Lagarde advierte de que la inercia negativa y la tercera ola afectarán al primer trimestre del año

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante el consejo de Gobierno de la entidad en diciembre.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, durante el consejo de Gobierno de la entidad en diciembre.DPA vía Europa Press / Europa Press

En medio del huracán, una tregua para mirar alrededor. El Banco Central Europeo, sumido en una actividad frenética desde el inicio de la pandemia, decidió este jueves no alterar su programa de estímulos y dejar intactos los tipos de interés en el 0%. El primer encuentro del año no había generado las expectativas del anterior, cuando amplió en 500.000 millones de euros las compras de deuda ligada a la pandemia, pero la reunión sirvió para que la presidenta del organismo, Christine Lagarde, dibujara un escenario de luces y sombras por el inicio de la vacunación y las restricciones a la movilidad.

Sin nuevas medidas que anunciar, Lagarde ofreció en la rueda de prensa posterior a la reunión una panorámica sobre la situación de la economía europea. Primero las malas noticias: la pandemia ha empeorado en muchos países, que como respuesta han endurecido y extendido las restricciones, con las nuevas cepas de Sudáfrica, Brasil y el Reino Unido añadiendo dosis extra de incertidumbre. La ristra de toques de queda, confinamientos parciales y limitaciones han impactado la movilidad y golpeado especialmente al sector servicios. La campaña de vacunación evoluciona más lenta que en EE UU y el Reino Unido. Y la inflación sigue “extremadamente débil” tras mantenerse en el -0,3% en diciembre, el quinto mes en negativo debido a la menor demanda, especialmente en el sector turístico.

El BCE cree que la inercia negativa del cuarto trimestre, en el que da por hecho que el PIB europeo caerá, tendrá efectos sobre los primeros compases de este ejercicio. “Los datos económicos, los sondeos y los indicadores de alta frecuencia sugieren que los rebrotes y la intensificación de las medidas de contención probablemente hayan llevado a una disminución de la actividad en el cuarto trimestre de 2020 y también se espera que influyan en la del primer trimestre de este año”.

Aunque reconoció que “la incertidumbre sigue siendo elevada”, Lagarde matizó que los indicadores son mixtos: los riesgos a la baja persisten, pero de manera “menos pronunciada”. Y algunas de esas amenazas no les toman por sorpresa: las últimas previsiones del banco ya contemplaban que las restricciones se prolongaran hasta el final del primer trimestre y que el ritmo de vacunación sería “muy gradual”. Sin embargo, el margen se acorta: todo lo que sea adentrarse en abril con restricciones duras en vigor obligaría a la entidad a replantearse sus predicciones económicas para 2021.

Lagarde recordó que desde su última reunión también se han producido cambios importantes que permiten creer que la reactivación puede seguir la senda marcada. Ya hay dos vacunas autorizadas por la UE —las de Pfizer y Moderna—, y una tercera podría estarlo pronto —la de AstraZeneca y Oxford—. Bruselas y Londres sellaron un acuerdo para la relación post-Brexit que permite intercambios comerciales sin aranceles ni cuotas. La Eurocámara dio su visto bueno fondo de recuperación tras unas complejas negociaciones. La industria manufacturera se está recuperando con fuerza. Los demócratas se hicieron con el control del Senado en EE UU, lo que les permitirá tener las manos libres para aprobar estímulos multimillonarios. Y el fin de las rebajas del IVA en Alemania y la subida de los precios de la energía hacen pensar en un repunte de la inflación.

Con la financiación barata a los Gobiernos asegurada por un largo periodo, las urgencias se han aplacado. Los mercados han acogido bien la batería de liquidez desplegada por la entidad en diciembre —el Tesoro español emitió por primera vez en su historia deuda a 10 años a tipos de interés negativo—, y el eurobanco se ha internado en una fase de análisis antes de volver a mover ficha: esperar y ver si la vacuna permite reabrir la economía o la tercera ola obliga a volver a echar mano a la chequera; esperar y ver si la inyección monetaria desde Fráncfort y la respuesta fiscal de las capitales hace repuntar una inflación anémica. Y esperar y ver la evolución del rebote del 3,9% del PIB que calcula para este año en la zona euro, que por ahora mantiene vigente.

La revalorización del euro frente al dólar es cada vez más una inquietud para el eurobanco. “Estamos vigilando cuidadosamente el tipo de cambio, porque sabemos que tiene un impacto sobre los precios. Todos los instrumentos pueden ser utilizados”, dijo Lagarde.

La dirigente francesa no aprieta el acelerador de la política monetaria, pero tampoco se muestra dispuesta a frenar. Más aún cuando la campaña de vacunación avanza de forma muy desigual en el continente, y la tercera ola ha provocado que muchos analistas den por perdido el primer trimestre.

Lagarde ve la clave de la recuperación en la triple acción de la financiación barata gracias al BCE, la política fiscal expansiva de los Gobiernos y la vuelta de la demanda por el fin de las restricciones. Pero el terreno aparece plagado de minas. “Llevará tiempo lograr una inmunidad generalizada, y no se pueden descartar nuevos acontecimientos adversos relacionados con la pandemia”, alerta.


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