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Las 5 claves de la derrota de la Real ante el Celta


En los días de vino y rosas del otoño, cuando empezó a despuntar esta Real brillante, y en los de enero y febrero, donde alcanzó sus más altas cotas deportivas, se ensalzó especialmente el juego y las virtudes de los jugadores diferenciales que aportaban la sexta velocidad para ganar los partidos. Y aunque el equipo entero es ahora una especie de catástrofe, hay que focalizar de nuevo en los cracks, pero en este caso en negativo porque su bajísimo rendimiento está siendo determinante para la caída en barrena del colectivo.



El ejemplo más claro es el de Odegaard, uno de los centrocampistas más deslumbrantes de LaLiga. El noruego está tan bajo de confianza que ni intenta sus pases imposibles, que falla los más básicos, que no aparece. Antes del parón por la pandemia daba 54 pases de media, ahora 34. Lo normal es que tocara 80 veces el cuero por partido, pero ante el Alavés fueron 27 y contra el Celta, 36. Por eso el otrora intocable ha sido sustituido en los tres últimos partidos ante el Alavés (64’), el Madrid (79’) y el Celta (58’), en todos los casos perdiendo. Hasta el parón, Imanol nunca le quitó del campo.

Oyarzabal se mata, pero falla en gestos técnicos básicos como los controles y también desaparece. Merino es más constante, pero su precisión y su finura con el balón están dejando mucho que desear.

Willian
José, Isak y Portu están asimismo lejos de su mejor versión. El único que se acerca a su nivel verdadero es Januzaj.

1. Los errores infantiles penalizan gravemente

Cuando un equipo zozobra lejos de su mejor nivel, es de obligado cumplimiento minimizar los errores groseros, ésos que cuestan partidos. El que facturó la Real ante el Celta lo fue. Es un compendio de horrores. Desde las pérdidas de Willian y Oyarzabal, hasta el balón que dejó muerto Monreal y por supuesto el salto y posterior mini-agarrón de Llorente a Aspas. Demasiada liada.

2. Los cambios siguen sin cambiar nada

Los cambios se tornan vitales en estas circunstancias y a la Real no le están funcionando. No está acabando bien los partidos porque los jugadores que salen de refresco no están aportando el factor diferencial y los bríos que requieren partidos así. Imanol hizo cuatro cambios ante el Celta y la última acción de peligro fue en el minuto 69, un cabezazo de Merino.

3. Zubimendi, como un veterano en su estreno

Gotas de agua fría en el desierto. Zubimendi se estrenó como titular demostrando que la factoría de ‘4’ sigue funcionando a pleno rendimiento. Espectacular ganador de duelos, tuvo desparpajo para distribuir y romper en conducción. Frescura en medio del engrudo. Le pesó el paso de los minutos y su amarilla por derribo a Rafinha fue la muestra de su desesperación.

4. Se añora el arrebato de orgullo final

Fue una calamidad que sólo dieran cinco minutos de prolongación con todas las interrupciones que hubo, pero lo fue más que la Real ni intentara acercarse a marcar, que jugara una y otra vez con su portero en esos minutos ‘de matar o morir’. Víctimas de su credo, la Real ni se plantea adelantar líneas, acumular gente en el área e intentar la heroica a base de pelotazos al área.

5. El atropello arbitral empieza a ser normal

El juego es para volver a decretar el estado de alarma, pero la Real está siendo azotada y ninguneada por los árbitros en todos los partidos. Tras el atraco ante el Madrid, Prieto
Iglesias se cobró un penalti por un levísimo contacto de un garrafal Llorente sobre Aspas, encantado para tirarse, pero no hizo lo mismo con otro pequeño agarrón de Kevin al central tras un córner. Doble rasero.



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