El alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell (a la izquierda), charlaba este martes con el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, en Praga.MICHAL CIZEK (AFP)
El curso político en la Unión Europea arranca con un refuerzo en el apoyo militar a Ucrania. Los ministros de Defensa han acordado este martes en Praga preparar una misión de adiestramiento para el Ejército de Kiev. El respaldo ya no se limitará a la entrega de armas, financiadas incluso con el presupuesto de la propia UE. Ahora los socios comunitarios van a entrenar a los soldados ucranios en su uso. “Todos los Estados miembros están de acuerdo en comenzar los trabajos para definir nuestra misión de asistencia militar a Ucrania”, ha señalado el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, al acabar la reunión que los responsables de Defensa han mantenido en Praga.
El pulso entre Bruselas y Moscú, provocado por la invasión de Ucrania, está aumentando con la vuelta gradual de las vacaciones estivales. Los ministros de Defensa y de Asuntos Exteriores de la UE, coordinados por el Servicio Europeo de Acción Exterior, que dirige Borrell, mantienen de lunes a miércoles sendas reuniones. Ambas citas están dominadas por la guerra, sus consecuencias, el apoyo al país agredido (Ucrania) y los castigos al agresor (Rusia). Son encuentros informales, que se definen en la jerga comunitaria como las reuniones en las que no se adoptan decisiones, pero en las que sí se puede llegar a acuerdos políticos que después tengan un desarrollo técnico y normativo. Eso es lo que está pasando estos días en la capital de República Checa, el país que preside el Consejo de la UE la segunda mitad de este año.
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La agenda de estas reuniones evidencia que la UE no tiene intención de pedirle al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, que se siente a negociar el fin de las hostilidades si él no decide hacerlo. Más bien parece lo contrario. Kiev ha anunciado que va a intensificar su ofensiva en el sur del país para recuperar parte del territorio perdido en los primeros compases de la guerra, y la UE le secunda en sus planes. En el encuentro de Defensa se ha llegado al acuerdo de empezar a diseñar una misión que adiestre a los militares ucranios en el uso de las armas que se les entrega, tácticas militares y organización del Ejército. “El flujo de equipos militares a Ucrania debe continuar e incluso aumentar. Pero también necesitan regenerar sus fuerzas. También se trata de cómo se lleva a cabo la guerra […] Las necesidades son enormes y tenemos que garantizar la coherencia de estos esfuerzos”, ha apuntado Borrell.
El alto representante ha recordado también que ya hay misiones de entrenamiento que se están llevando a cabo ahora. La más destacada tiene lugar en el Reino Unido, y por ella han pasado ya cerca de 2.500 soldados ucranios. A estos ejercicios se iban a sumar varios países de la UE (Alemania, Finlandia, Suecia y Letonia), según anunció hace unas semanas el ministro de Defensa británico, Ben Wallace, en una reunión que organizaron en Copenhague algunos Estados que envían ayuda a Kiev.
Con el paso dado ahora, la UE trata de coordinar estos esfuerzos bajo su propio paraguas. El consenso en la reunión ha sido amplio, aunque también se han señalado las premisas bajo las que se tiene que producir ahora la colaboración con el Ejército ucranio. Será este último el que tiene que concretar sus necesidades. De hecho, el ministro de Defensa del Gobierno de Zelenski estaba en la reunión. Además, habrá que evitar que se dupliquen los recursos ofrecidos y, por último, la formación se tendrá que impartir fuera de Ucrania. Los socios comunitarios no quieren desplegar militares en el país invadido; no quieren, bajo ningún concepto, dar una excusa a Moscú para que los considere parte beligerante.
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El adiestramiento que se podría impartir sería en varios niveles. Por un lado, el aprendizaje en la utilización de las armas que se envían, cada vez más sofisticadas y de uso más complicado. “Por ejemplo, si Francia proporciona cierto tipo de armas”, aclaraba Borrell, para sugerir que es lógico que sean los franceses quienes mejor proporcionen la formación: “Ellos mejor que nadie pueden proporcionar este entrenamiento”. Y, por otro lado, también se trataría de asesorar en la organización del Ejército para que este funcione mejor, ha continuado el alto representante.
A los pocos días de comenzar la invasión, se creó un fondo de 500 millones de euros para financiar los envíos de armas. Fue un paso sin precedentes, porque hasta este momento la UE nunca se había implicado en conflictos abiertos. Esa cantidad inicial fue creciendo posteriormente en sucesivas aportaciones de otros 500 millones, hasta llegar a los 2.500 millones.
El comienzo del diseño del programa de adiestramiento, que tardará al menos un mes en estar completado y todavía más en desplegarse sobre el terreno, forma parte del apoyo al país agredido. Del lado del castigo al agresor, lo probable es que este miércoles se avance hacia una restricción en la concesión de visados a los ciudadanos rusos, especialmente los permisos turísticos, sin llegar a prohibirlos, según señalaban en jornadas previas varias fuentes diplomáticas de la UE, a través de la suspensión total del acuerdo firmado con Moscú en 2007 que abarata y agiliza las visas. Ese pacto ya está parcialmente suspendido desde el comienzo de la guerra.
Este podría ser el punto de encuentro entre las dos posiciones que se han ido perfilando en las últimas semanas. A la entrada de la reunión, esta vez de ministros de Asuntos Exteriores, el propio Borrell lo ha aclarado: “Hay posiciones diferentes y no puedo anticipar el resultado de las discusiones”. Las diferencias se encuentran, básicamente, entre un grupo de países (las tres repúblicas bálticas, Finlandia, Polonia, República Checa) que se inclinan por la prohibición total en la concesión de visados, salvo excepciones por causas humanitarias; y los que se niegan a esto con los argumentos de que esta opción se sitúa fuera de la Convención de La Haya; reforzaría el discurso victimista de Moscú y trataría por igual a todos los ciudadanos rusos, independientemente de su posición respecto a la invasión o su grado de colaboración. Y, de hecho, señalan que la UE ya restringió la entrada de personas procedentes de Rusia, sobre todo de oligarcas que apoyan al régimen.
España se encuentra en este último grupo, aunque el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, ha sido prudente a su llegada a la cita: “Hay que mantener la unidad frente a Rusia. Quiero escuchar las posiciones de los demás países y espero que lleguemos a un punto de encuentro”.
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