Toda Inglaterra mira con ilusión el horizonte de la Eurocopa 2024. Tras los últimos disgustos, el más reciente en el Mundial de Qatar al caer ante Francia en cuartos de final, la continuidad de Gareth Southgate, en un largo ciclo de seis años al frente de la selección de los ‘three lions’, está siendo alabada por todos, incluido el sector del entorno mediático más crítico que censuró sus tácticas. Ahora vuelve a sentirse la confianza para que el combinado inglés saque partido a una generación privilegiada de jóvenes talentos, y con ellos rompa el maleficio de los títulos, que dura desde 1966.
No hay fórmulas mágicas en el fútbol para predecir el éxito. Sí es, en cambio, un deporte bastante justo. Acaba premiando, casi siempre, la perseverancia en el trabajo bien hecho, cuando se concilian juntos experiencia y juventud, con la unión del vestuario y una buena dirección técnica. Los grandes equipos campeones se han construido siempre con esos fuertes cimientos, distribuyendo, a partes iguales, el oficio de los jugadores consagrados con el ímpetu de los más jóvenes, y la capacidad táctica del entrenador. Y todo eso lo reúne ahora la Inglaterra de Gareth Southgate, por lo que cualquier aficionado que se detenga unos minutos a ver sus partidos puede intuir en la selección inglesa a un futuro campeón.
Lo que les faltó a los ‘three lions’ en la anterior Eurocopa fue sólo la precisión de los penaltis, lanzados en una atmósfera de máxima tensión y responsabilidad. Dolió mucho la derrota ante Italia en la final, porque se produjo en Wembley, con el desencanto de todo el país. Y lo fácil hubiera sido desistir y buscar otro perfil de entrenador que volviera a intentarlo. Con buen criterio, la apuesta por Southgate y el grupo de jugadores en que confía volvió a acudir al Mundial de Qatar y el resultado fue igual de digno. Les faltó muy poco. Sólo chocó con la Francia finalista.
Bellingham y Saka, las estrellas
Los ciclos de selecciones duran normalmente cuatro años, periodos conjuntos de Eurocopa y Mundial. Cubierto ese tiempo, el desgaste de la convivencia, haya éxito o fracaso, aconseja la renovación y volver a empezar. Pero en Inglaterra había argumentos sólidos para no cambiar. Juega ahora muy bien al fútbol, porque saca partido de sus muy buenos jóvenes (Bellingham, Saka, Rice), encajados en un grupo de jugadores con más experiencia (Walker, Stones, Shaw, Kane, Rashford, Grealish), y un técnico que ha obtenido su complicidad en las estrategias en el campo. Los jugadores le siguen y apoyan. Marcelo Bielsa defendía siempre su trabajo con lo que era capaz de transmitir a los futbolistas: “Un entrenador no es mejor por sus resultados ni por su estilo o modelo, sino por sus argumentos y la hondura de su proyecto”. A eso mismo es a lo que Inglaterra se agarra con Southgate, a una idea defendida en el campo con equilibrio y valorada también fuera de él, sin fisuras.
Southgate camina por un territorio inusual para un entrenador de Inglaterra, que se dirige a una cuarta campaña de clasificación. Ha estado durante seis años y medio y 81 partidos, lo que lo convierte en el entrenador con más años en el combinado inglés desde Sir Bobby Robson y el segundo con más años al frente de los ‘pross’ desde Sir Alf Ramsey. Si todo va según lo planeado, superará la cifra de 95 partidos de Robson.
No hay demasiados ejemplos de un entrenador de Inglaterra que recupere el apoyo público y de los medios de comunicación una vez que ha comenzado a disminuir, salvo lo que ocurrió en su día con sir Bobby Robson, muy criticado durante los ocho años que se mantuvo en el cargo y, sin embargo, recibido como un héroe cuando Inglaterra alcanzó las semifinales en la Copa del Mundo de Italia-90. El caso de Southgate da esperanza porque va en el sentido contrario de las apuestas técnicas en el combinado inglés. Y por su valiente apuesta por los jóvenes.
Por ahí es donde se ve al campeón. En la forma grupal de afrontar los partidos, en el nivel técnico y táctico, y en la capacidad para sobrellevar las dificultades. Por supuesto con jugadores de enorme calidad como Bellingham y Saka, y un goleador descomunal como Harry Kane, que ante Italia batió todos los récords en la selección, superando a Wayne Rooney. El viento a favor sopla para Inglaterra, para intentar, de nuevo, el título que se le resiste desde hace 57 años. Southgate y sus jugadores tienen muchos argumentos ganados, pero deben hacer valer, más que nunca, después de que consumen la clasificación para la fase final, aquella máxima que solía repetir Johan Cruyff con avidez: ‘Si no puedes ganar, asegúrate de no perder”.