“Bastardos ucranios”, “nazis”, “reduciremos todo a escombros”. Estos mensajes son frecuentes en las emisiones nocturnas del canal de televisión Rossiya 1, uno de los más vistos en ese país y emisor del programa de su principal estrella, Vladímir Soloviov, sancionado por la UE y Estados Unidos, considerado el propagandista en jefe del Kremlin, y con un lenguaje particularmente beligerante e incendiario en defensa de la invasión. Ahora, tras 10 meses de guerra total, la UE busca apagar de las ondas europeas a Rossiya 1 y a otros tres grandes canales, señalados por difundir desinformación y propaganda: Pervi Kanal (Primer Canal), NTV y REN-TV.
Vladímir Putin lleva años controlando la mayoría de los medios de comunicación rusos —primero manejó los públicos y luego su círculo se hizo con los privados— y ha alzado la propaganda como una de las herramientas clave de su libro de jugadas. Una, además, todavía más destacada desde la invasión de Ucrania que el presidente ruso lanzó el 24 de febrero.
El noveno paquete de sanciones impuesto a Rusia por la guerra en Ucrania, aprobado en la cumbre del jueves y publicado este viernes, dicta la suspensión en la UE de estos cuatro canales de televisión tradicionales: Pervi Kanal es el más visto en Rusia, con varias rondas de informativos y que tiene asociada incluso una productora cinematográfica; Rossiya 1 es el segundo canal con más televidentes y emisor de programas de tertulia nocturnos muy enfocados ahora en la guerra de Putin; NTV/NTV Mir está operado por Gazprombank, subsidiaria de la gasista rusa Gazprom; y REN-TV es uno de los mayores canales privados.
Estos nuevos medios vetados se sumarán a los ya bloqueados hace meses, como RT (considerado por los analistas occidentales el brazo internacional de la maquinaria de propaganda) y Sputnik. Los Veintisiete vetan la difusión en el territorio comunitario de los cuatro canales incluidos en el último paquete por sus acciones “continuas y concertadas de desinformación y propaganda bélica” que legitiman la invasión de Ucrania y socavan el apoyo a Kiev, señalan.
Con la decisión, la UE dice que busca hacer frente a la campaña internacional sistemática de desinformación y manipulación de la información de Rusia, destinada a desestabilizar a la UE, sus Estados miembros y los países vecinos. Restringir los canales había estado sobre la mesa desde hace meses, pero las sanciones sobre Rusia se han centrado sobre todo en atenazar la economía y los ingresos con los que Putin alimenta la guerra. Ahora, pone en la diana los medios que distribuyen una dieta de propaganda en Rusia y en otros países y que contribuyen a la narrativa del Kremlin sobre la “desnazificación” de Ucrania ―un país con un presidente y un primer ministro judíos―, la “desotanización” (por la OTAN) del país o más recientemente su “desatanización”.
Las nuevas restricciones implican que estos canales no se podrán emitir por ningún medio en los Estados miembros ni a través de medios europeos. Ni por satélite ni por internet, apuntan fuentes comunitarias. Hasta ahora, tres de ellos estaban disponibles para algunas partes de la Unión y en otras zonas del globo a través del satélite francés Eutelsat (propiedad, en parte, del Estado francés); el luxemburgués SES también difunde uno de los canales.
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Los satélites habían estado bajo el foco público de las instituciones comunitarias desde hace meses. Sobre todo Eutelsat, que la vicepresidenta de la Comisión Europea Vera Jourova tachó de mantener un “comportamiento inaceptable”.
Esta semana, el regulador francés ordenó a la compañía de satélites que dejara de retransmitir esos canales tras las denuncias continuadas de organizaciones de libertad de prensa, como Reporteros sin Fronteras, y de defensa de los derechos humanos. Habían señalado a las cadenas no solo por encabezar la “maquinaria de propaganda” del Kremlin, sino también, denunciaron, por vulnerar la ley francesa de incitación al odio y la violencia, por sus mensajes sobre la ciudadanía ucrania; incluidos “llamamientos al exterminio masivo o al asesinato de líderes, incluso incitación al genocidio”.
Los canales sancionados y su personal podrán seguir llevando a cabo en la UE actividades distintas a las de radiodifusión, como entrevistas o “investigación”, apuntan fuentes comunitarias. Poner coto a estos canales en internet es más difícil; se podrían bloquear en YouTube, pero apagarlos, por ejemplo, de Telegram, donde muchos siguen ofreciendo sus emisiones en directo es extremadamente complicado.
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