Larga vida a Chucky, el muñeco diabólico

La idea no puede ser más sencilla y brillante. Un muñeco, un juguete tan aparentemente inocente como infantil, devenido en transmisor del mal absoluto. Stephen King marcó, de forma parecida, a los payasos con el personaje de It. Pero a Don Mancini, la inspiración le vino por otro lado. A mediados de los ochenta vio un muñeco My Buddy, creado por Hasbro para educar a los niños en el respeto y cariño por sus amigos. Y recordó un episodio de la serie La dimensión desconocida (The Twilight Zone) con un elemento de terror similar. Con esos mimbres y en medio de la histeria colectiva que arrastraron las muñecas Repollo en aquellos años ochenta, con padres pegándose en las tiendas por un juguete aupado por una brutal campaña de promoción, un joven Mancini coescribió con 22 años el guion de Muñeco diabólico (Child’s Play, 1988), en el que un asesino en serie, Charles Lee Ray, más conocido como Chucky, transfería su alma por un rito vudú a un muñeco para despistar al oficial de policía que le perseguía. Y así encendió una mecha, que ha prendido ocho películas antes de saltar a la televisión, su siguiente paso. En enero la cadena SYFY estrenará en España Chucky, y en el festival de Sitges se ha presentado su primer episodio.

“Para mí, Chucky es mi tío. No es como de mi familia, es que es parte de mi familia”, bromea la actriz Fiona Dourif (Woodstock, 40 años). No es para menos: ha trabajado en dos de las películas de la saga —en La maldición de Chucky (2013) y Cult of Chucky (2017)— encarnando a la sufrida Nica Pierce, hija de una víctima del muñeco, ella misma hemipléjica por la cuchillada recibida por su madre embarazada, y la segunda persona que es poseída por Charles Lee Ray, pasando del muñeco a la chica. Más aún, la voz de Chucky la pone un mito, el actor Brad Dourif, padre de Fiona. “Me acuerdo de ir al estreno con ocho años. Con eso ya te lo digo todo”, cuenta entre risas.

La actriz Fiona Dourif posa en el festival de Sitges.
La actriz Fiona Dourif posa en el festival de Sitges.Quique Garcia (EFE)

Dourif forma parte del reparto de la serie Chucky, y ha sido la embajadora de la serie en Sitges. Disfruta con ello. Da igual que sea una actriz prolífica en televisión o que haya trabajado en películas como Tenet. “No me importa de verdad. Recuerdo perfectamente la primera vez que conocí algo de la saga”, comenta. “Fui a un estudio de grabación y mi padre estaba encerrado en una cabina, gritando como si le quemaran vivo. Salí disparada y me tuvieron que ir a buscar porque me escondí de puro miedo”.

Con todo el respeto para los puristas

La serie relanza la saga tras un resbalón que los puristas ni siquiera tienen en cuenta: en 2019 se estrenó un remake en el que ni colaboró Don Mancini, ni ponía la voz del muñeco Brad Dourif (le sustituyó Mark Hamill, otro grande convertido en especialista de doblajes), ni por supuesto aparecía Fiona. Se arrancaba desde cero con muy desiguales resultados. La aportación televisiva, en cambio, contentará a los defensores del canon: junto a Mancini y los Dourif también vuelve Jennifer Tilly como Tiffani Valentine, que acabó siendo la novia de Chucky en la cuarta entrega, la más divertida (la más delirante, en cambio, fue la quinta, La semilla de Chucky, porque la parejita tuvo hasta un hijo). Fiona Dourif entró en el mundo Chucky cuando se decidió volver al slasher puro (es decir, asesinatos bien servidos en sangre y vísceras). “Crecí con esa versión, y me gusta. Reconozco que no me asusta, que incluso me hacía gracia de cría oír a mi padre en ese muñeco. Y Brad es una persona adorable”, cuenta su hija. Sin embargo, está especializado en personajes torturados, como los que ha encarnado en Alguien voló sobre el nido del cuco, Sangre sabia, Terciopelo azul o Arde Misisipi. “Para nada es como sus papeles”, subraya. Y remata: “Si por él fuera, nunca habría sido actriz. Me eduqué en una casa llena de arte, aunque alejada de cualquier oropel procedente del cine”. Puede que la visión de Fiona sobre Chucky sea única. “Cierto, porque veo las fotos y los carteles de sus películas y siento un enternecimiento familiar”.

Tantos años en el mundo Chucky le ha proporcionado a Fiona otra ventaja: “Como soy amiga de Don [Mancini], puedo proponerle ideas. Yo suelo saber por dónde van a ir los guiones incluso años antes de los rodajes, y me permite sugerir alguna cosa. Él no duda: sí es sí, no es no [carcajada]. Para eso es su creador. Sin embargo, no es un director, y ha creado con el tiempo reunir una gran familia que participa en el desarrollo de la saga”. La actriz defiende la genialidad de la idea original: “A la gente Chucky le asusta un montón aún en 2021, porque casi todas las familias tienen muñecos en la esquina de alguna habitación. El concepto de que ese muñeco, de que algo infantil pueda asesinarte es demoledora”. E incide: “Más aún, es que disfruta matando. Es pura maldad”.

Fiona Dourif, ante un cartel de la serie 'Chucky'.
Fiona Dourif, ante un cartel de la serie ‘Chucky’.Quique Garcia (EFE)

En la serie, el público volverá a revisitar el mito desde el inicio. “Tenemos ocho horas para explorar tranquilamente el carácter de Chucky, para ahondar en las relaciones entre los protagonistas. Además de más tiempo para crear un arco dramático hemos tenido mayor presupuesto. Siento que se ha acertado con el cambio a serie de televisión”, cuenta Dourif. “¿Y sabes qué? Después de la pandemia, tras salir del confinamiento, a la gente le va a gustar ver a Chucky en grandes paisajes, aunque sea asesinando como a él le gusta”.

En lo que no habrá cambios será en su fisicidad: Chucky sigue siendo una marioneta. “Por favor, eso es fundamental”, se enciende la actriz. “El de la serie se asemeja mucho al de la segunda parte de manera intencionada. En este momento, lo clásico, lo de los ochenta, mola. Como actriz, porque así lo tengo delante, y como fan no me puedo plantear un Chucky creado digitalmente y superpuesto en posproducción”.

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