible con un número altísimo de diagnósticos. Esta semana se ha registrado el récord de la pandemia: 179.125 en un solo día y, si sigue ascendiendo, aunque sea más despacio, seguirá batiendo marcas. Pero la incidencia acumulada (IA) ya no sube con tanta fuerza: este viernes era de 3.196 casos por 100.000 habitantes en 14 días, 36 más que el día anterior. La tendencia, eso sí, se basa en datos incompletos: los retrasos en la notificación y los autotest, que no siempre llegan a la estadística oficial, provocan que los informes que publica el Ministerio de Sanidad solo muestren la punta de iceberg de lo que realmente está sucediendo.

El frenazo en las cifras oficiales es claro. Si durante la última semana de diciembre y la primera de enero la IA a 14 días alcanzaba crecimientos semanales de más del 90%, este viernes se situaba en un 17,2%. Los 29 puntos de subida de incidencia diaria el jueves y los 36 del viernes contrastan con ascensos que han superado holgadamente los 100 desde el 22 de diciembre, anotando un máximo de 267 en una sola jornada el día 29 de ese mes.

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¿Reflejan estos datos ahora la transmisión de manera fiel? Está claro que es una imagen tardía y que se queda corta. Lo que no se sabe es cuánto. Es tardía porque desde el inicio de síntomas hasta que los servicios de salud hacen pruebas (si es que las hacen) puede pasar más de una semana. Los autotest, por su parte, provocan una probable infranotificación de casos. Muchas personas no los reportan al servicio de salud de su comunidad, con lo que nunca se trasladan a las estadísticas oficiales. Además, no hay un criterio claro sobre cómo proceder con estos resultados. Autonomías como Galicia, Navarra, Cataluña y Aragón notifican estos resultados al Ministerio de Sanidad, pero otras, como Murcia, Andalucía, Madrid, Baleares, Castilla y León o la Comunidad Valenciana, requieren una prueba adicional de los servicios sanitarios para confirmarla. Euskadi, que estaba reportándolas, ha dejado de hacerlo esta semana.

La consecuencia de esto es una estadística poco fiable y muy dispar entre comunidades autónomas, que oscilan entre los 6.594 casos de incidencia acumulada de Navarra a los 1.419 de Andalucía. Qué porcentaje de esta cifra se corresponde con los contagios reales y cuál con la infranotificación es un misterio. En lugares como Aragón, aproximadamente la mitad de los casos notificados corresponden a autotest, muchos de los cuales estarían quedando fuera del radar en comunidades que piden una ratificación por PCR.

Como sucedía en la primera ola (entonces por la falta material de pruebas), los datos de esta sexta oleada pueden apuntar por dónde va la situación, pero que no reflejan ni mucho menos una imagen precisa de los contagios del virus. “Es muy difícil saber qué parte de la (todavía dudosa) reducción de casos es posible caída real de la transmisión y qué parte es caída de la detección”, opina Salvador Peiró, epidemiólogo y jefe de Investigación de Fisabio (Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Generalitat Valenciana).

“Sospecho que en algunos sitios como Navarra, que hace muchos tests y está en tasas de transmisión espectaculares, si bajan los casos notificados se deberá a caída de la transmisión (cada vez deben tener menos población susceptible, bien por haberse contagiado, bien por terceras dosis). En otros lugares, probablemente el componente reducción del testado es más importante”, añade Peiró.

Precisamente Navarra ya ha comenzado esta semana a registrar una clara caída en su incidencia acumulada a 14 días de 659 puntos. A falta de que la tendencia continúe, parece haber alcanzado su pico una comunidad que ha sido la avanzadilla en la sexta ola. No es la única que baja, y podría marcar el camino de las que todavía no lo hacen.

¿Cuándo se llegará al pico?

El freno que reflejan las estadísticas es el paso previo para alcanzar el pico de la incidencia acumulada, algo que la mayoría de expertos consultados vaticinaban para mediados de este mes. Aunque la mayoría de las olas en España han tenido subidas y bajadas claras, no siempre ha sido así. La segunda onda epidémica mostró una primera caída de casos a partir de finales de septiembre de 2020, cuando llegó a una IA de 294 casos; descendió hasta los 207 el 7 de octubre y, a partir de ahí, comenzó un nuevo ascenso que la llevó a 529 a principios de noviembre. Las caídas, como se ve en este ejemplo, no tienen por qué ser definitivas.

Tampoco lo han sido en algunos países que parecieron alcanzar el pico de sus últimas olas y más tarde volvieron a subir. Es el caso de Alemania y Países Bajos, en ascenso ahora después de una bajada que llegó hasta principios de año. En estos casos, sin embargo, ha podido influir la mezcla de variantes: cuando los países se recuperaban de su última ola de delta entró la ómicron, que produjo un nuevo crecimiento.

Es lo mismo que sucedió en Sudáfrica, el primer país donde la ómicron se extendió, donde la subida rápida provocada por esta variante fue seguida por un descenso también acentuado y continuo después. Y es lo que esperan las autoridades sanitarias que ocurra en España cuando se alcance el pico.

Aunque los diagnósticos comiencen a caer ahora se tratan muchísimas notificaciones. Muchas más de las vistas en cualquier otra ola de la pandemia, que hasta ahora nunca había llegado a una IA superior al millar: la gran diferencia es que en las previas no existían los niveles de vacunación que hay ahora, con más del 90% de la población mayor de 12 años con la pauta completa. Esto está evitando el colapso total del sistema hospitalario.

Los ingresos, previsiblemente, seguirán creciendo tiempo después de alcanzar el pico, lo que puede poner a algunos en tensión. La mitad de las provincias españolas tienen ya las UCI en riesgo muy alto, lo que quiere decir que tienen prácticamente copada su capacidad estructural y están teniendo que echar mano de camas extraordinarias para poder atender a todos los pacientes con covid.


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