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La silenciosa muerte de Agata Lys, la musa del destape que consiguió entrar en el cine de autor

Aunque la noticia no trascendió hasta este miércoles por la tarde, la actriz Ágata Lys, nacida Margarita García San Segundo en Valladolid en diciembre de 1953, falleció en Benalmádena (Málaga) ya el pasado 12 de noviembre, cuando aún tenía 67 años de edad. Su situación de viudedad y el hecho de que no tuviese descendencia ni tampoco una relación estrecha con ningún miembro de su familia, junto a un retiro voluntario del ojo mediático emprendido hace más de una década, ha hecho que el tiempo de silencio en torno a su muerte haya sido así de prolongado.

Ha sido Tony Aliaga, representante de artistas y amigo de la actriz desde que coincidieron en el rodaje de Curro Jiménez, el regreso de una leyenda, a mediados de los noventa, quien ha dado la voz de alarma. Aliaga se dispuso como cada 3 de diciembre a llamar a la artista a su domicilio para felicitarla por su cumpleaños. Se encontró con que su número de teléfono estaba apagado. Era el mismo número al que había llamado tan solo tres meses antes para conversar sobre la marcha de sus vidas: Ágata llevaba una plácida existencia de jubilada y, tal y como le comentó a su amigo, le generaban alegría cosas tan mundanas como haber conseguido la Tarjeta Dorada de Renfe.

El representante ha estado intentando contactar con la actriz durante semanas, obteniendo por única respuesta la voz robotizada del buzón automático. Extrañado, debido a que Ágata siempre tenía por costumbre devolver las llamadas y estar operativa, recurrió en la mañana de ayer a los servicios del Registro Civil, que confirmaron su defunción. A principios de este mismo año, la actriz contactó con Aliaga para comunicarle su deseo de incluirle en su testamento de cara a hacerle destinatario de algunos enseres personales, lo cual hace sospechar una posible enfermedad que decidió llevar en secreto. Esta discreción es la misma con la que se retiró totalmente de la vida pública en 2007. Tras rodar más de 80 episodios de la serie Amar en tiempos revueltos, decidió poner fin a su carrera y desde entonces ha declinado cualquier tipo de entrevista o intervención en los medios. En ese momento abandonó su domicilio en Majadahonda para disfrutar de una jubilación anticipada en el municipio malagueño de Benalmádena, donde ha fallecido.

Fue su primer representante, Fernando Butragueño, quien en los comienzos de su carrera le propuso a García San Segundo trabajar bajo el sonoro nombre de Ágata Lys. Fue nada más llegar a Madrid para emprender estudios de Arte Dramático. En esta etapa, hacia 1972, recibió la oferta de ser azafata de un nuevo concurso de televisión dirigido por Narciso Ibáñez Serrador llamado Un, dos, tres, responda otra vez. No podía imaginar el éxito que alcanzaría el programa. La artista se tiñó de rubia con la intención de pasar desapercibida para sus padres, pero pocas semanas le bastaron para convertirse en una de las mujeres más populares del país.

El cine llamó inmediatamente a su puerta para ofrecerle papeles secundarios al lado de Carmen Sevilla, José Sacristán o Manolo Escobar. Con la llegada de la Transición y el llamado cine de destape, Ágata Lys fue encumbrada como sex symbol y comenzó a protagonizar películas, entre las que destacan La nueva Marilyn, El erotismo y la informática, El huerto del francés o Las alegres vampiras de Vogel. En tan solo siete años rodó alrededor de 40 largometrajes. Durante la década de los ochenta se aventuró con espectáculos musicales tales como Agatízate o Ágata con locura, que le llevaron a recorrer la geografía nacional.

A pesar de su indiscutible carácter de musa del destape, Lys consiguió dar un salto que muchas otras actrices de su género no pudieron dar: Mario Camus confió en ella para encarnar a la amante de Juan Diego en su adaptación de Los santos inocentes; Carlos Saura la llamó para Taxi y Fernando León de Aranoa contó con ella para su laureada ópera prima, Familia. En 2004 rodaría su última película, Mala uva, junto a Sancho Gracia y Terele Pávez. También el teatro formó parte de su trayectoria con obras como Pelo de tormenta de Francisco Nieva, junto a Rossy de Palma y Pilar Bardem.

Ágata Lys se marcha en silencio. Deja atrás el eco del furor que provocó en sus tiempos de apogeo, y harta quizás de esperar un reconocimiento que nunca le llegó. Esa injusticia se ceba constantemente con las actrices de su género y generación.


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