Más allá de los aciertos y de los errores que tuvo Garitano ante el Sevilla, lo que hay que admitir es que tomó decisiones valientes. Se le pedía agitar el árbol e hizo cosas distintas al patrón habitual. Eso sí, si alguien esperaba que el Athletic tuviera un estilo similar al que tenía con Bielsa o con Valverde se estará equivocando de pleno. Porque Gaizka no es Marcelo ni Txingurri y porque tampoco tiene a su disposición la plantilla que había años atrás.
De salida, Garitano dio la titularidad a Morcillo y a Zarraga y dejó fuera al capitán Muniain. La del getxotarra era la primera vez en el once. Otro aspecto es valorar si resultaba idóneo renunciar abiertamente a tener el balón quitando al mismo tiempo al 10 y a Unai López. De ahí se generaron muchos problemas y un importante agujero en el centro del campo.
Quizás el deriotarra debió meter el bisturí en el descanso, pero decidió esperar al 54’. En ese lapso, Iñigo Martínez salvó el 0-2. En la primera tanda de cambios, Garitano deshizo el movimiento de Unai López y Zarraga y dio entrada a Villalibre en lugar de Raúl García, prescindiendo del pichichi del pasado curso. El navarro no anda fino, pero quitarle fue una decisión valiente. El Athletic se fue activando, asumiendo más balón y la movilidad de los dos puntas le abrió un abanico de recursos.
En la segunda tanda, Muniain y Vesga relevaron a Berenguer y Dani García. El flamante fichaje y el hombre de confianza del míster en la medular. Los leones dieron otro paso más al frente. Vesga demostró que tiene más recorrido como ancla que como catalizador del juego, sumó en los apoyos cortos e intervino en los dos tantos. Muniain remató la faena partiendo desde la izquierda con conducciones, con presencia en el área, lanzando a los delanteros y encima con gol.
La guinda llegó en la última tanda, lo de Sancet fue entrar y besar el santo. Garitano fue valiente, pero tampoco hay que pasar por alto que fue subsanando los fallos cometidos en el planteamiento inicial. Ahora toca dar continuidad a los detalles positivos observados frente al Sevilla. Parece complicado que Muniain, Williams, Berenguer y Raúl encajen al mismo tiempo en un once. Alguien siempre está fuera de sitio y termina por descompensar al bloque. No sucede nada si uno arranca desde el banquillo y ejerce como revulsivo. El 10 es el ejemplo.
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