Tambores de guerra de vacunas entre Bruselas y Londres. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha amenazado este miércoles con suspender las exportaciones europeas de vacunas hacia países que tienen su propia producción pero no exportan. Von der Leyen ha apuntado directamente hacia el Reino Unido, que desde el 1 de febrero ha recibido 10 millones de dosis fabricadas en territorio de la UE pero de donde no ha salido ni un solo vial hacia el mercado comunitario. Bruselas se muestra dispuesta a iniciar una auténtica guerra comercial para garantizar que la producción europea se destina en primer lugar a inmunizar a los ciudadanos de la UE. Mientras, el Reino Unido sufrirá una reducción significativa en la cantidad de vacunas disponibles a partir del 29 de marzo “debido a un corte en el suministro”, según una carta publicada por el servicio de salud estatal.
“La producción de vacunas y su distribución en Europa debe ser la prioridad”, ha señalado Von der Leyen en la rueda de prensa posterior a la reunión semanal de la Comisión Europea. El organismo ha aprobado un proyecto de certificado de vacunación y un plan para la reapertura segura de las actividades económicas paralizadas o ralentizadas por la covid-19, como el sector turístico, el de hostelería o el de cultura, ocio y espectáculos. Pero el éxito de esa estrategia de recuperación depende, según la Comisión, de acelerar las campañas de vacunación, lastradas, entre otras cosas, por la falta de suministro del laboratorio británico AstraZeneca.
Las dudas en varios países, entre ellos España, sobre los efectos secundarios de la vacuna anglosueca han llevado a suspender temporalmente su uso, lo que ha perturbado aún más el ritmo de vacunación. Pero la Comisión está convencida de que la situación se aclarará este jueves, cuando la Agencia Europea del Medicamento, emita su informe sobre los incidentes registrados. Y Bruselas espera que el producto de AstraZeneca contribuya a unas campañas que aspiran a vacunar a la mitad de la población adulta antes del verano y al 70% al final de esa estación.
Von der Leyen ha advertido que durante las próximas semanas, en función de cómo evolucionen las entregas, podría endurecer el reglamento de control de exportaciones que entró en vigor el 1 de febrero como respuesta a los primeros retrasos de AstraZeneca. Ese reglamento supedita la exportación de vacunas a un permiso nacional que en seis semanas se ha concedido 314 veces y solo ha sido denegado una vez.
El Gobierno de Boris Johnson ha respondido a la advertencia de la presidenta de la Comisión Europea exigiéndole que “cumpla su palabra de no restringir las exportaciones de aquellas empresas que estén cumpliendo con sus obligaciones contractuales”. Downing Street llegó a reclamar explicaciones la semana pasada al embajador de la UE en Londres, Joa Vale de Almeida, ante las acusaciones de que Londres había prohibido la exportación de vacunas. El Ejecutivo británico lo ha negado en todo momento, aunque se aseguró desde un principio con AstraZeneca de que los primeros suministros fueran para el Reino Unido. “Ya hemos dicho en anteriores ocasiones que la recuperación global de la pandemia exige colaboración internacional. Todos dependemos de las cadenas globales de suministro, y someterlas a restricciones pone en riesgo la lucha global contra el virus”, ha dicho un portavoz de Downing Street.
El duro tono de la Comisión coincide con una situación epidemiológica que, según Von der Leyen, “está empeorando”. Bruselas pone sus esperanzas en un aumento del ritmo de vacunación en el segundo trimestre con la llegada de 200 millones de dosis de BioNTech-Pfizer; 35 millones de Moderna y 55 millones de Johnson&Johnson. AstraZeneca se ha comprometido a entregar 70 millones, pero Bruselas prefiere computarlas aparte dada la escasa fiabilidad de las previsiones de la compañía hasta ahora, incumplidas sistemáticamente.
“Es difícil explicar a nuestros ciudadanos que las vacunas europeas están siendo exportadas al mismo tiempo que no hay suministro suficiente para ellos”, ha señalado Von der Leyen. Desde la entrada en vigor del reglamento han salido de la UE con destino a 33 países más de 41 millones de dosis, cifra equivalente al 64% de los casi 65 millones distribuidos en Europa.
10 millones de dosis hacia el Reino Unido
Von der Leyen ha subrayado que “el Reino Unido ha sido el destino número uno de nuestras exportaciones, con 10 millones de dosis en seis semanas”. El flujo ha sido hacia la orilla británica porque ningún vial ha cruzado el canal de La Mancha en dirección contraria. “Somos el continente más abierto, pero el tráfico tiene que ser en los dos sentidos”, se ha quejado Von der Leyen. Y ha advertido que “si es necesario veremos cómo ajustar nuestras exportaciones para que se basen en la reciprocidad y, en el caso de países que tienen una tasa de vacunación más alta que nosotros, también en la proporcionalidad”.
Hasta el 15 de marzo, el Reino Unido había vacunado a 24,8 millones de personas con una dosis y a 1,6 millones con las dos, según datos del gobierno británico. Esas cifras sitúan a Reino Unido con una tasa de vacunación del 39%, muy por delante del 9% de la población europea que ha recibido la primera dosis.
El avance británico se ha logrado en gran parte con las vacunas producidas en Europa por BioNTech-Pfizer, la primera que fue autorizada por Londres (a primeros de diciembre) y que entregó de inmediato 600.000 dosis. El Reino Unido ha utilizado de momento unos 11 millones de dosis de AstraZeneca y ha cubierto la mayor parte del resto de pinchazos con el fármaco desarrollado por la alemana BioNTech y producido a gran escala por Pfizer en Bélgica y Alemania.
La salida de vacunas de Europa contrasta con la ausencia de producción británica en los países del continente. AstraZeneca, que ha rebajado las entregas previstas en el primer trimestre de 90 millones a 30, sigue sin utilizar para el suministro europeo sus fábricas británicas a pesar de que, según la Comisión, esa exigencia figura el contrato de compra suscrito en agosto de 2020.
Bruselas se muestra dispuesta a poner fin a ese desequilibrio aun a riesgo de desatar una guerra comercial con el Gobierno de Boris Johnson. La primera escaramuza se produjo a principios de este mes cuando el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, acusó al Reino Unido y a EE UU de “haber impuesto una prohibición total a la exportación de vacunas o componentes de vacunas producidos en su territorio”.
Las palabras de Michel provocaron la reacción airada del Ejecutivo de Johnson, que negó la existencia de esa prohibición y exigió una rectificación. Bruselas ha admitido que no existe un veto legal en el Reino Unido a la exportación, pero constata que de facto no sale ni una vacuna hacia territorio europeo. “Hay maneras diversas de prohibir o restringir [la exportación] de vacunas y medicinas”, respondió Michel. Y zanjó el asunto afirmando que “me alegra si la reacción del Reino Unido lleva a más transparencia y a un aumento de las exportaciones hacia la UE y otros países”.
Las exportaciones hacia la UE, sin embargo, siguen siendo inexistentes, según la Comisión. Y Von der Leyen, en un tono cada vez más amenazante, ha advertido que “todas las opciones están sobre la mesa” para garantizar un incremento de la distribución en Europa. Entre las posibilidades, figura la de activar el artículo 122 del Tratado de la UE, que permitiría incautar la producción de las farmacéuticas o imponer la obligación de compartir las patentes para que otras compañías puedan incorporarse a la cadena de producción.
Michel ya invocó esos poderes especiales tras los primeros retrasos en las entregas de AstraZeneca. La Comisión rechazó entonces una intervención tan tajante y privilegió la negociación con el laboratorio para mejorar el calendario de entregas. Pero esa estrategia ha fracasado y AstraZeneca no solo ha reducido las entregas previstas en el primer trimestre sino también las del segundo, de 180 millones a 70 millones.
El nuevo tropiezo lleva a Von der Leyen a advertir que no descarta “nada” en alusión a los poderes extraordinarios del artículo 122. Y ha recordado que esos poderes extraordinarios ya se esgrimieron una vez, durante la crisis petrolífera de los años 1970. “Ahora estamos en la crisis del siglo”, ha añadido la dirigente comunitaria. “Tenemos que garantizar que los europeos se vacunan cuanto antes. Vidas humanas, libertades civiles y también nuestra prosperidad dependen de la velocidad de la vacunación”.
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