La violencia sexual: una “epidemia” mundial | Artículo

“El conflicto ha forzado a alrededor de 34 millones de mujeres y niñas a huir de la guerra y la violencia”, escribe Laura Panqueva, de Médicos Sin Fronteras.

Por Laura Panqueva /MSF

Es, y seguirá siendo mandato de Médicos Sin Fronteras (MSF) llamar la atención un día como hoy, en el que las mujeres se unen para exigir que la violencia contra ellas pare.

En MSF continuamos siendo testigo de la premeditada y brutal violencia contra las mujeres en la mayoría de los contextos donde trabajamos como República Democrática del Congo, República Centroafricana, Nigeria, Honduras o México.

A nuestros hospitales, centros de salud y lugares donde ofrecemos atención llegan todos los días mujeres con condiciones médicas que amenazan sus vidas. Otras muchas, millones en todo el mundo, no llegan o llegan demasiado tarde.

El conflicto ha forzado a alrededor de 34 millones de mujeres y niñas a huir de la guerra y la violencia. Esta es una de las cifras de refugiadas, desplazadas y solicitantes de asilo más altas de la historia.

En estos escenarios, las mujeres se enfrentan a ataques brutales y deliberados, como agresiones sexuales, secuestros, trata y otras formas de violencia. Esto lo hemos documentado y denunciado reiteradas veces a partir de testimonios de nuestras pacientes y datos que reflejan la gravedad de la problemática.

Ana fue agredida en dos ocasiones, las dos en el interior de su casa. Tiene lesiones en el rostro y en los brazos y ha recibido atención psicológica a raíz de ello. Foto: Rogel Blanquet/MSF

En México, donde trabajamos desde 2012 con población migrante, detectamos que las mujeres son las víctimas principales de violencia sexual. En 2018 atendimos 172 sobrevivientes, de las cuales dos de cada tres eran mujeres. El 58% de los casos fueron violaciones. En 2019, el número de casos (277) que atendimos aumentó 134%, en relación al mismo periodo del año anterior.

En Honduras, nuestros equipos asisten todos los días a mujeres y niñas que han sufrido este flagelo y que, en muchos casos, han pasado años de silencio por miedo o falta de atención. De los 628 casos que tratamos en 2019, 88% eran mujeres.

Desde MSF abogamos para que la violencia sexual se trate como una emergencia médica y se aprueben los protocolos para garantizar la salud de todas las personas que padecen un trágico evento como éste, especialmente durante las primeras 72 horas después de la violación para prevenir infecciones como VIH y embarazos no deseados.

Los casos que hemos visto en la comunidad de Choloma, por ejemplo, han sido de sobrevivientes de violencia sexual, en su mayoría adolescentes violentadas por familiares o personas de la misma comunidad. Adolescentes que se han abocado a nuestros servicios en busca de ayuda médica y psicológica, preguntándose por qué les tocó vivir esto.

Las formas de violencia sexual que se identifican en la región a través de las consultas de salud mental o captación de pacientes por parte de MSF son: violencia sexual en la pareja, abuso sexual en la niñez o violencia sexual por desconocidos.

En casos de violencia sexual, el apoyo psicológico también es esencial para facilitar a mujeres su capacidad de resistencia al trauma y su recuperación. Contamos con estos programas en países en conflicto como Sudán del Sur o en campos de refugiados, como los grandes asentamientos de rohingyas en Bangladesh.

Durante nuestras operaciones de rescate en el Mediterráneo, por ejemplo, hemos constatado que una de cada tres mujeres había sufrido algún tipo de violencia sexual en su país de origen o durante su ruta de huida; muchas de ellas estaban demasiado traumatizadas o avergonzadas para explicar el trauma sufrido.

El cuidado de la salud mental debe ser parte integral de la ayuda humanitaria y de la atención médica que proporcionamos a las mujeres y niñas que viven en zonas de conflicto o huyen de ellas. Gracias a esta atención, les ayudamos a encontrar la fuerza y las herramientas para manejar su situación y restablecer cierta normalidad para que puedan seguir con sus vidas en lo que a menudo siguen siendo circunstancias difíciles.

Sin embargo, los esfuerzos para atacar y atender esta problemática que ha sufrido el 35% de las mujeres en el mundo, según datos de la ONU, demanda mayor responsabilidad de todas las instituciones a enfrentar esta “epidemia” mundial y apoyar a las víctimas a tiempo.




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