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La última lección magistral de Luis Enrique



Sota, caballo y rey. Reapareció Luis Enrique como seleccionador español, dijo las cosas claras, hizo un ejercicio de transparencia y se puso a todos en el bolsillo. Sólo por ser como es. Una persona que se viste por los pies, que va de cara, que llama al pan, pan, y que rige su vida con los códigos de lealtad, honor y valores. Frío en los sentimientos y en relato profesional, en esta ocasión tuvo incluso el acierto de hacer el ejercicio de empatía de ponerse en los zapatos de
Robert Moreno
. Es una novedad interesante para alguien que ha debatido, internamente, si era justo con quien hace poco era su asesor y su amigo. Es más, en lo deportivo no escatimó elogio alguno para
Moreno
, subrayó lo bien que ha jugado la selección con él, aseguró que no le guarda rencor y le desea lo mejor como entrenador.



En lo personal,
Luis Enrique
también estuvo de 10. Habló de las distintas formas de afrontar el luto, del agradecimiento por el respeto, y del consuelo de los minutos de silencio. De forma admirable, consiguió que, durante 45 minutos muy intensos, hubiera más emoción entre los periodistas que abarrotaban la sala, que encima de la tarima. Por cierto, más allá de
Mónica Marchante
, en el patio de butacas sólo había hombres periodistas. ¿La Roja? Con el artículo no basta.



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