La líder de la formación ultraderechista Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, socia e inspiración de Vox en Italia, y favorita en todos los sondeos para las elecciones generales del 25 de septiembre, ha negado que en el país transalpino vaya a producirse cualquier “deriva antidemocrática” en el caso de resultar vencedora. Y también ha condenado el fascismo.
La política romana, de 45 años, aliada en Europa de Santiago Abascal, líder de Vox, y del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, ha salido al paso de quienes fuera de Italia temen que pueda dar un viraje soberanista o ultra al país, tercera potencia de la zona del euro y fundador de la Unión Europea. Y ha enviado un vídeo en español, inglés y francés a los medios extranjeros en el que explica que estos días ha leído artículos en la prensa internacional sobre las próximas elecciones. En ellos, asegura, se la describe como “un peligro para la democracia, para la estabilidad italiana, europea e internacional”. “He leído que la victoria de Hermanos de Italia en las elecciones de septiembre supondría un desastre, que conduciría a un cambio autoritario, a la salida de Italia del euro y otras tonterías de este tipo”, dice en español mirando a cámara. Y agrega: “Nada de esto es cierto”. “En alemán no me lanzo”, ha señalado después en un tuit.
En la grabación, enviada el miércoles a los medios extranjeros y publicada en Italia este jueves, Meloni acusa a la prensa internacional en general, sin aportar ningún ejemplo concreto, de estar bajo la influencia de un supuesto “poderoso circuito mediático de la izquierda, que aquí en Italia es muy fuerte en las redacciones de los periódicos y en los programas de televisión”.
También se aleja de las posiciones tradicionales de extrema derecha con las que se asocia a Hermanos de Italia desde su fundación. Presenta a la formación que dirige como el partido de los conservadores italianos”, condena el fascismo y defiende que la derecha de su país ya lo relegó al olvido “hace décadas, condenando sin ambigüedades la privación de la democracia y las infames leyes antijudías”.
Además, ha condenado de forma “inequívoca” el nazismo, pero se ha explayado contra el comunismo, y ha denunciado que esta última es “la única de las ideologías totalitarias del siglo XX que todavía sigue en el poder en algunos países, sobreviviendo a sus trágicos fracasos”. En esa línea, cargó contra la izquierda, a la que acusó de recibir “generosos fondos de la Unión Soviética durante décadas” y de no condenar el comunismo.
Meloni lidera desde 2014 Hermanos de Italia, un partido surgido de los rescoldos del posfascismo, como heredero del Movimiento Social Italiano (MSI), formado por seguidores del dictador Benito Mussolini. A finales de los ochenta e inicios de los noventa, Giancalo Fini trató de camuflar los orígenes fascistas del movimiento y quiso convertirlo en una fuerza de derechas moderna, pero en 1995 acabó disolviéndose y dando paso a otras pequeñas formaciones que surgieron de las distintas facciones del MSI. Fini fundó la Alianza Nacional, formación por la que Meloni fue diputada.
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Aunque el MSI, abiertamente neofascista y fuera del arco constitucional, está lejos de Hermanos de Italia; los logotipos de ambas formaciones comparten una iconografía particular: una llama tricolor con los colores de la bandera italiana, un diseño ideado por los fundadores del movimiento en 1946 y que representa la continuidad de la tradición política posfascista. Junto con la hoz y el martillo de los comunistas y el escudo cruzado usado por la Democracia Cristiana, es uno de los símbolos políticos italianos más antiguos aún en uso. Además, en la actualidad, varios políticos que militaron en el Movimiento Social Italiano forman parte del partido de Meloni.
Círculos de extrema derecha
La cercanía de algunos exponentes de Hermanos de Italia con diversos círculos de extrema derecha ha quedado documentada en varias ocasiones. Por ejemplo, el año pasado, una investigación del diario digital Fanpage evidenció las relaciones entre algunos dirigentes milaneses del partido, como el eurodiputado Carlo Fidanza, y el empresario Roberto Jonghi Lavarini, conocido por formar parte de diversos grupos neofascistas.
Meloni concurrirá a los comicios en alianza con la ultraderechista Liga de Matteo Salvini y la conservadora Forza Italia de Silvio Berlusconi. Todas las encuestas otorgan una amplia ventaja a la coalición, que ha acordado que, si vence, el partido más votado será el que proponga el nombre del primer ministro. Los sondeos apuntan a que esa responsabilidad recaerá en Meloni.
La política romana intenta presentarse desde hace meses como una líder institucional y fiable, sobre todo en política exterior, con vistas a un posible puesto en el Gobierno. Meloni ha condenado de nuevo “la brutal agresión rusa contra Ucrania”, aunque hace menos de un año en su biografía presentaba a Rusia como “parte del sistema de valores europeos” y “defensora de la identidad cristiana”. Tras este cambio se entrevén intereses electoralistas, ya que la nueva estrategia de Hermanos de Italia pasa por distinguirse de las posiciones más ambiguas de sus aliados en la coalición de derechas, que mantienen cierta cercanía con la órbita del Kremlin.
Meloni también afirma en el vídeo que su partido no tiene posiciones euroescépticas y ha reiterado su pertenencia al Partido de los Conservadores y Reformistas Europeos, “que comparte valores y experiencias con los tories británicos, los republicanos estadounidenses y el Likud israelí”. La líder ultraderechista también ha reivindicado Europa como “una entidad política capaz de representar un valor añadido real para sus ciudadanos, con menos burocracia y más capacidad de incidir en los grandes asuntos”.
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