La cumbre europea del próximo lunes en Bruselas abordará el creciente riesgo de hambruna en los países dependientes de las exportaciones agrícolas de Ucrania, bloqueadas por Rusia tras la invasión del país el pasado 24 de febrero. La UE está dispuesta a movilizar todos los recursos posibles para facilitar la salida del grano acumulado en los silos y puertos ucranios. Y sobre la mesa figura, incluso, la posibilidad de poner en marcha una misión naval que escolte el paso de los cargueros desde Ucrania a través de un mar Negro infestado de minas y vigilado por buques y submarinos rusos.
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Por vía terrestre. O fluvial. O incluso marítima. La Unión Europea considera imprescindible sacar cuanto antes los miles de toneladas de maíz, de cebada y, sobre todo, de trigo, bloqueados en territorio ucranio desde hace tres meses. El borrador de las conclusiones de la cumbre, al que ha tenido acceso , “condena fuertemente la destrucción y apropiación ilegal de la producción agrícola de Ucrania por parte de Rusia”. Y pide a Moscú “poner fin al bloqueo de los puertos ucranios y permitir la exportación de alimentos, en particular desde Odesa”.
Pero las operaciones ideadas para exportar todo ese producto en ferrocarril a través de Polonia o por río hasta el puerto rumano de Constanza no están dando el resultado previsto. Y Bruselas sopesa ahora, según fuentes comunitarias, la puesta en marcha de una misión naval derivada de la política común de seguridad y de defensa para lograr que el grano parta directamente desde la ciudad ucrania de Odesa, el puerto a orillas del mar Negro que canalizaba la mayor parte de la exportación hasta el comienzo de la guerra lanzada por el presidente ruso, Vladímir Putin.
La operación naval para sacar el grano ucranio supondría un riesgo extremo de posible roce o choque militar con la Armada rusa. Pero Bruselas observa casi con el mismo pavor el estallido de una crisis humanitaria en los países cuyas necesidades más básicas de alimentación dependen de las exportaciones ucranias. El presidente del Gobierno italiano, Mario Draghi, telefoneó el jueves a Putin y el viernes al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, para tantear la posibilidad de un acuerdo entre ambas partes que permita el desminado de los puertos ucranios y la salida del grano. Pero Putin achaca el problema a las sanciones europeas y Draghi ha alertado de que se avecina una crisis alimentaria “de proporciones gigantescas y consecuencias humanas terribles”.
Según los datos de la Comisión Europea, Túnez importa el 53% del trigo desde Ucrania; Libia, el 44%; y Egipto, el 26%. En India y Pakistán, que suman casi 1.700 millones de habitantes, la dependencia del trigo ucranio es casi del 50%. La escasez de grano en todos esos países podría desencadenar, además de una hambruna, una crisis económica y social que derivaría en oleadas migratorias llamadas a arribar a Europa tarde o temprano.
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Hasta el estallido de la guerra, Ucrania exportaba una media anual de 18 millones de toneladas de trigo, 24 millones de toneladas de maíz o casi cinco millones de cebada, según cifras del International Grains Council, una organización intergubernamental que promueve la estabilidad del mercado mundial de granos. El repentino parón de las exportaciones ucranias, bloqueadas por la Armada rusa, ha puesto en peligro la estabilidad de ese mercado y la seguridad alimentaria de parte del planeta.
Riesgo sin precedentes
“El debate sobre una misión de la política común de seguridad y defensa es inevitable”, señala una fuente comunitaria. La UE tiene en estos momentos 18 misiones de ese tipo operativas en todo el mundo, algunas de ellas navales, como la que vela en el Mediterráneo por el cumplimiento del embargo de armas a Libia o la que combate la piratería en el océano Índico frente a las costas de Somalia. Pero todas las fuentes consultadas reconocen que una operación en el mar Negro supone un riesgo sin precedente para las fuerzas europeas.
Trabajadores en un campo de girasoles en la región de Odesa, el 22 de mayo. GENYA SAVILOV (AFP)
La primera dificultad, de carácter diplomático, sería franquear el paso de los buques europeos hasta el puerto de Odesa. Desde 1936, la entrada en el mar Negro de buques de guerra de países que no sean ribereños está regulada y limitada por la Convención de Montreux. Ese acuerdo internacional da la llave de los estrechos de entrada al Gobierno de Turquía.
El Gobierno del presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha apoyado las resoluciones de la ONU que exigen a Moscú el fin de la agresión contra Ucrania. Pero Turquía es el único país de la OTAN que se ha desmarcado de las sanciones impuestas al Kremlin por la UE y EE UU. Y no ha dudado en poner condiciones para admitir el ingreso de Finlandia y Suecia en la Alianza Atlántica, dos países históricamente neutrales alarmados por el retorno de la guerra al continente europeo.
Aun así, “Turquía daría el permiso para el paso de los buques europeos”, asegura una alta fuente comunitaria. El motivo para el optimismo se funda en que no se trataría de una operación agresiva sino de carácter eminentemente humanitario porque de su éxito puede depender la alimentación de millones de personas.
“La agresión militar de Rusia tiene el riesgo de provocar un efecto dramático en la seguridad alimentaria global”, apunta el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en la carta de invitación a los 27 líderes europeos para la cumbre del 30 y 31 de mayo en Bruselas. Y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, acusa a Putin de instrumentalizar la alimentación como arma de guerra igual que ha hecho con el suministro energético.
“La artillería rusa está bombardeando deliberadamente los graneros en Ucrania y los buques de guerra rusos en el mar Negro bloquean la salida de barcos ucranios llenos de trigo y semillas de girasol”, lamentó Von der Leyen durante su intervención del pasado martes en el Foro Económico Mundial de Davos.
Michel señala en su carta: “En la cumbre europea discutiremos sobre las vías concretas para ayudar a Ucrania a exportar su producción agrícola usando la infraestructura de la UE”. El presidente del Consejo añade: “Veremos también cómo coordinar mejor las iniciativas multilaterales al respecto”. La cita de los 27 contará con la participación por vía remota del presidente de la Unión Africana, Macky Sall, señal de la inquietud comunitaria por la vulnerabilidad de los países africanos.
La UE quiere demostrar a los países en peligro de hambruna que la falta de grano no es consecuencia de las sanciones europeas, como argumenta la propaganda rusa, sino del bloqueo armado de los puertos ucranios. El borrador de las conclusiones de la cumbre recoge “el compromiso de mantener el comercio mundial de materias primas alimentarias libre de barreras injustificadas”. Y promete “solidaridad hacia los países más vulnerables”.
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