La verdadera razón por la que “sangran” los glaciares

Los polos de nuestro planeta pueden definirse como una de las zonas menos conocidas por el ser humano. Un territorio en el que las temperaturas extremas se enmarcan como el aspecto principal de una zona aislada en la que conviven algunos animales increíblemente adaptados a las condiciones climáticas. Cabe destacar la presencia de glaciares y otro tipo de formaciones solidas que representan los paisajes más majestuosos de un entorno cada vez más lastrado por la contaminación

Y es en los glaciares en los que nos hemos querido fijar en esta ocasión, ya que en algunas ocasiones pueden llegar a desprender un líquido rojizo que suele parecerse a la sangre de cualquier ser vivo. Un fenómeno tan curioso como complejo que tiene una explicación coherente: exceso de hierro. 

Ríos de «sangre»

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Aguas completamente anegadas de hierro

Los glaciares se definen como esas inmensas masa de hielo que bajan por las montañas de las zonas más frías de la Tierra. Unas formaciones compuestas principalmente por agua pero que incluyen en su interior una gran cantidad de minerales que pueden alterar su color y formación. Este es el caso del glaciar Taylor, una montaña helada con una base de hierro que al derretirse parece emanar cataratas de sangre.

Situado en la región antártica de los Valles Secos de McMurdo, este conocido glaciar se enmarca como uno de los lugares más curiosos  del mundo. Una enorme formación de 54 kilómetros de largo y 400 metros de grosor que no se encuentra en perfecto estado de congelación. Es por esto por lo que comienza a emanar auténticos ríos de agua repleta de ion ferroso que al contactar con el exterior se oxida formado este líquido rojizo tan típico del hierro.

Un hallazgo sin precedentes

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Científicos inspeccionando la zona

En un principio se pensó que las causantes de este peculiar fenómeno se basaba en una enorme población de algas rojas que solían frecuentar los mares de la zona. Pero después de arduas investigaciones se demostró que el glaciar se encontraba situado sobre un suelo desértico en el que el hierro se enmarca como el mineral más abundante. Un estudio llevado acabo por la Universidad de Tennessee y encabezado por la microbióloga Jill Mikucki. 

El proceso por el que el agua se vuelve roja puede explicarse de la siguiente manera: los organismos microscópicos utilizan el sulfato para respirar, de esta manera adquieren el hierro en su forma insoluble y lo transforman en ferroso (soluble), generando así un color rojizo muy parecido a la sangre.


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