La trama Kitchen se desvinculó ante el juez del asalto del falso cura: “Es una película de Alfredo Landa”

Luis Bárcenas, a su salida de la Audiencia Nacional, en una imagen de archivo.
Luis Bárcenas, a su salida de la Audiencia Nacional, en una imagen de archivo.Samuel Sánchez

El magistrado Manuel García-Castellón, instructor del caso Kitchen, ha imputado al falso cura que asaltó la casa del extesorero popular Luis Bárcenas el 23 de octubre de 2013, cuando mantuvo retenida a su familia pistola en mano mientras, según dijo, trataba de hacerse con unos documentos guardados en un pendrive que servirían para derrocar al entonces Gobierno de Mariano Rajoy. El juez ha citado a declarar al sospechoso, Enrique Olivares, el próximo viernes a las diez de la mañana. Lo considera presunto cómplice de los delitos de cohecho y malversación en la trama urdida supuestamente en la cúpula del Ministerio del Interior para espiar al exdirigente del PP con el objetivo de arrebatarle documentos comprometedores para altos cargos del partido antes de que los localizara la Audiencia Nacional.

Antes de tomarle declaración, el juez ha ordenado que Olivares se someta también a un reconocimiento forense, según explican fuentes jurídicas. El falso cura, que se encuentra en prisión condenado a 22 años de cárcel por el asalto, presenta aparentes problemas mentales, según un informe médico de febrero de 2019. Según las conclusiones forenses de entonces, presentaba una “deficiente higiene personal”, un pensamiento tendente a la paranoia, un lenguaje incoherente y grandes lagunas de memoria: recordaba, por ejemplo, que tenía esposa y dos hijos, pero no sus nombres o edades. Tampoco sabía donde estaba, era incapaz de leer o escribir, y realizar cálculos sencillos.

Esta decisión de García-Castellón imprime un nuevo salto a las pesquisas. Hasta ahora se habían vertido sospechas de que el episodio del falso cura se encontrara vinculado con el espionaje a Bárcenas, pero nunca se habían llegado a la imputación —entre otros motivos, por ese “deterioro cognitivo con productividad psicótica” del que hablan los forenses—. Durante los interrogatorios a los imputados y testigos, el juez y los fiscales preguntan claramente por este posible nexo. “Yo estoy convencido” de esa relación, respondió Luis Bárcenas, que relató que su mujer le contó que, tras el incidente, su casa se llenó de policías en apenas unos minutos —muchos de paisano—. Además, su chófer Sergio Ríos, que había sido captado por la trama como confidente, se presentó también allí pese a que ese día tenía la jornada libre. Y uno de los agentes le dio, incluso, a la esposa un terminal telefónico para que tuviera contacto directo con ellos si quería decirles algo.

“¿Qué lugar ocupa en el operativo el falso cura?”, le preguntó directamente el instructor a Enrique García Castaño, uno de los comisarios imputados por poner en marcha el dispositivo de espionaje sin control judicial y conocido con el alias de El Gordo. “Ni idea”, responde el antiguo agente de la Policía Nacional, que niega el vínculo: “Es demencial, es una chapuza, es una película de Alfredo Landa. No es serio”. “Aparentemente no es serio, pero solo aparentemente”, replica el magistrado. Pero García Castaño insiste en lo mismo: “Se puede preparar una comedia para sacar un resultado. Pero, ¿aquí qué es lo que se saca? Si es un circo”. “Para eso es para lo que me gustaría su colaboración”, apostilla el magistrado, que recuerda que “coincide en el tiempo” el espionaje a Bárcenas y el asalto del falso cura. “Buscaban lo mismo”, sentencia el juez.

Olivares llegó el 23 de octubre de 2013 a casa de Bárcenas, que ya se encontraba encarcelado en Soto del Real (Madrid), disfrazado de cura. Tras engañar a la mujer del extesorero diciéndole que venía a resolver unos asuntos penitenciarios, la reunió en un cuarto junto a su hijo y la empleada del hogar. Allí, sacó un revolver y, a continuación, los maniató mientras les preguntaba por los pendrives con documentación de Bárcenas que pudiera afectar al Gobierno. Pero, en pleno asalto, el hijo logró desasirse de las bridas, y desarmó y redujo al intruso, que se convierte ahora en el duodécimo imputado en Kitchen, un operativo que supuestamente se financió con fondos reservados —usados, por ejemplo, para pagar al chófer—. En la cuenta utilizada por el falso religioso en la cárcel se han detectado hasta 19 ingresos periódicos de 250 euros, cuyo origen no se ha podido precisar.


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