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La soledad de Muniain


No está sobrado de fútbol el Athletic. La distribución, el toque y la pausa son bienes que escasean en el plantel rojiblanco. Se pudo comprobar ante Osasuna, cuando a Muniain le tocó cumplir castigo. Nadie cumplió su función entre líneas en el primer tiempo y la luz se apagó. Luego entró Sancet y, solo con su presencia, contribuyó a que el juego tuviera más vértices en los que apoyarse.



Iker regresó frente al Alavés y lideró la ofensiva bilbaína mientras le duraron las fuerzas. Pero se acabó viendo muy solo. Un problema recurrente en el Athletic. Necesita un socio para ser feliz. Si está iniciando jugada en el centro del campo, no está para dar el último pase en las inmediaciones del área. Muniain es muy bueno, pero por el momento no tiene el don de la ubicuidad.

El de la Txantrea es el lanzador habitual de Williams, sin embargo últimamente no tiene a nadie por detrás que le acompañe en la creación. Unai López podría ser una alternativa para desempeñar esa función, aunque ha bajado sus prestaciones desde que Garitano optó por el sistema de tres centrales. Muniain nunca rehúye cuando toca pedir la pelota, bajando incluso hasta la defensa, pero el Athletic necesita que sus piernas estén frescas cerca de la portería rival. En los metros decisivos, donde se deciden los partidos.


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