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LaBradford Smith, de sufrir la ira de Jordan a la ACB


El nombre del escolta estadounidense LaBradford Smith ha saltado del anonimato a la actualidad mundial baloncestística tras formar parte de uno de los capítulos de la exitosa serie televisiva “The last dance” -El último baile- en la que se narra el título conquistado por Michael Jordan en Chicago Bulls que puso el epílogo a su trayectoria deportiva con su sexto anillo.



El jugador de Bay City Texas, que tuvo una interesante trayectoria de formación en la Universidad de Louisville (Estados Unidos), alcanzó la Liga Profesional Estadounidense (NBA) donde militó en Washinton Bullets y Sacramento Kings.

Especialmente en el equipo de la capital tuvo su “gran día” con una exhibición portentosa ante el que entonces era el indiscutible icono mediático del baloncesto mundial, anotando 37 puntos en una noche pletórica de acierto que despertó todos los halagos y que hirió especialmente el orgullo de “Air” Jordan.

En el reportaje de la serie que emite estas semanas la plataforma “Netflix” se habla de que despertó el ansia de venganza del genio de Carolina del Norte y solo días después en la vuelta en Washington le devolvió la moneda con una primera parte portentosa con 36 puntos, contestando a la supuesta frase que le había dirigido Smith a la conclusión del primer choque: “Buen partido, Mike”.

Su corta etapa en la mejor liga del mundo, con un papel secundario, le abrió el camino al talentoso escolta de recalar en Europa y, en concreto, en un Baloncesto León al que entonces dirigía el técnico vallisoletano Gustavo Aranzana, con Ramón Fernández en la gerencia deportiva.

Era la temporada 96-97 en la que León albergó la fase final de la Copa del Rey y con un equipo leonés con una plantilla con nombres como los de José Lasa, Oscar Yebra, Toñín Llorente, Martín Ferrer, Jacobo Odriozola y una tripleta estadounidense más que interesante con el veterano Chris McNealy, el portento físico Byron Houston, apodado “el animal,” y LaBradford Smith que recalaba en Europa.

Aranzana, que recalaba el pasado mes de diciembre en Lleida, su última experiencia en la Liga LEB y donde podría continuar la próxima temporada, recuerda que el equipo leonés buscaba “un escolta anotador”.

“Después de rastrear Ramón Fernández el mercado, acabó encontrando a LaBradford que tenía pedigrí NBA aunque su paso fuera fugaz y tuviera después una extraña etapa de vacío”, ha rememorado.

Precisamente éste era siempre el perfil y las apuestas que podía hacer León a la hora de intentar descubrir talentos estadounidenses “con la duda, el riesgo y la interrogante de qué podía esconderse en el porqué no había acabado de explotar”.

Del ahora “mediático” Smith, Aranzana destaca “su indiscutible calidad, pero unido también con su falta de capacidad de trabajo, quizá para adaptarse al estilo de rigor del baloncesto europeo, ya que él era muy americano y esa irregularidad le impidió sin duda haber tenido una larga trayectoria en clubes de postín que, por su capacidad, podría haber disfrutado”.

De sus características destaca su “impresionante pick and roll, de los mejores que he visto y su uno contra uno prácticamente imparable para anotar desde cualquier posición, por lo que cuando estaba motivado era único, algo que lograba fundamentalmente en los partidos en el palacio, pero pocas veces a domicilio”.

De hecho, el escolta, actualmente de 51 años, cuajó una gran Copa
del Rey, como el resto del equipo, superando al TDK Manresa en cuartos de final -que se había convertido en su “bestia negra”- y cayendo en semifinales ante el luego campeón, el Joventut de Badalona de Alfred Julbe.

“Esa temporada el equipo estaba capacitado para haber hecho algo grande, incluso para haber competido por el título de Copa”, en una edición que se sigue recordando por un memorable enfrentamiento en cuartos de final entre Real Madrid y FC Barcelona.

Sin embargo, el entrenador vallisoletano recuerda con dolor que quizá no se hizo el esfuerzo que se requería cuando surgió la lesión en el mes de diciembre de Óscar Yebra y, en lugar de apostar por un refuerzo contrastado -se pudo optar a Fran Murcia– se buscó un jugador más de complemento como Raymond Barneda.

“Si se hubiera querido dar el salto de calidad, que se podía por tesorería y opciones en el mercado, quizá la historia se habría escrito de diferente manera y fue algo que entonces me dolió”, explica Aranzana.

Pero entonces ya estaba fraguando la fusión entre el baloncesto y fútbol –Cultural y Deportiva Leonesa– que acabó desencadenando la salida de Ramón Fernández dirección a Fuenlabrada y también de Gustavo Aranzana para pasar a dirigir al equipo de su tierra, cuando ambos tenían apalabrada su continuidad, que no acabó por cuajar bajo la presidencia de Eugenio Álvarez.


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