La investigación independiente ordenada por la UEFA sobre los incidentes que se vivieron antes y después de la final de la Champions en el estadio de Saint Denis entre Real Madrid y Liverpool el 28 de mayo de 2022 responsabiliza al órgano rector del fútbol europeo de lo sucedido y asegura que hubo “negligencia de las autoridades francesas”
El inicio del encuentro tuvo que retrasarse más de media hora problemas en el dispositivo policial. Los agentes utilizaron gases lacrimógenos contra seguidores del Liverpool en los accesos al estadio, donde se produjeron colas multitudinarias. “Es sorprendente que nadie perdiera la vida”, destaca el informe independiente de la UEFA que consta 220 páginas.
Real Madrid y Liverpool reclamaron responsabilidades y explicaciones por lo sucedido, que pudo acabar en tragedia por lo que se desprende en la investigación. En primera instancia, miembros de la UEFA acusaron a seguidores reds de iniciar los incidentes por acudir con entradas falsas, algo que niega el informe.
“El informe concluye que la UEFA, como propietaria del evento, tiene la responsabilidad principal en los fallos que casi conducen al desastre”, destaca la investigación dirigida por Brandao Rodrigues.
Las autoridades francesas pecaron de negligencia que se tradujo en graves incidentes que precedieron a la final en París de la Liga de Campeones de 2022 entre el Real Madrid y el Liverpool, en la que los aficionados fueron expuestos a un gran peligro físico y todos los responsables cometieron errores.
Así se desprende de las conclusiones de la comisión de investigación independiente ordenada por la UEFA tras aquellos disturbios el 28 de mayo en los aledaños del Estadio de Francia de Saint-Denis que hoy ha salido a la luz.
Esa comisión, compuesta de expertos, universitarios, juristas y representantes de asociaciones de aficionados, considera que la UEFA y las autoridades francesas cometieron errores de bulto y que ambas, junto a la Federación Francesa de Fútbol y varios ministros, “actuaron de forma irresponsable” al “negar su responsabilidad”.
Las conclusiones señalan que los organizadores no tuvieron en cuenta las consecuencias que para los aficionados tenía estrechar los accesos para controlar los riesgos terroristas, lo que expuso a ingleses y españoles a situaciones de riesgo por aplastamiento.
La seguridad, añaden, pretendía evitar un enfrentamiento entre ambas aficiones, un riego irreal, porque la mayoría de los aficionados eran pacíficos, pero se olvidaron de afrontar los peligros que suponía la delincuencia que tradicionalmente sufren los seguidores en Francia y, especialmente, en Saint-Denis.
El informe desmiente también al ministro del Interior, Gérald Darmanin, que habló de “fraude masivo” de entradas que los autores consideran que no se trata de “un problema exagerado”, por lo que consideran “irresponsable” al miembro del Gobierno.
Además, considera que haber dado demasiada importancia a ese fenómeno llevó a instalar puntos de filtrado de aficionados demasiado estrechos, lo que les exponía a ser víctimas de avalanchas.
Durante horas, los aficionados estuvieron expuestos a los delincuentes, sin que actuara la policía, lo que multiplicó las agresiones. Cuando la tensión fue en aumento, la policía optó por usar gases lacrimógenos, una solución que los expertos consideran poco apropiada y dictada por la falta de efectivos.
El viento empujó esos gases a una zona donde esperaban de forma pacífica miles de aficionados ingleses, que comenzaron una estampida que fue muy peligrosa.
Ante ello, los agentes les lanzaron gas mostaza, “un producto que no tiene cabida en la fiesta del fútbol”, “totalmente inapropiado y desproporcionado, además de potencialmente letal”, según el informe de 151 páginas, que señala que es casi milagroso que no hubiera víctimas mortales.
Por un error de traducción se colocaron cientos de agentes en el césped, mientras faltaban efectivos en los aledaños para ayudar a la evacuación cuando de nuevo los aficionados quedaron expuestos a los delincuentes.
El informe termina con 21 recomendaciones para que no se repitan esos hechos, sobre todo cuando en poco más de un año el Estadio de Francia acogerá los Juegos Olímpicos de 2024.