La vida es como un juego de ajedrez Rolando Villazón

*El reconocido tenor mexicano participó en el programa Hablemos de Ópera

Por Ángela Anzo

México, 6 de junio (La Neta Neta).— Hombre resiliente, que vive con buen humor, amante del color amarillo y la música de Johannes Brahms… así es Rolando Villazón (Ciudad de México, 1972), que la tarde de este sábado conversó y compartió una sesión de preguntas con el crítico, director musical y promotor Gerardo Kleinburg. En una charla amistosa y relajada, el cantante mexicano radicado en Francia y reconocido como uno de los más notables tenores líricos de la actualidad, habló sobre su trayectoria, las personas que lo inspiran, sus facetas creativas menos conocidas y los desafíos que ha debido enfrentar en una vida dedicada a la ópera.
      Refirió que la música llegó a su vida siendo un adolescente, con canciones como “Busca lo más vital”, de El Libro de la Selva (interpretada por Germán Valdés “Tin Tan”), así como a través de cantantes de la talla artística de Silvio Rodríguez y Plácido Domingo, con quienes se emocionaba, cantaba e interpretaba sus personajes: “Ahí empecé a sentir la música por la música misma. Me encerraba, se acababa el tiempo… se acababan los límites… y era una forma de tocar el absoluto”.
      “Cantaba por gusto y entraba como en una burbuja; en el canto más que un personaje, descubrí una actividad que me permitía estar en contacto con algo más grande que la realidad, o con la realidad que me rodeaba… pero sin el yo; así se desvanecía el ego y los sufrimientos, con una experiencia física que era el canto, y una artística, que era la música… así nací como cantante”.
      No obstante, compartió que esta profesión llegó a su vida casi de forma azarosa, y nunca soñó cantar en el Metropolitan Theater, el Covent Garden o alguno de los foros que ha pisado durante su carrera, pues todos los episodios se fueron dando de forma natural y mucho antes de desearlo. Relató que su vida ha sido como un juego de ajedrez, en donde lo que más importa es la jugada presente, así como la tenacidad del momento.
      “Tuve la fortuna (como es el caso de cualquier persona que tiene éxito en lo que hace) de encontrarme con muchas personas muy importantes, las cuales me ayudaron… en México tuve tres maestros fantásticos: Arturo Nieto, que fue quien me introdujo al mundo de la ópera, pues con él comencé a entender lo que era el paso, cubrir la voz, el sonido abierto, la voz en la punta, los resonadores, el apoyo y todas estas cosas que puedes entender en la teoría pero debes sentirlas; después en el conservatorio encontré al maestro Enrique Jaso, con quien entendí que aprender a cantar bien no es suficiente… es apenas el inicio para que el artista se desarrolle; y Gabriel Mijares, él me enseñó un espacio en la voz, me hizo descubrir una flexibilidad y diferentes colores. Todo ello son cosas que te marcan”.
     Para el artista, la fama es una quimera que se va en dos segundos, pero le ha dado libertad artística para crear sus proyectos, decidir los papeles que interpretará, los recitales que ofrecerá y las personas con las que colaborará. Finalmente, habló sobre su faceta como escritor, misma que le ha dado la oportunidad de explorar otras voces y complementar su capacidad para contar historias, personajes y escenas: “Soy (sobre todo) lector y alguna vez sueñas con escribir; me volví cantante de ópera, pero seguí escribiendo y tengo un montón de cuadernos anecdotarios donde escribía ideas para novelas, de pronto la idea me gustó y me lancé a escribir…”