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Laguardia, un ‘Kaiser’ bicentenario

Un ‘Kaiser’ bicentenario. Víctor Laguardia completó el pasado sábado su partido número 200 con el Alavés. Son ya siete las temporadas que lleva ya en la escuadra gasteiztarra y continúa siendo uno de los baluartes del equipo. Junto al capitán Manu y Pacheco forma el trío de supervivientes de la plantilla que consiguió el último ascenso a Primera. Ahora, pelea junto al resto de centrales para adaptarse al nuevo sistema de Pablo Machín en un curso, el del centenario, en el que una vez más el objetivo va a ser la permanencia en Primera.

Con 24 años, el aragonés tomó una valiente decisión. Dejó el Real Zaragoza, el equipo de su tierra y en el que se formó como futbolistas, para apostar por la oferta del Alavés. Así, en el verano de 2014, desembarcó en Vitoria-Gasteiz con la maleta repleta de ilusiones. Desde el inicio, se hizo con un puesto en el equipo titular.

Desde entonces, se ha erigido como el líder de la zaga alavesista. De los 200 partidos que ha disputado con el Deportivo Alavés, 113 los ha jugado en Primera División, categoría en la que debutó con la escuadra maña frente al Tenerife el 29 de agosto de 2009. Con los blanquillos suma otros tres duelos en la máxima categoría.

Voluntad de hierro

Las lesiones de rodilla no han podido con él. Antes de ingresar en el Alavés, ya sufrió problemas en esta articulación en el Zaragoza, donde tuvo que realizarse hasta tres intervenciones para recuperarse. Fue en la temporada 10-11 y se pasó el año prácticamente en blanco.

Ya en Primera División con el Alavés, otra grave lesión le privó de disputar el que para él iba a ser el partido más importante de su vida: la final de Copa ante el F.C. Barcelona.

En abril de 2017, en el estadio insular de Las Palmas, se lesionó en un lance con Kevin Prince Boateng. Lo que en principio parecía una distensión capsular de su rodilla se convirtió en una rotura de ligamento cruzado en mayo, a pocos días de la gran cita, lo que le obligó a pasar por el quirófano y perderse la final disputada en el viejo Vicente Calderón.

Sin embargo, no se hundió y afrontó una dura recuperación con voluntad de hierro hasta que, en enero de 2018, reapareció y completó una brillante segunda vuelta en el curso 17-18, siendo un auténtico refuerzo de lujo invernal para su equipo, entonces entrenado por Abelardo.

Pretendido por el Valencia

Su trayectoria albiazul está marcada por una regularidad impresionante. Desde que se enroló en el equipo, se convirtió en titular indiscutible en Segunda A, primero con Alberto López en la temporada 14-15 y luego en la 15-16, la del ascenso, con José Bordalás.

Con el salto del equipo a Primera División, parecía que iba a tener más complicado jugar. Arrancó como suplente en el Calderón el 21 de agosto de 2016, en el primer partido de la actual etapa albiazul en la máxima categoría. Sin embargo, en el primer cuarto de hora, una lesión de Zou Feddal le dio la oportunidad de ingresar en el césped desde el banquillo.

Su seriedad y notable rendimiento convencieron a Mauricio Pellegrino y, en su primer ejercicio en la élite, se convirtió en uno de los centrales revelación de LaLiga 16-17. Desde entonces, ha sido siempre uno de los fijos en el once hasta hoy, día en el que, seis años después de su llegada, afronta su séptima temporada en Vitoria-Gasteiz como líder de la zaga albiazul.

Tal ha sido su nivel en el Alavés que, en dos ocasiones, en enero y en agosto de 2019, Marcelino García Toral, entonces entrenador del Valencia, le quiso reclutar para la escuadra ché. Sin embargo, la oferta presentada por la entidad levantina no convenció al club, que no quiso desprenderse de uno de sus principales baluartes defensivos. El club albiazul se remitió a su alta cláusula de rescisión -tiene contrato hasta junio de 2.022- y el futbolista, muy caballeroso, hizo pública su intención de retirarse algún día como babazorro. Todo un ejemplo de profesionalidad y fidelidad a unos colores.


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