La Unión Europea se plantea ya una vuelta de tuerca más a las sanciones a Rusia por la invasión de Ucrania. Los ministros de Asuntos Exteriores estudiarán en la reunión que mantendrán este martes y miércoles en Praga cómo restringir la entrega de visados a los ciudadanos rusos, especialmente los permisos turísticos, según apuntan varias fuentes diplomáticas de la UE. De esta forma se llegaría a una solución intermedia que conciliaría las posiciones de los Estados miembros que abogaban por el veto genérico —esencialmente, los países Bálticos y Finlandia— y la de quienes que lo rechazaban: Alemania, España y la Comisión Europea.
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Hasta ahora ha habido seis rondas de sanciones. Aunque también hay voces que interpretan que en realidad son cinco, porque una de ellas, la última, se centró en cerrar los agujeros que habían dejado las anteriores y que se vieron conforme se fueron aplicando. Sea como sea, estos castigos se han centrado en golpear a la economía rusa (y bielorrusa) y a los oligarcas que apoyan al régimen de Vladímir Putin. Ahora, en cambio, la Unión Europea abre una nueva vía al plantearse también que la ciudadanía rusa pague por la agresión de su país al vecino más pequeño, como declaró el pasado viernes la primera ministra de Estonia, Katia Kallas, en una entrevista : “Si Rusia está librando una guerra contra un país europeo independiente, entonces sus ciudadanos son también responsables de ello. Está mal que los rusos estén disfrutando de sus vacaciones mientras su país hace la guerra”.
Los datos de visados Schengen concedidos para viajar al área de libre circulación europea en 2021 apuntan a que los ciudadanos de Rusia son quienes más se benefician de este permiso: suman 654.000 de los tres millones de visados para estancias cortas concedidas el año pasado. No obstante, estos números siguen muy afectados por la pandemia, ya que en 2019 se concedieron un total de 17 millones de permisos y, de esos, algo más de cuatro millones (el 23% del total) procedían del gran vecino del este. Estas cifras caerán con toda probabilidad si los ministros de Asuntos Exteriores toman este miércoles —día en que se abordará este asunto, aunque las reuniones comienzan el martes— la decisión de endurecer las reglas de entrada para quienes lleguen desde Rusia. La medida, en todo caso, debería tener un desarrollo técnico por parte de los embajadores ante la UE.
Estonia ha sido, probablemente, el Estado miembro que más ha insistido en este debate que abrió el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, con una tribuna en un diario estadounidense reclamando el veto a la concesión de visados a ciudadanos rusos interesados en hacer turismo en el resto de Europa. Se le sumaron pronto el resto de países bálticos, también Finlandia, y otros Estados del centro y el este de Europa, que siempre han mantenido las posiciones más hostiles hacia Moscú: Polonia y la República Checa.
Alemania, por el contrario, rechazó de inmediato este castigo. El canciller, Olaf Scholz, apuntó que no podían pagar todos los ciudadanos rusos por las decisiones de sus gobernantes, que se castigaba así a inocentes que también sufren un régimen autocrático. Encontró el respaldo del alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell. También de España, Francia o Italia. Este bloque de países ha argumentado en los debates que han precedido a la reunión de titulares de Exteriores de esta semana que la prohibición total en la concesión de visados a todos los ciudadanos rusos choca con la convención de La Haya y que con este paso se daban argumentos al presidente ruso para sostener su discurso victimista.
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See here in English,my interview with @ORF ZEIT im Bild 2 on EU restrictive measures against Russia and their efficiency, Russia‘s unprovoked invasion of Ukraine, neutrality and the agreement reached by Serbia and Kosovo under the EU-facilitated Dialogue.https://t.co/VUPNsPpIlW
— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) August 28, 2022
“No es una buena idea vetar la concesión de visados en cualquier circunstancia”, declaró el alto representante el domingo en una entrevista concedida a una televisión austriaca. Borrell, como otros mandatarios opuestos a la idea de establecer una prohibición genérica, ha recordado que ya desde febrero se restringió la concesión de visados a ciudadanos rusos.
Para hacerlo, entonces se recurrió a la suspensión parcial del acuerdo firmado entre Rusia y la Unión Europea en 2007 que abarata y acelera la concesión de permisos de entrada en la zona Schengen, es decir, abriendo la puerta a la circulación por los 27 Estados miembros de la Unión Europea. La solución que se ha encontrado para conciliar las dos posturas y mantener la unidad entre todos los socios ha sido ahondar en el camino iniciado en febrero, como adelantó este domingo el Financial Times.
Ese acuerdo marcaba un precio máximo de 35 euros, facilitaba los trámites e, incluso, agilizaba los permisos de entrada múltiple. Además, bajo el paraguas del pacto entre Bruselas y Moscú logrado hace 15 años, cuando un Estado concede un visado para la entrada en su territorio también lo hacía para toda la zona Schengen. Todo esto quedaría ahora suspendido y daría margen a los Estados miembros para ser más o menos restrictivos con la entrada de ciudadanos rusos a su propio territorio según sea su voluntad. Con la regulación actual, si el acuerdo marco se congela, cualquier socio comunitario puede examinar el visado concedido a cualquier persona y, aunque no puede vetarlo, sí puede prohibir la entrada en su territorio, con lo que el afectado ya no puede moverse por toda la zona Schengen.
Las consecuencias prácticas de este arreglo serían que los ciudadanos rusos tendrían muy difícil la entrada por vía terrestre en la Unión Europea, porque son precisamente los países con los que Moscú tiene frontera los que mantienen una posición más restrictiva y los que reclamaban un veto general. Es decir, ya no se podría entrar en la UE por carretera y después coger un avión para hacer turismo en la Costa del Sol o en Sicilia. La alternativa sería, siempre que países como España o Italia no endurecieran su posición, coger varios vuelos a través de Belgrado o de Turquía, pues otra de las sanciones que se aplican es la prohibición para las aerolíneas rusas de sobrevolar los cielos de los países comunitarios.
La UE llega a este debate cuando se han cumplido seis meses de guerra en Ucrania y también medio año de las primeras sanciones occidentales a Rusia por la invasión. Coincidiendo con este semianiversario, han comenzado a escucharse voces que dudan de la eficacia de estas medidas. Esas posiciones se refuerzan por los efectos secundarios, en forma de inflación, que está padeciendo la Unión Europea. En cambio, los Veintisiete apuestan por ahondar en el camino abierto casi al día siguiente de que las tropas de Moscú recibieran la orden de abrir fuego.
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