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La UEFA salda ahora la cuenta pendiente con Oporto

La final inglesa de la Champions, entre Manchester City y Chelsea, se jugará finalmente en el estadio Do Dragao de Oporto. Se mantiene la fecha del sábado 29 de mayo pero, por segundo año consecutivo, el partido más importante del año no se jugará en Estambul, que era la sede prevista. Los números rojos de los contagios de coronavirus y el protocolo local de cuarentenas desaconsejan que el partido se dispute en Turquía. Alguien especuló que, tratándose de dos finalistas que juegan en la Premier, sería lógico que la final se celebrase en Wembley. Pero, con la excusa que para esas fechas el recinto londinense ya tiene otros eventos previstos, la UEFA se ha llevado la final a Oporto.

Aleksander Ceferin, que no da puntada sin hilo, sabía que estaba en deuda con la ciudad portuguesa. La Supercopa 2020 debía disputarse ahí y, también por culpa de la pandemia, el partido entre el Bayern y el Sevilla voló hasta el Puskas Arena de Budapest. Ahora, pues, se les compensa con la final de la Champions… y también con algo de público. De las 50.000 localidades de Do Dragao, las dos aficiones podrán ocupar un total de 12.000 butacas. Ahora, el estadio doblemente agraviado por la UEFA es el Atatürk. Pero no será hasta 2025 que podrá recuperar una final de Champions. En 2022 será en San Petersburgo, en el 2023 en Múnich y el 2024 de nuevo en Wembley, escenario talismán para el Barça.


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