La testigo estrella de Trump y Giuliani reclama sus 15 minutos de fama

A falta de resultados positivos para los demandantes, la batalla legal de Trump para revertir el resultado de las elecciones, liderada por su abogado Rudy Giuliani, está dejando momentos memorables y un elenco de personajes secundarios impagables. Después de la hoy defenestrada abogada Sidney Powell, aquella de las conspiraciones globales comunistas y los monstruos mitológicos a punto de ser liberados, quien ha logrado ahora sus 15 minutos de fama es Melissa Carone, una contratista informática que trabajó en el recuento electoral, publicitada por los agitadores de las fantasías del presidente como “testigo estrella” en Míchigan, Estado en el que el demócrata Joe Biden se impuso por 155.000 votos.

Ya en una entrevista en Fox News colocó en aprietos al presentador y forofo Lou Dobbs, que había anunciado a bombo y platillo la entrevista exclusiva con la testigo estrella, cuando esta contó una serie alegaciones no contrastadas, como que vio camiones de comida vacíos junto al edificio donde se realizó el recuento y que está convencida de que se utilizaron para hurtar miles de papeletas. Dos días después, un juez del condado de Wayne, donde Carone realizó su turno de “24 horas ininterrumpidas” como asistente informática, dictaminó que sus alegaciones eran “sencillamente no creíbles”.

Nada de ello impidió a Carone comparecer el miércoles ante un comité de la Cámara baja legislativa de Míchigan. Allí, se dedicó a reñir a un legislador republicano que quería preguntarle cosas. Alegó Carone, de nuevo sin pruebas, que decenas de miles (“más de 100.000”, dice en un momento) de papeletas se contaron dos veces, mientras el legislador trata de explicarle cómo funciona el proceso. El vídeo del careo, una de esas piezas audiovisuales que producen una mezcla de vergüenza ajena, estupor y risa, ha causado sensación en Twitter, con millones de visionados y usuarios maravillados por lo que consideran la encarnación de los personajes que interpretó la popular actriz Victoria Jackson en Saturday night live.

En varios momentos del metraje, el presidente del comité pide a Carone que deje hablar a su interlocutor. Sentado al lado de la testigo, incluso el propio Giuliani, cuya resistencia al ridículo ha quedado sobradamente documentada en las últimas semanas, se ve obligado a dar una palmadita en el brazo a Carone y a pedirle que se calme. “Yo he firmado una cosa que dice que si me equivoco, puedo ir a la cárcel. ¿Usted lo ha hecho?”, le espeta Carone al congresista, como una Perry Mason mirándolo fijamente por encima de las gafas. “Trata al legislador como si fuera un empleado de un establecimiento de comida rápida y la máquina de batidos se hubiera estropeado”, resume en Twitter Ryan J. Reilly, reportero de tribunales del Huffington Post.

La comparecencia viral de Carone se ha convertido en una involuntaria metáfora de la desesperada y agonizante batalla legal de Trump por revertir el resultado de unas elecciones que perdió. Algunos, incluso, han querido ver en la contratista, desafiante, sobrada, gritona e irrespetuosa, la encarnación del trumpismo que da sus últimos coletazos.

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