“La temporalidad de los médicos es el resultado de un mal sistema peor gobernado”


Ni es nueva la alta temporalidad (52%) en el sector médico de los hospitales madrileños, ni es fácil solucionar un problema que comienza en la raíz del sistema. José Ramón Repullo Labrador, profesor y Jefe del Departamento de Planificación y Economía de la Salud de la Escuela Nacional de Sanidad (Instituto de Salud Carlos III), es una de las voces más respetadas en España para entender cómo se ha llegado a una situación límite en Madrid, cuyos profesionales han avisado al Gobierno de Isabel Díaz Ayuso que irán a la huelga el 9 de mayo si mantiene la Oferta de Empleo Pública (OPE) para cubrir 4.725 puestos sin seguir los parámetros que permite la ley estatal para que prevalezcan los méritos adquiridos.

Las negociaciones siguen enconadas. Y Repullo, miembro de los Consejos Asesores del Ministerio de Sanidad y de la Organización Médica Colegial, cambiaría un sistema “disfuncional” que ha fracasado, en parte por estar “mal gobernado”. Médico de profesión y licenciado en la Universidad Complutense de Madrid, este experto de 66 años nació en Valencia (Venezuela) y lleva la medicina en la sangre. Su padre, un doctor español que desarrolló su carrera en la atención primaria, tuvo que emigrar durante el franquismo, aunque no dudó en volver a su país, donde mandó primero a su hijo a estudiar bachillerato. Aquí se quedó y se convirtió en una referencia. “Ya sabemos que un sistema sanitario público para pobres acaba siendo un pobre sistema”.

Pregunta. En 2001 ya se tuvo que hacer borrón y cuenta nueva en todo el país por la alta temporalidad de los médicos. Ahora la situación está igual o peor. ¿Qué falla? ¿El sistema para adjudicar plazas o las Administraciones?

Respuesta. Fallan tanto el sistema de acceso del personal estatutario, que es claramente disfuncional, como las administraciones que han de ponerlo en marcha, que han desatendido en mayor o menor medida su obligación de impulsar y realizar los procesos de selección.

P. Se solucionaría haciendo una OPE cada dos o tres años para cubrir las plazas que quedan libres por jubilaciones u otras razones?

R. Cuando hemos vuelto a acumular desde 2001 una nueva montaña de interinos y eventuales, la respuesta es clara: no parece una solución real. La apelación al voluntarismo, a pedalear más fuerte, es encomiable y necesaria, pero no resulta suficiente y ya no es creíble para nadie. Hay que resolver de alguna manera el problema de precariedad y calidad de empleo en la sanidad pública, pero a la vez hemos de buscar alternativas para que dentro de unos años no estemos en igual situación. Y la solución ha de pasar por un sistema de selección que pueda convocar y cubrir con carácter fijo cualquier vacante en el momento en el que se produzca. No es fácil, pero es necesario y también es factible.

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P. En los países próximos de la UE no se utiliza el sistema de OPE para cubrir plazas. España es una anomalía. ¿Deberíamos mirar a otros países?

R. Sí… me temo que es una anomalía disfuncional hispánica. Las OPE son esquemas de convocatoria y selección pensados para cuerpos funcionariales generalistas, y de acuerdo con la conveniencia de las administraciones de función pública. Pero los facultativos no encajan en este modelo; no tiene sentido, por ejemplo, hacer una gran acumulación de plazas vacantes un año, para sacarlas en los años siguientes. Si hoy se jubila una ginecóloga o se marcha del hospital un traumatólogo, y puedo dotarlo inmediatamente y con garantías de concurrencia, mérito y capacidad… ¿Para qué esperar? En Francia, por ejemplo, los médicos se habilitan o acreditan por un concurso nacional para el desempeño de su especialidad … y luego acuden a procesos selectivos en los hospitales, donde en función del perfil de la plaza y sus méritos son seleccionados. Algo parecido a la acreditación de titulares y catedráticos en la universidad española… pero con verdadera concurrencia competitiva en la habilitación y en la selección local. En otros países, como el Reino Unido, los comités de selección de los hospitales tienen incluso mayor autonomía para designar a los nuevos consultants. Es precisamente en esta línea, como la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del Congreso de los Diputados, en julio de 2020, formuló la alternativa de oposición habilitante nacional y concurso de méritos local, como un nuevo “Sistema Abierto y Permanente”.

P. Un 52% de médicos hospitalarios son temporales, ¿se corre el riesgo de que tras la OPE la mitad de las plantillas de los hospitales cambien?

R. Esta super-precariedad es casi inabordable desde mecanismos racionales; se trata de minimizar el daño, no de negarlo. Y parte del daño va a ser la recolocación en el mismo momento de miles de médicos entre diferentes puestos de trabajo. Se podría haber optado por otorgar a aquellos profesionales de más de cinco años la condición de personal laboral fijo para estabilizar su vinculación y calidad de empleo, debiendo participar en sucesivas convocatorias de su plaza y especialidad para normalizar su condición de estatutario. Es comprensible el enfado de los médicos interinos y eventuales de Madrid contra la OPE masiva ya convocada, que en vez del concurso de méritos de la convocatoria excepcional de la Ley 21/2021, plantea el método clásico de concurso-oposición; obviamente, esto aumenta la recolocación de efectivos, y también pone más en riesgo a los que no saquen la nota suficiente para mantener el puesto de trabajo, o incluso para mantener el empleo.

P. Existe la opción de la petición de la comisión de servicios, pero ¿es factible?

R. El carácter excepcional de una comisión de servicios ya ha sido sobradamente explotado en el pasado; su gestión abusiva y clientelar los ha desprestigiado en toda la administración pública. Proponerlos como válvula de escape de presión para un proceso de esta envergadura es irreal y puede conducir a un caos ingobernable.

P. ¿Supondría esto un retraso para la sanidad madrileña?

R. En mi opinión, la sanidad pública en Madrid desde las políticas de externalización y luego de austeridad ya había roto la senda resiliente: la migración de clases medias y altas hacia coberturas privadas es el síntoma más claro de una mala gobernanza y deterioro del servicio. Sobre esta base, la magnífica respuesta de los sanitarios madrileños a la pandemia resulta especialmente meritoria, cuando no milagrosa. Pero la enorme dedicación de la sanidad pública a la covid ha profundizado la dualización por las esperas de los no enfermos de covid; además, la atención primaria en Madrid se ha roto.

En estas condiciones, cualquier alternativa en política de personal que incremente la desafección de los sanitarios, o sea disfuncional para el servicio a los pacientes, supondrá un impulso en la mala dirección. Rehacer la senda del deterioro y la dualización será cada vez más difícil.

P. Madrid no es la única comunidad con este problema. ¿Es general o depende de la gobernanza de cada sitio?

R. No todas las comunidades han sido igualmente indolentes con la convocatoria de procesos selectivos para su personal. Por lo tanto, aunque es un problema general, el tamaño del empleo temporal nos está hablando de la buena o mala gobernanza sanitaria autonómica. Es cierto que en regiones profesionalmente menos atractivas algunas plazas pueden quedar desiertas. Este no sería el caso de Madrid, destino muy atractivo, tanto por su nivel de alta especialización, como la empleabilidad complementaria que ofrece en el sector privado.

P. Los médicos piden dos convocatorias, una extraordinaria para los que acumulan muchos años en la que se tenga en cuenta los méritos y otra ortodoxa para los más jóvenes. ¿Cree que es la mejor opción?

R. No puedo opinar sobre estas opciones, que no conozco con suficiente detalle. En todo caso, conviene buscar transacciones entre intereses legítimos.

Pero debemos tener en cuenta el conflicto que se produce entre facultativos especialistas con empleo temporal de larga duración, de más de cinco años ininterrumpidos, que aspiran a consolidar su puesto de trabajo a través de un concurso de méritos (sin examen), y otros especialistas que aspiran a ocupar esas plazas que están ocupadas de forma interina o eventual. Todos tienen sus derechos; además, el principio general de acceso al empleo de funcionario apunta al concurso-oposición, lo que exige una buena manufactura jurídica de las soluciones.

Lo peor que podría pasarnos es que, dentro de algunos años, un tribunal anulara todo y volvieramos a la casilla de salida.

P. También piden que salgan tantas plazas como doctores temporales hay trabajando en este momento (6.215). ¿Qué supondría para las arcas de la Administración?

R. No creo que se trate tanto de un problema financiero o presupuestario; el progresivo reconocimiento de las pagas por antigüedad equilibra los gastos, siempre que se mantenga el mismo empleo.

Considero que la temporalidad es el resultado de un mal sistema peor gobernado y no una política deliberadamente practicada por interés económico. Aunque pueda parecer más confortable gestionar interinos y temporales por la asimetría de poder a favor del político y el gestor, tener esta tasa de temporalidad genera tantas distorsiones y costes que no compensan las posibles ventajas.

P. ¿El sistema sanitario madrileño podría sobrevivir ahora mismo a una huelga?

R. Sobreviviría; pero con más desconfianza, más desmoralización, mayor deterioro, y profundizando en la dualización: y ya sabemos que un sistema sanitario público para pobres acaba siendo un pobre sistema.

P. ¿Y es posible cumplir la premisa del 8% de temporalidad impuesta por la UE?

R. No lo creo; esta proclama voluntarista de la Ley 20/2021 es irrealizable en la sanidad… y me temo que también en la función pública general. Pero con un Sistema Abierto y Permanente para facultativos estatutarios, y la canalización al empleo estructural de buena parte de los contratos eventuales (refuerzos, suplencias, reducción de jornada, etc.), creo que se podría alcanzar un 10-15% de temporalidad en un plazo relativamente breve.

200 subespecialidades creadas de forma informal

En medicina, las casi 50 especialidades han ido generando de manera informal unas 200 subespecialidades; la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias de 2003 preveía el desarrollo de Áreas de Capacitación Específica, que permitirían organizar esta diversidad, mejorar la calidad formativa, permitir su reconocimiento para el conjunto del Sistema Nacional de Salud, y posibilitar que los procesos selectivos pudieran “perfilarse”, según palabras de José Ramón Repullo, en función del ámbito específico de la especialidad a la cual se fuera a dedicar el nuevo facultativo. “Y este es un problema más habitual en los grandes hospitales, donde las especialidades tienen un amplio desarrollo en función de áreas anatómicas o funcionales, patologías o procedimientos”, explica el doctor  

“La falta de desarrollo de esta excelente idea de subespecialidades oficiales nos deja huérfanos de criterios objetivos y comúnmente aceptados para esta definición de perfiles de puestos de  trabajo”, añade. “Y la desconfianza mina la posibilidad de que un centro sanitario haga perfiles que dibujen el puesto de trabajo, ya que es fácil que la descripción se ajuste al candidato más deseado (que suelen coincidir con la persona que está desempeñando el puesto de forma interina o eventual)”.

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